Hermana Nelly, reconocida líder de la pastoral carcelaria de mujeres.
Por: Felipe Herrera-Espaliat | Fuente: Vatican News
La tragedia fue enorme. Lo que empezó como una
gresca entre bandas rivales al interior del Centro de Adaptación Social de la
Mujer, derivó en un motín y en un incendio que, el pasado martes 20 de junio,
cobró la vida de 46 internas de este penal ubicado en Támara, al norte de
Tegucigalpa, Honduras.
A más de cinco mil kilómetros de
distancia, en Chile, la noticia golpeó fuertemente a la hermana Nelly León,
religiosa del Buen Pastor y reconocida líder latinoamericana de la pastoral
carcelaria de mujeres. En sus más de 30 años de servicio como consagrada ha
conocido la falta de dignidad a la que suelen ser sometidas las mujeres por el
solo hecho de estar privadas de libertad. Así se lo planteó al Papa Francisco
cuando el Pontífice visitó el Centro Penitenciario Femenino de Santiago en
enero de 2018.
La experiencia de esta religiosa
apasionada por la restauración de la vida de las mujeres que han sido
infractoras de ley, la ha llevado a dar testimonio en Latinoamérica, Europa y
hasta en los Emiratos Árabes Unidos, y hoy vuelva a alzar la voz por un sistema
penitenciario que considere la esencia femenina en la construcción de cárceles
y en la aplicación de la justicia.
¿CUÁL ES LA SITUACIÓN GENERAL DE LOS
PENALES FEMENINOS EN AMÉRICA LATINA?
La situación de los penales en
América en general, de mujeres y de hombres, es muy precaria, como de segunda
categoría, tercera o cuarta, en temas de vida. Como que el castigo que merecen
los que han cometido delitos es un castigo además de estar privados de la
libertad, y tienen que estar como en condiciones inhumanas. Esa es la
percepción global.
Son muy pocas las cárceles que
están desarrollando procesos de reinserción y hasta de humanización. Son
cárceles que se han ido adaptando, cárceles de hombre adaptándose para mujeres.
Yo no conozco, por lo menos en Chile y de lo que conozco de otros países,
cárceles que hayan sido construidas para mujeres con perspectiva de género, con
perspectiva de mujer. No, no existen. Lo único que queda son resquicios de las
cárceles que en algún momento fueron administradas por las Hermanas del Buen
Pastor, que son un poco más humanas y que fueron pensadas para ellas. En
general, acá en Chile son módulos que fueron creados para mujeres, pero con
perspectiva masculina.
Por lo tanto, el tema de reinserción
es un tema endémico. No hay una preocupación. Los seres humanos, y
especialmente los americanos, tenemos como enquistado el castigo: “Hay que castigar, se portaron mal y hay que castigar”. Está
muy metido este tema punitivo, y hoy día estamos apostando a lo restaurativo, a
relevar las capacidades, potencialidades de una mujer o de una persona privada
de libertad que no ha tenido nada en la vida. Sus historias de dolor, sus
historias de frustraciones… desde muy pequeñas han sido abandonadas. Entonces,
eso en la adultez se profundiza muchísimo más y sus acciones tienen mucho que
ver con su historia.
¿CUÁLES DERECHOS SUELEN SER VULNERADOS A
LAS MUJERES INTERNAS POR LAS CONDICIONES CARCELARIAS? ¿QUÉ PASA CON LAS
INTERNAS EMBARAZADAS O QUE TIENEN HIJOS PEQUEÑOS?
Los derechos vulnerados a las
mujeres son los derechos vulnerados a todo ser humano. Generalmente, ya la
privación de libertad va asociada a no tener independencia. Entonces, se asocia
pérdida de libertad a pérdida de dignidad. Tengo que moverme en un espacio
donde dependo de otros o de otras: pedir permiso
para ir allá, si yo me equivoco soy castigada. Es premio o castigo
permanentemente, eso de “si lo hago bien, voy a
tener un premio; si me comporto mal, me equivoco o me caigo, o en un momento de
rabia y discuto con alguien, soy castigada”.
Está la vulneración de las cosas
personales, de los útiles de aseo. Hoy, por lo menos en Chile, los útiles de
aseo personal no son costeados por el Estado, son costeados por la familia. Y
hay mucha mujer muy pobre, mucha mujer de calle, y es ahí donde cumplimos un
rol muy importante las pastorales y las fundaciones que trabajamos al interior
de la cárcel. En definitiva, sus derechos son vulnerados ya desde el hecho de
no mirar con individualidad, sino colectivamente a las personas. Podrían decir
ya desde el tribunal, desde la privación de libertad, que esta mujer tiene esta
historia, esta mujer es primeriza, cómo la segmento, cómo va a vivir en un
espacio en que no se contamine incluso más dentro de la misma cárcel.
