UN ANÁLISIS EN EL PUEBLO CATÓLICO DEL POSTULADOR, FIDEL GONZÁLEZ, DOCTOR EN HISTORIA DE LA IGLESIA
El joven santo José
Sánchez del Río formaba parte de las milicias cristeras pero no era
combatiente, y fue detenido, torturado y asesinado a sangre fría.
Con cada vez mayor
frecuencia, estados y gobiernos occidentales abandonan la fe,
práctica religiosa y cercanía a la Iglesia que les caracterizó a lo largo de la
historia y la sustituyen por un laicismo que acaba por colocar a los católicos
en situaciones de evidente persecución por su fe.
El reciente Informe Free To Believe? del Family
Research Council, acaba de hacerse eco de cientos casos
de los últimos años "en que gobiernos
de países occidentales amenazas, multan, encarcelan o castigan a individuos
cristianos, u organizaciones o iglesias cristianas, por acciones
relacionadas con su fe". La multa a los organizadores del Rosario
en Ferraz, en España, la multa al británico Adam Smith-Connor, cuyo
hijo por rezar en silencio ante un abortorio donde su hijo fue abortado o
el caso de la Agencia antidiscriminación sueca contra un pastelero por no
querer participar en una boda gay son algunos ejemplos.
Ante el incremento de estos
episodios, los católicos disponen de multitud de ejemplos que les precedieron a
la hora de vivir con firmeza y coherencia su fe en la
persecución, llegando a sufrir el martirio. Uno de los que
más recientemente alcanzó la santidad fue José Sánchez del
Río, el niño cristero que fue torturado y asesinado por las
autoridades durante la persecución anticatólica en México -la Cristiada- y cuya
festividad se celebra este sábado 10 de febrero.
PERSEGUIDO
POR COMBATIR DOS CONSTITUCIONES PERSEGUIDORAS
El joven santo formaba parte de las milicias cristeras pero no era combatiente, y fue detenido, torturado y
asesinado a sangre fría, en un ritual elaborado, invitándole explícitamente a
rechazar la fe. No fue una víctima de guerra,
sino de persecución religiosa por parte del poder
político.
Para explicar el contexto en el que fue asesinado el mártir José Sánchez del
Río hay que entender las leyes ultralaicistas que un gobierno de
inspiración y militancia masónica imponía esos años en
México. En El Pueblo Catolico la periodista Carmen Elena Villa
recoge algunos ejemplos de la legislación que se imponía.
CONSTITUCIÓN DE QUERÉTARO DE
1917:
-No se pueden pronunciar sermones
ni prédicas "que pueden fomentar el fanatismo público".
-No prescribir ayunos ni prácticas que pueden castigar el cuerpo o a deprimir
la intelectualidad de los creyentes.
-Prohibidos los cobros de diezmos, derechos de bautizos, matrimonios o
responsos.
-Prohibida la solicitud de limosnas hechas personalmente o por convocatorias
públicas.
-Prohibidas misas por el alma de los difuntos.
-Solo dos misas los domingos y sin toques de campanas.
-Prohibida la confesión.
-Los templos solo podrán abrirse una vez a la semana a la hora de misa.
-En cada localidad habrá solo un sacerdote que residirá en una casa particular
y no en el templo.
-Cuando el sacerdote transite por la calle irá vestido de civil.
-Prohibida toda clase de ceremonias religiosas que no sean las misas
consentidas.
LEY DE PLUTARCO ELÍAS
CALLES
-Todos los sacerdotes deben ser
mexicanos [expulsión de
misioneros]
-Prohibidas las celebraciones en lugares públicos.
-Toda educación incluso en las escuelas debe ser laica.
-Se prohíbe emitir votos religiosos.
-Se disuelven todas las comunidades religiosas y se prohíbe a sus miembros la
vida en común.
-Se prohíbe vestir hábito religioso y distintivo clerical.
-Será encarcelado el sacerdote que diga que los artículos de su constitución no
obligan en conciencia.
-Se les prohíbe a los sacerdotes criticar en público las leyes.
-Se suprime la libertad de la prensa religiosa.
-Todos los templos pasan a ser propiedad de la nación y el gobierno decidirá
cuáles permanecerán abiertos al culto.
-Todas las casas, conventos, seminarios, pasan a ser propiedad de la nación.
-Ninguna asociación religiosa puede adquirir ni administrar bienes.
-No se puede construir ningún gobierno sin autorización de la secretaría de
gobernación.
-Los sacerdotes deben registrarse para obtener la autorización de los
gobernantes civiles, pues las personas estatales determinan el número máximo de
sacerdotes que pueden ejercer dentro de su territorio.
Fidel González
Fernández, doctor en Historia de la Iglesia y postulador para la causa
de canonización de José Sánchez del Río.
Respondiendo a preguntas de El Pueblo
Catolico, el postulador para la causa de
canonización de José Sánchez del Río, Fidel González Fernández, misionero
comboniano y doctor en Historia de la Iglesia, explicó
algunos elementos para entender al santo que reproducimos a continuación.
