Mandamientos para ser alegre en plenitud.
Por: Mariano Ruiz Espejo | Fuente:
Catholic.net
Cuando el fariseo doctor en la ley le pregunta a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?” (Mt
22,36), Jesús le contesta: “Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es
el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como
a ti mismo”. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los
Profetas (cf. Mt 22,37-40).
Jesús advierte a escribas y
fariseos que “Dejáis a un lado el mandamiento de
Dios para aferraros a la tradición de los hombres” (cf. Mc 7,8-9).
“Lo que sale de la
boca brota del corazón; y esto es lo que hace impuro al hombre, porque del
corazón salen pensamientos perversos, homicidios, adulterios, fornicaciones,
robos, difamaciones, blasfemias. Estas cosas son las que hacen impuro al
hombre” (cf. Mt 15,18-19). El evangelista
Marcos añade entre las cosas que hacen impuro al hombre “codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, orgullo,
frivolidad” (cf. Mc 7,20-22).
Un escriba le preguntó a Jesús: ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Y Jesús
le respondió: “El primero es: Escucha, Israel, el
Señor, nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El
segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. No hay mandamiento mayor que estos (cf. Mc 12,28-31).
Un maestro de la ley le preguntó
a Jesús: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar
la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella? El
maestro de la ley le respondió: “Amarás al Señor
con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu
mente. Y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la
vida” (cf. Lc 10,25-28).
Jesús dijo a sus discípulos: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros;
como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os amáis unos a otros” (cf. Jn 13,34-35).
“Este es mi
mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor
más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si
hacéis lo que yo os mando… Esto os mando: que os améis unos a otros” (Jn 15,12-14.17).
A la pregunta de un joven rico
que le preguntó a Jesús ¿qué tengo que hacer de
bueno para obtener la vida eterna?, Jesús le responde: “Guarda los mandamientos… No matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu
madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo”. El joven rico le dijo que
todo eso lo había cumplido desde niño y le preguntó ¿qué
me falta? Jesús le respondió: “Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes,
da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego ven y
sígueme” (cf. Mt 19,16-21; Lc 18,20-22). El evangelista Marcos añade a
los mandamientos que le recuerda Jesús: “no
estafarás” (Mc 10,19).
Jesús dijo: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos… El que acepta
mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi
Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él” (cf. Jn 14,15.21). “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor;
lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su
amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra
alegría llegue a plenitud” (Jn 15,10-11).
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