Con respecto a qué pasa con las
internas embarazadas, acá en Chile hay una preocupación bastante más profunda
con respecto a los niños, pues Chile firmó la Convención de los Derechos del
Niño hace muchos años. Desde ahí los niños son muy protegidos dentro de la
cárcel y también las mujeres embarazadas. Tenemos lugares específicos donde
viven las mujeres embarazadas y también las que están con niños lactantes de
hasta dos años. Nosotros en Chile tenemos una ley que duerme en el Congreso,
que no ha sido aprobada, la Ley Sayén. Trabajamos en una mesa intersectorial
donde decíamos que ojalá una mujer embarazada, una mujer con niño lactante no
fuera la cárcel, para que ese niño no se “prisionice”,
porque un niño a los dos años ya sabe dónde está. Y su primera palabra
no es mamá o papá, sino que su primera palabra es “cabo”,
como se les dice en Chile a las gendarmes que cuidan. Eso va marcando su
historia, ese precedente de que creció en un ambiente que no era el de una
casa. Pero sí, hay una preocupación, está Mejor Niñez, que se preocupa de sus
insumos básicos, y el sistema de salud, que no es tan bueno ni tampoco tan
malo. Así que hay harto cuidado con los niños.
¿QUÉ FACTORES INCIDEN PARA QUE UN
CONFLICTO DERIVE EN MOTÍN Y PARA QUE UN MOTÍN SE TRANSFORME EN UNA TRAGEDIA
COMO LA QUE HEMOS VISTO EN HONDURAS?
Desgraciadamente, en las cárceles
se reproducen los conflictos que están en las periferias de las grandes
ciudades. Las bandas rivales que existen en poblaciones marginales o de las
periferias de las grandes ciudades como Santiago de Chile, caen presas y muchas
veces se normalizan dentro de la cárcel. Así se empiezan a gestar estas
odiosidades o estas riñas o disputas entre una banda y otra, y suceden estas
peleas. En un sistema penitenciario precario, donde no hay una segmentación
posible, donde no hay cómo separar estas bandas y quedan juntas en un mismo
espacio, se producen estas grandes peleas. También muchas veces ante estas
bandas rivales el sistema penitenciario no tiene la preocupación de separar ni
tampoco de vigilar como corresponde, y deja que las personas se maten, como las
personas de Honduras, y también pasa en algunos momentos en Chile. Es un tema
que los sobrepasa.
¿CUÁLES SON LAS NECESIDADES MÁS URGENTES
PARA MEJORAR Y HUMANIZAR LAS CONDICIONES DE LOS CENTROS PENITENCIARIOS
FEMENINOS EN AMÉRICA LATINA?
Lo que hace falta es hacer una
transición como los países europeos, como Italia y otros. Están teniendo desde
los tribunales o desde los ministerios de justicia una mirada restaurativa, en
vez de tener una mirada de justicia punitiva, como ha sido siempre. Es decir,
yo me comporto mal y tengo un castigo, y ese castigo no está asociado a una
restauración de su vida, sino que es el castigo por el castigo, por el daño o
mal causado. Lo que estamos viendo ahora, por lo menos en Europa y aquí en
Chile estamos dando algunos pequeños pasitos, es apuntar hacia allá, el ver por
qué esta mujer o esta persona comete un delito; identificar su víctima y poder
ver la posibilidad de trabajar con la víctima. Entonces yo creo que eso
humaniza el sistema penitenciario.
Y dentro de los centros
penitenciarios, hay que tener lugares más acogedores. Las mujeres tenemos
múltiples necesidades que no son las mismas necesidades de los varones.
Nosotras tenemos reacciones distintas, nuestra forma de pensar, de ser, de
sentir es distinta a la de un varón y esas muchas veces no son cubiertas y,
entonces, las tratan con mentalidad masculina. Eso es algo que hay que mejorar:
los espacios de dignidad, los espacios donde
conviven. Y, junto con eso, el acompañamiento desde el punto de vista
pastoral, religioso, es fundamental para llegar al corazón de estas mujeres y
poder descifrar qué pasó con su vida, y desde ahí que ella sea capaz de empezar
a sanar su herida, desde adentro hacia fuera, para ponerse de pie, para levantarse,
que es lo que nosotras estamos haciendo en la Fundación Mujer Levántate.
Siempre es posible, siempre es posible que una mujer se levante, siempre va a
ser posible, pero para eso tenemos que ayudarla, brindarle las herramientas que
son necesarias para que ella pueda ponerse de pie.
¿QUÉ PALABRA DE ESPERANZA SE PUEDE DAR A
LAS MUJERES INTERNAS Y A SUS FAMILIAS ANTE LA FRAGILIDAD DE LOS SISTEMAS
PENITENCIARIOS?
Decirles que hay mujeres, otras
mujeres como ellas que creemos en ellas, que confiamos en ellas y que sí es
posible que se pongan de pie, que nosotros podemos aportar el 1%, pero el 99%
es de ellas y que aprovechen su potencialidad, ellas son preciosas a los ojos
de Dios. Son mujeres que se pueden levantar, que desgraciadamente la vida las
trató mal, pero que hoy día pueden mejorar sus condiciones cuando ellas decidan
tomar esta bandera de lucha. Que el desistimiento del delito sí es posible,
porque hay evidencia empírica que se puede realizar, pero para eso tiene que
haber una actitud profunda de convencimiento personal de que sí se puede. Que
puede luchar y que estamos para ayudarlas, que hay muchas otras mujeres que
queremos caminar con ellas, que las queremos profundamente, que no las
discriminamos, que ellas ya fueron juzgadas, que están pagando su delito y que
ahora lo único que les queda es ponerse de pie, levantarse, mirar de frente y
seguir caminando. Y, sobre todo, que está ese texto tan precioso el profeta,
que dice que Dios las tiene tatuadas en la palma de su mano y que las mira con
ternura siempre.