LA
INFANCIA DE JOSELITO: DEVOCIÓN AL MÁRTIR ANACLETO
El Mártir José Sánchez del Río
nace en Sahuayo, diócesis
de Zamora (Michoacán, México), el 28 de marzo de 1913. Fue bautizado en la
parroquia de Santiago Apóstol de Sahuayo, lugar donde sería encarcelado y donde
comenzará su martirio casi quince años más tarde. Sus padres fueron Macario Sánchez y María del Río que
tuvieron cuatro hijos: Macario, Miguel, José (el
Mártir) y María Luisa. El muchacho Joselito, como era llamado
familiarmente, hizo su primera comunión a la edad de unos 9 años.
Cuando comienza el movimiento católico de los “cristeros”
sus dos hermanos mayores, miembros de la Acción Católica de la Juventud
Mexicana entran en el movimiento de Defensa de la Libertad Religiosa. En
Guadalajara, donde la familia se había visto obligada a trasladarse, el joven muchacho José visita la tumba del joven abogado Anacleto
González Flores, cruelmente martirizado el
1 de abril de 1927 y que fue proclamado beato en 2005 junto con otros ocho
jóvenes seglares, entre los cuales estaba el mismo José, y tres
sacerdotes.
Al ser admitido a las filas de la
defensa de la fe, José Sánchez del Río sirvió a la tropa atendiendo a los
heridos y soldados, haciendo la comida... Pronto ascendió a portar el
estandarte, el grado más alto para su corta edad.
El joven José pidió entonces a Dios poder morir como Anacleto
en defensa de la fe católica. Alcanzará
tal gracia, casi un año más tarde, el 10 de febrero de 1928 en plena
persecución, cuando, tras haberse unido por motivos de conciencia a los “cristeros” y sirviendo como portaestandarte de
los mismos con la imagen de la Virgen de Guadalupe y los colores nacionales de
México, y sin tomar parte directamente en los conflictos armados, cayó
prisionero de las tropas gubernamentales, cuando libremente cedió su caballo a uno de los “cristeros” para que
pudiese escapar, plenamente
consciente que ello habría significado su captura y una muerte atroz.
ROSARIO
DIARIO Y SACRAMENTOS, AUNQUE ESTABAN PROHIBIDOS
Los 27 testigos de su Proceso
sobre el martirio lo recuerdan como un muchacho normal, sano y de
carácter jovial, y aseguran que
acudía al catecismo y se distinguía por su compromiso en las difíciles
actividades parroquiales, no permitidas en aquellos tiempos de persecución; se
acercaba a los sacramentos, cuando podía, porque el culto público estaba
prohibido, poniendo en peligro su vida; rezaba cada día
el santo rosario junto con su familia,
profundamente cristiana. A pesar de ser todavía muy joven, José sabía muy bien
lo que estaba viviendo México en aquella persecución.
INSISTENCIA
PARA IR CON LOS CRISTEROS
A partir de aquel momento su
resolución fue cada vez más fuerte pidiendo a sus padres el permiso para unirse
a los “cristeros”, que a pesar de una
inicial razonable prudencia por parte de sus papás como de los dirigentes “cristeros”, dada su joven edad, finalmente lo
consintieron. A las objeciones de sus papás, el joven muchacho respondía: “Mamá, nunca ha sido tan fácil como ahora ir al paraíso”.
Finalmente, el joven muchacho obtuvo la bendición paterna y pudo unirse a
ellos. En el verano de 1927 intenta unirse a los “cristeros”
junto con otro amigo suyo, adolescente como él, Lázaro, y tras mil aventuras,
logran alcanzar a los “cristeros”, que
repetidamente querían devolverlos a sus casas, dada su joven edad y los peligros mortales a los que se exponían.
La ocupación de José consistía fundamentalmente en la de servir en sencillas tareas que no comportaban en absoluto su empeño en la lucha
activa y en ser
portaestandarte. En un choque entre los “cristeros”
con las tropas gubernamentales el 6 de febrero de 1928, el joven José
cedió su caballo a un líder cristero y así cayó preso junto con un joven amigo
indio.
CARTA
A SU MADRE: DISPUESTO AL MARTIRIO
Presos en la población de Cotija,
el mismo día 6 pudo mandar una carta a su mamá desde la cárcel oscura y
maloliente de Cotija.
«Cotija, lunes 6 de febrero de 1928. Mi querida mamá: Fui
hecho prisionero en combate este día. Creo en los momentos actuales voy a
morir, pero nada importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios, yo
muero muy contento, porque muero en la raya al lado de Nuestro Señor. No
te apures por mi muerte, que es lo que me mortifica; antes, diles a mis otros
hermanos que sigan el ejemplo del más chico y tú haz la voluntad de Dios. Ten
valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Salúdame a todos
por la última vez y tú recibe por último el corazón de tu hijo que tanto te
quiere y verte antes de morir deseaba. José Sánchez del Río».
