La diversidad de colores en las vestiduras sagradas deben estar marcados también en nuestro corazón.
Por: Redacción | Fuente:
tallereseclesiasticosbelen.com
La diversidad de colores en las vestiduras
sagradas pretende expresar con más eficacia, aún exteriormente, tanto el
carácter propio de los misterios de la fe que se celebran, como el sentido
progresivo de la vida cristiana en el transcurso del año litúrgico. Así los
cristianos oran con sentimientos diversos evocados también por los colores de
las vestiduras litúrgicas.
BLANCO:
Se usa en tiempo pascual, tiempo de navidad, fiestas del
Señor, de la Virgen, de los ángeles, y de los santos no mártires. Es el color
del gozo pascual, de la luz y de la vida.
Expresa alegría y pureza.
ROJO:
Se usa el domingo de Ramos, el Viernes Santo,
Pentecostés, fiesta de los apóstoles y santos mártires. Significa el don del
Espíritu Santo que nos hace capaces de testimoniar la propia fe aún hasta
derramar la sangre en el martirio. Es el color de la sangre y del fuego.
VERDE:
Se usa en el tiempo ordinario (período que va desde el
Bautismo del Señor hasta Cuaresma y de Pentecostés a Adviento). Expresa la
juventud de la Iglesia, el resurgir de una vida nueva. Se usa en los oficios y Misas del «ciclo
anual».
MORADO:
Indica la esperanza, el ansia de encontrar a Jesús, el
espíritu de penitencia; por eso se usa en adviento, cuaresma y liturgia de
difuntos. Es signo de penitencia y
austeridad.
MENOS USADOS:
DORADO
o PLATEADO:
Subraya la importancia de las grandes fiestas. En los días
más solemnes pueden emplearse ornamentos más nobles, aunque no sean del
color del día
ROSA:
Subraya el gozo por la cercanía del Salvador el Tercer
Domingo de Adviento, e indica una pausa en el rigor penitencial el Cuarto
Domingo de Cuaresma. Es símbolo de alegría, pero de una alegría efímera.
AZUL:
Indica las fiestas marianas, sobre la Inmaculada Concepción.
NEGRO:
Expresión de duelo.
TODOS
ESTOS COLORES DEBEN ESTAR MARCADOS TAMBIÉN EN NUESTRO CORAZÓN:
- Debemos vivir con el vestido blanco de la
pureza, de la inocencia. Reconquistar la pureza con nuestra vida santa.
- Debemos vivir con el vestido rojo del amor
apasionado a Cristo, hasta el punto de estar dispuesto a dar nuestra vida
por Cristo, como los mártires.
- Debemos vivir el color verde de la
esperanza teologal, en estos momentos duros de nuestro mundo, tendiendo
siempre la mirada hacia la eternidad.
- Debemos vivir el vestido morado o violeta,
pues la penitencia, la humildad y la modestia deben ser alimento y
actitudes de nuestra vida cristiana.
- Debemos vivir el vestido rosa, solo de vez
en cuando, pues toda alegría humana es efímera y pasajera.
- Debemos vivir con el vestido azul mirando
continuamente el cielo, aunque tengamos los pies en la tierra.
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