Cientos de miles de españoles forman parte de alguna secta, pero solo la mitad integran una de tipo religioso o cristiana "al uso": las New Age cada vez cobran un mayor peso.
Desde hace 25 años, Luis Santamaría se
dedica al estudio de las sectas, lo que hace
fundamentalmente desde la organización por el fundada Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas. Con motivo de la publicación de su último libro, 'A las afueras de la cruz. Las sectas de
origen cristiano en España (BAC), el especialista católico en
sectas ha sido entrevistado en el programa La Ventana de Cadena
SER, donde ha alertado del auge de la Nueva Era, y de cómo la
secularización también afecta a estos grupos.
En este sentido, uno de los
ámbitos que más ha estudiado el especialista es el de las sectas de corte
religioso y las relativas a la Nueva Era, a la que se refiere como una "espiritualidad de conciencia abierta,
holística e integral que busca el bienestar y la paz del individuo". O al menos en apariencia.
Lo cierto es que dispone de
cientos de ejemplos de cómo en estos casos, la paz no suele llegar. "Aunque usan términos tan atractivos, muchas veces
acaban cristalizando en grupos sectáreos, líderes y gurús que someten
a sus seguidores a verdaderos casos de fanatismo", explica.
400.000
ESPAÑOLES, EN UNA SECTA
Hablando de las sectas New Age,
no duda en afirmar que están en auge, en detrimento de las religiosas, aunque
estás últimas "se
mantienen". Según sus datos,
unos 400.000 españoles forman parte de alguna secta y en torno a la mitad son miembros de alguna
de carácter religioso o cristiano.
"Las que más
éxito tienen hoy y más llegan a la gente después de este periodo de
secularización en el que lo religioso pierde importancia son las New Age",
explica en torno a estas agrupaciones
identificables por el coaching, el mindfulness, la
meditación, el yoga, el reiki o el empoderamiento.
También hay otras sectas o
intereses crecientes en torno a lo "paranormal", lo que hace pensar a Santamaría que aunque la
sociedad actual es "menos creyente", desde
luego es "más crédula". "Todo eso
acaba ofreciendo un sentido a la vida", comenta.
Otro aspecto de peso en las
sectas de "grupos neochamánicos, de religiones ancestrales o pueblos tradicionales" es
el de las drogas.
Aunque "no
es común" su uso en gran
parte de las sectas, las de este tipo las emplean "para
lograr estados alterados de conciencia, conectar con lo divino, con lo interno
o superar traumas". O esa es la versión oficial, pues lo que afirma
el especialista que se consigue es "aumentar
la debilidad de las personas que participan y hacerlas más manipulables".
"FUNCIONAN
COMO LOBBYS"
A lo largo de su experiencia,
Santamaría ha tenido contacto con afectados de sectas de muy reducido tamaño
que incluso no tienen nombre, pero cuyos integrantes han quedado "completamente arruinados".
"El
líder convence a sus seguidores de que es Dios o el diablo y
los ha sometido y anulado totalmente. [Los integrantes] son gente con estudios,
con formación y cualidades y han acabado saliendo diciendo que se sienten
muertos e vida. Un trauma que, por mucha ayuda o terapia que reciban, siempre
quedará algo, porque han sido machacados", relata.
Antes de concluir, hace un
llamamiento ante la importancia de que los "exadeptos"
hablen y desenmascaren las sectas a
las que han pertenecido y que están
"arruinando la vida" de miles de personas, funcionando en no
pocos casos como "verdaderos lobbys, asociaciones de presión y alianzas a veces poderosas
que las hacen invulnerables ante la ley".
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