SU
PARROQUIA, PROFANADA Y CONVERTIDA EN CÁRCEL-ESTABLO
Llevaron a los dos muchachos el 7
de febrero a Sahuayo y fueron encerrados en la iglesia parroquial de Santiago,
transformada en cárcel de varios católicos y en caballeriza de las tropas
gubernamentales. Los soldados, entre otras profanaciones, habían convertido el presbiterio y el Tabernáculo en un gallinero de
“gallos de pelea”, propiedad del jefe político de la región. Ante
tal profanación, el joven José reaccionó con fuerza matando a los gallos, y sin
miedo a la amenazas de muerte de parte de aquel jefe, que entre otras cosas
había sido amigo de familia y su padrino de primera comunión.
Él, que se había distinguido siempre por su devoción a la Eucaristía, respondió
a aquel jefe el 8 de febrero: “La casa de Dios
es para rezar, no para usarla como un establo de animales… Estoy dispuesto a
todo. Puede fusilarme. Así
me encontraré enseguida en la presencia de Dios y podré pedirle que le
confunda”.
Uno de los soldados lo golpeó violentamente en la boca con la culata del fusil
rompiéndole los dientes, como de hecho se pudo constatar durante la exhumación
de sus restos. Como venganza inmediata, y en presencia de José, su compañero Lázaro fue ahorcado en la plaza frente a la iglesia;
creyéndolo muerto lo abandonaron y fue salvado por el sepulturero, mientras José continuó encarcelado en el bautisterio de
la iglesia, donde había sido bautizado.
INVITÁNDOLO
A CAMBIAR DE BANDO
Lo invitaron repetidamente a
pasar a la parte de los perseguidores; y aquel jefe político le hizo
diversas propuestas muy halagadoras como la de inscribirlo a
la prestigiosa escuela militar del Régimen o
la de mandarlo a los Estados Unidos, pero el joven las rechazó con firmeza.
Aquel jefe político pidió entonces a la familia del joven un rescate de 5000
pesos de oro que el papá de José pudo reunir y que entregó, y que el
perseguidor recibió a pesar que ya había hecho asesinar al joven la noche
anterior. José había pedido repetidamente a sus papás que no
pagaran aquel rescate en cuanto que ya había ofrecido
su vida a Dios y que “su fe no estaba a la venta”.
El 7 de febrero, llevados a Sahuayo, y ya encarcelados en el templo parroquial,
los militares comunicaron a los dos jóvenes muchachos su decisión de
fusilarlos. Allí permanecerían tres días. El 10 de febrero de 1928,
trasladaron a José hacia las 6 de la tarde desde la parroquia a un mesón
cercano. Hacia las 7 de la tarde logra mandar una carta a su tía María, donde
le comunica que sería fusilado poco después por
su fidelidad a Cristo y a la fe católica, y le pide que otra tía, llamada
Magdalena, le llevase la Comunión. Lo logrará. Todo
aconteció hacia las 8 de la noche. La carta a su tía refleja el gozo profundo
de saberse cercano al martirio.
CARTA
A SU TÍA MARÍA
«Sahuayo, 10 de febrero de 1928. Sra. María Sánchez
de Olmedo. Muy querida tía: Estoy
sentenciado a muerte. A las 8 y media se llegará el momento que tanto,
que tanto he deseado. Te doy las gracias de todos los favores que me hiciste,
tú y Magdalena. No me encuentro capaz de escribir a mi mamacita, si me haces el
favor de escribirle a mi mamá y a María S. Dile a Magdalena que conseguí con el
teniente que [me] permitiera verla por último. Yo creo que no se me negará a
venir. Salúdame a todos y tú recibe, como siempre y por último, el corazón de
tu sobrino que mucho te quiere y verte desea. ¡Cristo vive, Cristo reina,
Cristo impera! ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe! José
Sánchez del Río que murió en defensa de su fe. No dejen de venir.
Adiós».
LE
CORTARON LA PLANTA DE LOS PIES
En aquel mesón, convertido en
cuartel de las tropas los soldados le desollaron los pies con un puñal.
Lo atestiguan dos
testigos así:
“Al tercer día de prisión a
deshora de la noche, lo sacaron a un mesón que se encontraba por la calle
Santiago frente a la parroquia, los soldados lo desplantaron los pies con un
cuchillo. Entre donde estaba José y donde yo estaba había sólo una pared de por
medio y yo oía a José que decía: “¿Qué esperan, qué esperan?, no
oí lamentos, sólo escuchaba la voz resignada de José, yo vi las huellas de
sangre de las plantas de los pies en el portal llamado de
Arregui que está sobre la calle que conduce al panteón, en el mesón también lo
torturaron. Lo llevaron de noche porque no querían que la gente se diera cuenta
que lo iban a matar, se lo llevan al panteón donde primero es acuchillado y
después le dan el tiro de gracia en la cabeza”. “Le cortan las plantas de los
pies y lo hacen andar sobre sal de Colima que eran granos grandes, después lo
sacan del mesón y lo traen caminando en el empedrado hasta la
boca del portal; cada paso que daba dejaba la huella de sus pies”.
Hacia las 11 de la noche tras desollarle los pies, le hicieron caminar,
golpeándole, a través de la calle que iba hasta el cementerio municipal. Los
carnífices querían obligarlo a apostatar de la fe con las torturas, pero no lo
lograron. Sus labios solamente se abrían para gritar “¡Viva Cristo Rey y Santa María
de Guadalupe!”.
