Ayer publicamos en InfoRIES la primera parte del resumen de la conferencia de monseñor José Ignacio Munilla (titulada “Metástasis del gnosticismo en el siglo XXI. Confluencia entre la Nueva Era y el racionalismo, infiltrada en la espiritualidad católica”), publicada en YouTube.
En la segunda parte de su
conferencia, el obispo electo de Orihuela-Alicante (España) y administrador
apostólico de San Sebastián se dedica a presentar “algunos
puntos iluminadores para desenmascarar
la maraña gnóstica”.
EL PECADO, “FALTA DE
AUTOCONCIENCIA”
El primero de ellos se refiere
al tema del pecado: “para el gnosticismo, lo del pecado es inadmisible. ¿Qué es
eso de que yo ofendo a Alguien? Claro, si no hay un Dios trascendente distinto
que tú, ¿cómo tú vas a ofender a Dios? Eso no tiene sentido”.
Por el contrario, “para el gnosticismo, el pecado es tener falta de autoconciencia”. Y con el fin de ver un ejemplo concreto de esta
forma de pensar, monseñor Munilla recomienda la conferencia
de Asunción Ruiz sobre su experiencia en la New Age y su camino
hacia el cristianismo (del año 2016).
LA SALVACIÓN Y LA
ORACIÓN, ANULADAS
Algo semejante sucede con la
salvación, según el obispo electo de Orihuela-Alicante: en la Nueva Era y su
mentalidad gnóstica “el hombre no necesita ser
salvado; el hombre se salva a sí mismo.
Cristo no ha venido para salvarnos”.
Efectivamente: “estaremos salvados
en la medida en que tomemos conciencia de que somos Dios, de que
tengamos autoconciencia de plenitud”.
Y así, ser seguidor de Jesucristo, en clave gnóstica, es “un mero escenario”
–ya que “podría haber otros”– para hacer el propio proceso personal de interiorización. El siguiente elemento de la
fe cristiana que “cae” en la
reinterpretación gnóstica es la oración, que ya “no es un diálogo, sino una búsqueda del
silencio, de la relajación interior… es un monólogo, no es un diálogo”.
RECLUSIÓN EN LA
INMANENCIA
En este punto, monseñor
Munilla recuerda que, además de las raíces panteístas del gnosticismo, hay otro
error fundamental que subyace a esta herejía: el inmanentismo, que “es lo contrario de la
trascendencia”.
La fe cristiana afirma que
Dios es a la vez trascendente –está más allá de todo, es el “absolutamente Otro”– e inmanente –más interior a ti que tu propia intimidad, en palabras de
San Agustín–. Sin embargo, en el
gnosticismo “no existe esa trascendencia; todo es inmanencia”.
Así, “llega a confundir
lo natural y lo sobrenatural”.
Es algo que sucede, por ejemplo, en los ejercicios de yoga, cuando “se dice: hay que abrir los chakras, hay que hacer que fluya el kundalini, una especie de
energía interior que sale de nosotros y se une con la energía cósmica”. A lo que el obispo español responde: “aunque esto fuese verdad… eso no tiene nada que ver con lo sobrenatural, con el don del Espíritu
Santo”.
CUANDO SE IDOLATRA
LA NATURALEZA
“Otro
error del gnosticismo y de la Nueva Era”, continúa diciendo, “es olvidar la herida que el pecado original ha
dejado también en la naturaleza”.
Los cristianos contemplan las huellas de Dios en la realidad creada,
pero deben ser cuidadosos para “huir de la fascinación de la naturaleza, no convertirla en una
idolatría”.
En este sentido, “el camino cristiano es una superación de un falso
naturalismo… Los cristianos nunca
permitieron que se adorase la naturaleza”. Ni al Sol, ni a la Luna, ni a la Madre Tierra.
Porque la plenitud de la divinidad se descubre en “la
revelación de Dios en Jesucristo”.
“El
hombre no está llamado a diluirse en las energías, ni en la naturaleza. Está llamado a reinar en el universo sin diluirse
en él”, subrayó monseñor Munilla. Algo totalmente distinto al pensamiento
gnóstico, que, según el papa Francisco, supone “una fe encerrada en el subjetivismo”
(Gaudete et exsultate, 36).
OTRAS TENTACIONES
ECLESIALES
Para finalizar su conferencia,
D. José Ignacio Munilla, tras reiterar que “estos
extremos gnósticos están mucho más presentes de lo que parece” en la Iglesia, describe lo que considera “errores gnósticos de andar por
casa”.
¿A qué se
refiere? “Uno de ellos es el divorcio
entre la Teología y la santidad” a partir de los siglos XII-XIII, y que comenta en algunos de sus
elementos principales, para terminar sentenciando: “la Teología, o es arrodillada, o es gnóstica”.
Otra desviación en el ámbito
teológico sería “la tendencia a confundir lo profundo y lo rimbombante, alambicado o
esdrújulo”. Frente a esto,
recuerda que en la historia de la Iglesia el Catecismo ha estado dirigido a
todos los fieles, desde los niños hasta los doctores. “La fe es capaz de transmitirse en un lenguaje sencillo”.
Secretaría RIES
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