EJECUCIÓN
FINAL
Llegados al cementerio el jefe de
los soldados ordenó a los mismos de apuñalarlo para
impedir que se pudiesen escuchar los disparos en
la población. Había el toque de queda. El joven mártir, a
cada puñalada gritaba con un filo de voz: “¡Viva Cristo Rey!”, “¡Viva Santa
María de Guadalupe!”. Entonces el jefe militar con su pistola le
disparó un par de tiros en la
cabeza. Su cuerpo fue arrojado en una pequeña fosa, recubierto con
poca tierra. Eran las 11.30 de la noche del viernes 10 de febrero de 1928.
Luego, durante la noche profunda, el sepulturero y algunas buenas almas, a
escondidas, regresaron al lugar, lo sacaron del foso, lo cubrieron con una
sábana y lo volvieron a sepultar en el mismo lugar. En 1954, los restos del
mártir fueron inhumados y trasladados a la iglesia cercana del Sagrado Corazón.
En 1996 fueron de nuevo inhumados y transportados a la parroquia de Santiago
Apóstol de Sahuayo, a un costado del bautisterio, donde había sido bautizado y
donde había estado preso hasta poco antes de su martirio.
EL
ULTRALAICISMO DE LA CONSTITUCIÓN DE QUERÉTARO DE 1917
Fidel González Fernández,
postulador de la causa y doctor en Historia de la Iglesia, explica el contexto
y las leyes anticlericales del momento.
El 19 de septiembre de 1916 se convoca formalmente al Congreso Constituyente,
que se celebrará en Querétaro a partir del 1 de diciembre de 1916. Uno de los
puntos más discutidos fue precisamente el futuro artículo 3º de la
Constitución, el que se refiere a la educación, que fue el más largo y complejo
del Congreso Constituyente. En él se acogía en pleno toda la doctrina clásica
liberal laicista sobre el tema, y por ello se excluía
netamente todo aspecto religioso en la enseñanza.
Otro debate que acaloró los ánimos de los constituyentes fue el artículo 5º: “La ley no tolera…” los votos religiosos. De la discusión de este
artículo surgió uno nuevo: el 123º. El proyecto presentado por Carranza variaba
muy poco del de 1857. Lo más notable era lo que se refería al tema de las
órdenes monásticas y los votos religiosos. Las Leyes de Reforma
confirmaron este artículo, diciendo que la
emisión de votos “es evidentemente opuesta a la misma libertad, incompatible
con la ley de cultos e intolerable en una república popular”.
Hubo todavía otras aberraciones como cuando se debatió el artículo 24º sobre el
que algún congresista quiso incluir dos cláusulas sobre el ejercicio del
ministerio sacerdotal que decían: “I. [La Ley]
prohíbe al sacerdote de cualquier culto, impartir la confesión auricular. II.
El ejercicio del sacerdocio se limitará a los ciudadanos mexicanos por
nacimiento, los cuales deben ser casados civilmente, si
son menores de cincuenta años de edad” y
otras aberraciones más radicalmente hostiles como la obligatoriedad
del matrimonio de los sacerdotes y
hasta se pretendía legislar sobre la moral y el dogma católicos.
El lenguaje usado por los legisladores fue frecuentemente soez, grosero y
mordaz. Para los legisladores la separación completa de la Iglesia del Estado
comprende una sujeción total y hostil de la
Iglesia al Estado. Por supuesto que a la Iglesia no se le va a
reconocer personalidad jurídica alguna.
Los debates parlamentarios en los que a los temas religiosos y eclesiásticos se
refiere constituyen una antología de desatinos a
todos los niveles como pocas veces se ha visto en la historia legislativa de los países contemporáneos.
Algunos
propusieron crear una Iglesia nacional, independiente de Roma.
TONO
SOEZ Y PROHIBICIONES EXAGERADAS
Otros de los debates más fuertes
lo constituyó el relativo al artículo 27º, ya poco antes de acabar sus
sesiones, a finales de enero de 1917 con unos tonos
blasfemos e increíblemente hostiles a la fe católica y anacrónicos. Con la aprobación del artículo 27 las
asociaciones religiosas llamadas Iglesias de cualquier credo, no podían poseer,
administrar o invertir en bienes raíces de ninguna clase y todos los edificios utilizados antes para propósitos de culto religioso pasaban
de inmediato al gobierno nacional.
Ninguna institución de beneficencia pública o privada –escuelas, instituciones
de caridad y otras semejantes- podría poseer bienes que no estuvieran
estrechamente vinculados a su función.
Una parte del proyecto de Carranza, en el título sexto: Prevenciones Generales, resumía todas las antiguas proposiciones
anticlericales: separación hostil de la Iglesia y Estado, dominio del gobierno
sobre cuestiones religiosas, negación de personalidad jurídica a las iglesias;
los ministros de culto eran considerados sujetos a reglamentación; los Estados
tenían facultades para limitar el número de ministros y constricción de su
ejercicio solo a mexicanos por nacimiento; prohibición a los sacerdotes de
actividad política, negando el derecho de crítica al gobierno o
funcionarios de éste; limitación
en la construcción de iglesias; prohibición de publicaciones vinculadas a la
Iglesia; prohibición de partidos políticos de filiación religiosa;
circunscribía los derechos del sacerdote a la propiedad hereditaria…
Así junto con los artículos 3, 5, 24 y 27 se
puso un duro cerco a la actividad de la Iglesia que perdió toda libertad de
acción que no fuera la del culto en el interior de los templos permitidos y en
la modalidad aprobada por el Estado y la enseñanza del dogma, en su acepción
más restringida. En principio el artículo se aplicaba a las Iglesias y
religiosos de todos los credos, pero estaba dirigido al católico,
las prohibiciones nunca fueron aplicadas a ningún otro grupo religioso.
Se habla del clericalismo como un cáncer: hay que “extirpar ese mal, esa gangrena social que se
llama clericalismo”, afirmando que no es un problema religioso sino político
porque “ese clero (católico), ha venido tratando de dominar la ciencia de la
multitud inculta con objeto de proseguir sus operaciones”, para evitar todo
esto propone despojar al clero de toda personalidad jurídica, llamando
a los sacerdotes: “plaga”, “esos bichos”, “esa multitud de zánganos”, “parvada de cuervos”,
“alharaquienta multitud”, “enemigo político del gobierno”, “esos buitres”,
“esos envenenadores populares”, “esos explotadores”.
Tras votar el artículo 129 (después 130), la sesión se levantó a las 2:15 del
28 de enero de 1917. Se dijo que fue aprobado por unanimidad. El 31 de enero de
1917 se clausuraba el Congreso Constituyente y el Presidente de la República,
Venustiano Carranza, recibía el texto constitucional y se clausuraba así el
Congreso Constituyente.
Los artículos constitucionales
que más se relacionan con la Iglesia son doce: 3º, 5º, 13, 24, 27, 30, 33, 37, 55, 59, 82,
y 130. Los más conflictivos son el 3º, 5º, 24, 27 y especialmente el 130. Así, el 5 de febrero de
1917 en la misma ciudad de Querétaro se consumaba aquel proceso de hostilidad laicista, inspirado por la masonería, contra la Iglesia, comenzado a
mediados del siglo XIX al ser publicada la nueva
Constitución los Estados Unidos Mexicanos, todavía hoy substancialmente en
vigor.
Algunos artículos fueron reformados
en 1992 (el 22 de enero fue reformado el art. 24 de la Constitución de 1917: “tal artículo sobre la libertad religiosa cambiaba de la
dimensión de la ideología liberal hostil a la del universo de la cultura”. Una
Ley Reglamentaria completó posteriormente tal reforma desbloqueando la
situación de desconocimiento de las asociaciones religiosas. El Gobierno
Mexicano y la Santa Sede estipularon entonces unos acuerdos bilaterales en tal
sentido.
LAS
CLAVES DE LA ÉPOCA
Un historiador mexicano, Romero
de Solís, propone unas claves, cada una tiene unos alcances y unas
limitaciones:
- El anticlericalismo militante. No puede negarse este punto
común en los legisladores, baste recordar los epítetos usados contra los
sacerdotes, el modo de describir su estilo de vida y su vida privada.
- La persecución legalizada. Respondiendo a las exigencias
masónicas y del protestantismo norteamericano. La masonería domina la política
mexicana desde el siglo XIX y muchos revolucionarios se formaron a su sombra;
el protestantismo que había penetrado en México, portando con sí el ideal de
una sociedad que ofrece al hombre, liberado de dogmatismos, su plena
realización, al modelo estadounidense, destruyendo un aspecto de la identidad
mexicana…
- Odio
a la Iglesia católica. Surge una y otra vez en el
congreso el “argumento
histórico” del papel opresor de
la Iglesia; la Iglesia es un enemigo para la Patria, porque buscando sus
intereses controla su vida social, política y económica; ataca la soberanía de
la nación…; en fin mantiene postrado el país con sus mentiras y engaños
impidiendo la libertad y el desarrollo de la inteligencia…
- La influencia anarquista. Los constituyentes, ciertamente
no tenían una gran carga cultural, baste revisar las “afirmaciones históricas” que hicieron para darse cuenta de ello, con una
actitud antirreligiosa que culpaba al fenómeno religioso del estado de las
masas.
- La herencia positivista. La proclamación de la ciencia
como bienhechora de la humanidad, donde el orden y el progreso serían las
características de la nueva sociedad.
- El triunfo de los jacobinos, confundiéndose con una
tendencia anarquizante que identifican religión con fanatismo, negando libertad
de conciencia para evitar la religión que obstaculiza las posibilidades del
hombre.
-PERSECUCIÓN
CONSTITUCIONAL: YA NO SON MEROS "EXCESOS".
Con la publicación de esta
constitución se inició una nueva etapa en la persecución religiosa. Se trató de
una guerra implacable contra el pueblo católico de México. Comenzaba así
el largo “Viernes Santo” del catolicismo en
México: si hasta ahora la persecución había sido
más bien caótica y anárquica, según
los instintos y arbitrariedades de caciques locales y caudillos, ahora tendrá visos de legalidad; no se tratará, dirán los
políticos, de perseguir ninguna religión sino simplemente de hacer
respetar la constitución. Esta será la excusa para justificar todas las
arbitrariedades, violencias y asesinatos de las dos décadas que
seguirán.
Pero la Constitución, incluso en sentido literal y en una interpretación restrictiva será aplicada solamente a la Iglesia católica
y a los católicos, la mayoría casi total del país; no así a las
confesiones protestantes, casi todas procedentes de los Estados Unidos.
Numerosos pastores, predicadores y enteras congregaciones protestantes
militaron en las filas de los carrancistas; ello explica también el hecho de
que nunca tuvieron alguna limitación o impedimento en lo referente al culto, ni
daños personales o materiales. Estas comunidades recibían de hecho conspicuos
fondos y ayudas materiales desde Norteamérica.
RECRUDECIMIENTO
DESDE 1926
A partir de 1917 hasta los años
cuarenta del siglo XX la Iglesia vive bajo los signos de la persecución
sangrienta. El Presidente Plutarco Elías Calles puso en práctica los artículos “religiosos” de la Constitución con la
promulgación el 14 de junio de 1926 de “Las reformas al código penal“, llamadas
“Ley Calles” (otras leyes sucesivas,
emanadas en 1931 completarán tal legislación antirreligiosa). La ley entraba en
vigor el 2 de julio de 1926. Pretendía llevar hasta sus últimas consecuencias
la ejecución práctica de los artículos antirreligiosos. Aquellas leyes en 33
artículos sumamente hostiles se proponían minar desde sus bases la vida de la
Iglesia y por lo tanto la fe de los católicos.
Entre otras cosas disponían que
los sacerdotes tenían que registrarse como trabajadores profesionales y el gobierno determinaría quiénes y cuántos ejercerían el ministerio
sacerdotal. A la Iglesia no se le
reconocía personalidad alguna y se le sometía al arbitrio de las autoridades.
La aplicación de aquellas leyes se proponía claramente eliminar el
acontecimiento cristiano de la vida, descatolizando el país, dando caza a los
sacerdotes católicos (un ejemplo de ello lo narra la novela del novelista
inglés Graham Green, “El poder y la gloria”)
e intentando una “protestantización” negativa del mismo.
LA
REACCIÓN DE LA IGLESIA
Ante esta cadena de violencias y
de graves abusos por parte del Estado los obispos pidieron al Congreso que se
modificaran las leyes, pero su memorial fue rechazado con la excusa de que
quienes lo firmaban habían perdido su calidad de ciudadanos mexicanos y la
consecuencia inmediata fue el destierro
de la mayoría de los obispos.
A los pocos días, los seglares católicos enviaron a la Cámara de Diputados un
memorandum con más de dos millones de firmas
solicitando las mismas reformas constitucionales, pero éste no fue tomado en cuenta.
Los obispos habían agotado todos los intentos del diálogo y se decidieron
por un gesto único e inédito en la reciente historia de
la Iglesia: ¡suspender el culto público y cerrar todas las iglesias!
Con esta decisión sin precedentes el Episcopado mexicano quería gritar ante el mundo su protesta que obligaba al gobierno a decidirse
radicalmente: o por la reforma de las leyes o por un choque
espectacular con los católicos. Fue inevitable aquella firme reacción
del episcopado con previa autorización del papa Pío XI. Con una carta pastoral
colectiva fechada el 25 de julio de 1926 se cerraron así todas las iglesias en
toda la República Mexicana a partir del 31 de julio de 1926.
El cierre durará hasta que se
obtendrán unos “acuerdos” verbales o “modus
vivendi”, pactados entre dos representantes del episcopado mexicano y el
gobierno de México en 1929 bajo la mediación de los Estados Unidos, acuerdos
que inmediatamente serían negados por el Gobierno. Pero esta triste
historia pertenece al capítulo de los engaños sufridos por la Iglesia en aquel
vergonzoso período.
La Iglesia refugió su acción pastoral en clandestinidad. Más no lo permitió el
Gobierno. La policía se dedicó a buscar, registrar y catear
casas donde privadamente se celebraban los sacramentos y los sacerdotes
fueron perseguidos y buscados como malhechores.
Los sacerdotes, por una orden gubernativa eran obligados
a abandonar las parroquias rurales y concentrarse en las ciudades, cerrándoles así el campo de acción. La mayor
parte desobedeció. Sería el campo fecundo de los mártires.
Por su parte el papa Pío XI no se callaba ante tanta injusticia y tanta sangre
derramada. A lo largo de su pontificado consagrará a la situación mexicana 5
encíclicas y los obispos varias cartas colectivas; fue el pueblo fiel el que
luchó con denuedo por los derechos a la libertad de conciencia.
LA
ACCIÓN DEL PUEBLO CRISTIANO
El pueblo cristiano se unió a la
lucha por la libertad religiosa, en especial los jóvenes de la Acción Católica de la Juventud Mexicana (A.C.J.M.), fundada ya entre 1912 y 1913, sementera de
muchos mártires y combatientes, y de la Liga Nacional de
Defensa de la Libertad (LNDLR), creada en
1926. Se organizaron para animar a toda la población en las protestas; la
piedad, el estudio y la acción fueron sus armas, y su ideal “Por Dios y por la Patria” a la luz de la
encíclica de León XIII “Rerum novarum”. Los
seglares católicos mexicanos de este tiempo estuvieron siempre comprometidos en la brecha de los social creando numerosas asociaciones, sindicatos y
congresos sociales a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX,
mientras pudieron.
Ante todo hay que recordar que el catolicismo mexicano de los comienzos del
siglo XX destaca en el ámbito del catolicismo latinoamericano por su vivacidad y su compromiso social.
Hoy se encuentran estudiadas muchas de las ideas y experiencias socio-políticas
de algunos sectores del catolicismo mexicano y la manera cómo éstas incidieron
en el movimiento católico en el campo social y en el político. Estas
experiencias tuvieron un notable influjo en la conciencia de muchos católicos
mexicanos e incluso en la actitud de defensa de la libertad religiosa que
desembocó en el estallido de la lucha armada de 1926-1929.
El 9 de marzo de 1925 nacía la Liga Nacional Defensora de la Libertad
Religiosa, destinada a ser, junto con la Acción
Católica de la Juventud Mexicana y otra asociación llamada Unión Popular, uno
de los tres pilares del catolicismo cristero.
BATALLA
CULTURALL Y ESPIRITUAL EN LA VIDA PÚBLICA: SINDICATOS, ASOCIACIONES,
ADORACIÓN...
Ya a partir de 1919 habían nacido
Ligas con la intención de hacer respetar los derechos a la libertad religiosa
tras el cierre de las escuelas católicas y de los seminarios. Nacería así
la LNDLR con la
reunión de varias asociaciones católicas activas como la ACJM, la CNCT, la Unión
de Damas Católicas Mexicanas, la Orden de los Caballeros
de Colón, la Adoración Nocturna (que sería el medio principal de
contacto entre la Liga y los campesinos) y la Congregación Mariana de Jóvenes y
otras. La ACJM se convirtió en el alma de la Liga; fogueada, numerosa y
presente en distintos puntos del país. Muchos de cuyos militantes eran jóvenes
comprometidos con su fe.
La Liga se presentó como una organización de carácter cívico (y por lo tanto la
jerarquía era ajena a su mando y a sus actividades); exigía plena libertad de
enseñanza, libertad plena para todos los ciudadanos católicos, derecho común
para la Iglesia y para los trabajadores católicos. Su potencial era inmenso; el
25 de junio de 1925, tres meses
después de fundada, tenía 300.000 socios dispersos en 27 estados.
La Liga se dotó de un lema: “Dios y mi derecho”, y
de un periódico propio: David. Su
primera medida consistió en aprovechar la experiencia de Jalisco en el campo de
la resistencia pacífica; todas y cada una de las medidas que ya se
demostrado exitosas en 1919 con una huelga general, se repitieron a nivel
nacional. Así en su Estado, el futuro mártir Anacleto repropuso “el luto”, recordando su eficacia.
Pero como el gobierno no cedió y fueron irrumpiendo en el escenario nacional
los alzamientos populares, la Liga cambió de estrategia y apoyó el movimiento
armado de protesta, la “cristiada”. El 11 de
enero de 1927 nacía con el “Manifiesto de los
Altos” la llamada Guardia Nacional y ya claramente la “cristiada”, que había surgido anteriormente como
protesta espontánea popular de los católicos en las poblaciones rurales.
El gobierno no aceptó algún compromiso ni revisión de sus leyes, por lo que
combatió aguerridamente a los católicos levantados. Fueron así anuladas las
esperanzas de un cambio en las leyes. Tras tres años de confrontación
armada, cuando la “cristiada” parecía triunfar, todo concluiría con unos mal
llamados acuerdos verbales, impuestos por los Estados Unidos (junio
de 1929) y que el gobierno nunca observó.
¿Ingresó Joselito
a la Liga de Defensa de la Libertad Religiosa? Que sepamos no parece ser. Era un joven adolescente.
Sus dos hermanos mayores, Macario y Miguel si que fueron miembros de la Liga
(LDLR) y de la Acción Católica de la Juventud Mexicana.
EL
PADRINO DE JOSELITO FUE QUIEN ENCARGÓ SU MUERTE
El padrino de José Sánchez del
Río era el diputado Rafael Picazo Sánchez, natural y vecino de Sahuayo,
diputado por el distrito de Jiquilpan y gozaba de gran poder político y
autoridad en toda la comarca, ya que secundaba incondicionalmente las órdenes
del general presidente Plutarco Elías Calles.
Hay que decir que este político local pertenecía a una buena y convencida
familia de católicos practicantes, y era un hombre contradictorio, un par de
hermanas religiosas de reconocidas virtudes, Adoratrices del Santísimo
Sacramento de Uruapan, a las que ayudaba y otros varios miembros de su familia
en la vida religiosa.
Su esposa, Consuelo Gálvez, era una mujer virtuosa y querida por la gente.
Tuvieron 4 hijos, dos hijas que murieron muy jóvenes y dos hombres; Melesio, el mayor llegará a ser sacerdote y superior de
los Padres del Espíritu Santo, y Rafael, respetado
médico y jurista en favor de los desfavorecidos. No es un caso extraño o una
excepción en el México de entonces de encontrarse con convencidas
familias católicas donde de vez en cuando surgían miembros que militaban en
grupos anticristianos, sobre todo por motivos de militancia política, de
intereses particulares y de pérdida práctica de la fe cristiana tras haberse afiliado a grupos conocidamente anticatólicos, como la
masonería.
Casi todos los testigos del
Proceso de martirio no dejan de referirse a él, casi siempre con juicios
bastante duros, que se pueden resumir así: el
diputado Rafael Picazo pertenecía a una familia muy católica, pero él por sus
relaciones con el Gobierno y por convenir así a sus intereses personales
se convirtió en perseguidor implacable de la Iglesia católica;
en este juicio vienen a coincidir todos.
Uno de ellos así lo resume: “[En Sahuayo la persecución] se inicia el 26 de julio de
1926; el diputado Rafael Picazo traía la consigna de Calles de acabar con el
cristianismo y con los templos”. Y otro: “Picazo
hacía cosas muy malas y no quería a los cristeros y mataba a todo el que
agarraba; por eso mató a José, por cristero”.
Este personaje, Picazo, jugará por todo ello un papel relevante en la detención
y en el asesinato cruel del muchacho José Sánchez del Río, del que para mayor
dolor dramático era su padrino de primera comunión y
familiar y antiguo amigo de su familia. Hay también unos datos
significativos. Sus hermanas religiosas Ana María y Adela, y familiares
seguramente sufrían y rezaban por él. Años más tarde sería asesinado a
balazos mientras viajaba en tren en el año 1931 por Manuel Cuesta Gallardo, también originario de
Sahuayo, por mandato de uno de sus adversarios políticos y líder agrarista,
también diputado federal michoacano.
ARREPENTIDO
DURANTE SU MUERTE: "QUIERO UN SACERDOTE"
Algunos dicen, entre ellos su
hermana religiosa Madre Anita, que habría pedido en aquella circunstancia
dramática un sacerdote. En ese mismo tren venía el señor Enrique Prado
González, conocido de Rafael y originario también de Sahuayo, y cuando Rafael
Picazo se sintió herido, le dijo a Enrique: “Enrique
¡consígueme un sacerdote, quiero un sacerdote!”. Enrique le
contestó: “¿y dónde te consigo aquí un sacerdote”?,
entonces un sacerdote, de nombre el padre Ramón, que viajaba de incógnito, se
acercó y les dijo: “Yo soy sacerdote, soy el padre
Ramón Martínez Silva”, y entonces Rafael se confesó y
recibió el sacramento de la Santa Unción, y ahí murió en brazos del señor Enrique Prado
González.
Algunos “corridos” que cantan su muerte
dicen que habría muerto sin sacramentos. De todos modos, sería sepultado en
Sahuayo, y en 1955 sus restos fueron trasladados junto a los de su hermana
Anita donde ésta era religiosa. Años después el hijo del diputado Rafael, el
Lic. Rafael Picazo Gálvez recogió los restos de su papá y se los llevó a México
para tenerlos junto con los de su madre Consuelo Gálvez. Ahora reposan en
las criptas de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. También dos de los asesinos directos
del cruel martirio de San José Sánchez del Río en el cementerio cambiarían
totalmente más tarde su vida volviendo a la fe católica y
viviendo una buena vida de fe,
también en medio de un fuerte remordimiento, como atestiguan muchos que los han
conocido.
CUANDO JOSELITO ENTREGÓ
SU CABALLO AL GENERAL GUÍZAR MORFÍN
En un enfrentamiento que tuvieron
las tropas cristeras con las federales del general Tranquilino Mendoza, el 6
de febrero de 1928 al sur de la población de Cotija, casi lograron
tomar prisionero al jefe cristero Guizar
Morfín porque le mataron el caballo, pero José bajándose rápidamente del
suyo en un acto heroico se lo ofreció diciéndole: “Mi
general, tome usted mi caballo y sálvese; usted es más necesario y hace más
falta a la causa que yo”.
Y así sucedió: el general Guizar Morfín pudo escapar,
pero las tropas federales en aquella escaramuza hicieron prisioneros a José
Sánchez del Río y al joven indígena llamado Lázaro. Los
llevaron maniatados hasta Cotija en medio de golpes e injurias, “Vamos a ver qué tan hombrecito eres”. José no
dejó escapar ni un quejido y rezaba para fortalecer su espíritu y poder
sobreponerse a las humillaciones y tormentos.
Este es un artículo
de hemeroteca publicado originalmente en ReL el 14 de octubre de 2016, editado
y actualizado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario