|
|
|
Por: Redacción | Fuente: TeologoResponde.org |
PREGUNTA:
¿Existen los
pecados ancestrales? ¿Es católica la oración de sanación del árbol genealógico?
RESPUESTA:
En algunos sectores de la Iglesia
Católica, sobre todo en grupos de tipo carismático, se ha difundido mucho la
práctica de la oración, el rosario o las misas de “sanación
del árbol genealógico” o “sanación
intergeneracional”, que suscita grandes adhesiones, por un lado, y duras
críticas por otro. Lo cuenta Luis Santamaría, integrante de la Red
Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), en el portal Aleteia.
La Asociación Internacional de
Exorcistas ha trabajado este tema en su congreso celebrado en Roma en
septiembre de 2018, de la mano del sacerdote mexicano Rogelio Alcántara, a
quien se le pidió un estudio exhaustivo sobre el asunto. Alcántara es doctor en
Teología y director de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la
Arquidiócesis de México. Resumimos aquí su intervención.
UNOS MALES SUPUESTAMENTE HEREDADOS
El autor resume así la idea que
está en la base de la sanación intergeneracional: “los
males que padecen actualmente las personas (males psíquicos, morales, sociales,
espirituales y corporales) tienen una causa en sus antepasados. La persona
actual sería como el último eslabón de una cadena, por donde van pasando los
males que llegan a ella”. ¿De dónde vendrían estos males? De un triple
origen: las malas inclinaciones de los antepasados,
sus pecados, y las maldiciones lanzadas sobre sus descendientes. Lo que
llevaría a la persona a tener “inclinaciones y
tendencias a determinados males” o “ataduras
ancestrales” muy fuertes.
La solución propuesta al creyente
por algunos sacerdotes y grupos dedicados al ministerio de sanación y
liberación sería “sanar su árbol genealógico con
prácticas religiosas y oraciones específicas que puedan cortar esa nefasta
‘herencia’ que se ha recibido de los antepasados”, logrando la
liberación propia y el perdón de los ancestros. Para ello se realizan unos
ritos que implican asumir “nuevos conceptos como:
transferencia, influencia, maldición intergeneracional, herencia ancestral,
pegajosidad, sanación del árbol genealógico, etc.”.
¿DE DÓNDE VIENE ESTA TEORÍA?
Después de ofrecer citas
significativas de varios autores que sostienen esta idea, el padre Alcántara
afirma que no podemos encontrar ningún autor católico que haya enseñado la
doctrina del “pecado ancestral” antes de la
segunda mitad del siglo XX, por lo que “es una ‘doctrina
novedosa’, inventada, que representa un grave peligro para los que quieren
aceptar la revelación divina tal como nos la presenta la Iglesia Católica”.
Esta teoría, según el sacerdote
mexicano, “apareció por primera vez entre los
protestantes por inspiración pagana. Un misionero protestante, Kenneth
McAll, es quien dio el impulso a la práctica de ‘sanar’ el árbol
genealógico hasta convertirlo en un movimiento”. Además, estas ideas
tampoco tienen ningún fundamento filosófico ni científico. De hecho, el padre
Alcántara apunta que “el supuesto fundamento
filosófico del llamado daño ancestral es muy semejante a lo que popularmente se
conoce como el ‘karma’, idea procedente de la religión hinduista”.
Por supuesto, la doctrina del
pecado ancestral tampoco tiene fundamento teológico alguno, aunque sus
defensores “tratan de justificar su aplicación del
‘karma’ a la teología cristiana basándose en las ciencias psicológicas,
especialmente en Carl Jung”. O incluso llegan a citar la doctrina
católica del pecado original, sin fundamento.
PERO… ¿NO APARECE EN LA BIBLIA?
La idea de pecados de los
antepasados que influyen en la vida de las personas aparece en varios pasajes
del Antiguo Testamento, que Rogelio Alcántara detalla y analiza para demostrar
que la correcta interpretación de esos textos implica leerlos en su contexto,
entendiéndolos “en un progreso pedagógico de la
revelación, que llega a su plenitud en Cristo, quien nos enseña el auténtico
concepto, por ejemplo, de castigo y misericordia divina”.
Precisamente es la misericordia
de Dios el tema que se subraya en los textos bíblicos, la respuesta divina al
pecado del ser humano. Por otro lado, hay textos en el Antiguo Testamento en
los que se pone de manifiesto “que cada quien
cargará con su culpa y las consecuencias de su pecado”, es decir, que “se subraya la dimensión personal del pecado”.
De manera que en el Antiguo
Testamento “hay ya una nítida aclaración de la
relación entre las consecuencias del pecado y la culpabilidad personal”. Algo
que queda confirmado por las palabras de Jesús en los evangelios, como cuando
responde a los que le preguntaban si un ciego lo era por sus propios pecados o
por los de sus padres. Por eso, el sacerdote afirma que “a partir del análisis de los textos de la Sagrada Escritura podemos
concluir que la ‘doctrina’ del llamado ‘pecado ancestral’ y la llamada ‘oración
de sanación del árbol genealógico’ no tiene fundamento en la Revelación
sobrenatural”.
DISTINCIÓN ENTRE INFLUENCIAS, PECADOS Y
MALDICIONES
El paso siguiente en la reflexión
es aclarar los términos que se usan y distinguirlos. En primer lugar define la
influencia intergeneracional como “todo elemento
que altera o determina la forma de pensar o de actuar de alguien de una futura
generación”. La influencia de una generación a otra existe, es algo
natural, se da por cuestiones ambientales o de convivencia (como la educación
humana o religiosa, el buen o mal ejemplo, etc.).
En segundo lugar aclara
categóricamente con fundamento en la revelación que los llamados pecados
intergeneracionales o ancestrales –entendidos como pecados que se transmiten de
una generación a otra– no existen, porque el pecado es un acto libre, cuyas
consecuencias por trasgredir la ley divina: culpa y pena son personales y por
tanto intransferibles. El padre Alcántara reitera que “si
por pecados ancestrales se entienden los pecados de los antepasados que se
transfieren a la actual generación, éstos no existen, pues el único pecado que
puede transmitirse por vía de la generación es el pecado original”.
Y añade que “si por pecados ancestrales se entiende simplemente los
pecados que cometieron nuestros antepasados y que no se trasmiten a las
actuales generaciones, podría aceptarse la expresión. Sin embargo, por
prestarse a confusión y por correr el riesgo de que se interprete en el primer
sentido, es mejor evitar el vocablo”. Los pecados de un antepasado no
pueden predisponer al pecado al descendiente, sólo “podrían
influir naturalmente (ambientalmente) a modo de ejemplo en las personas
cercanas al pecador, pero no pueden predisponer a nadie al pecado”. Los
pecados se repiten en las familias, sobre todo, por el mal ejemplo.
¿TIENEN EFECTO LAS MALDICIONES?
En este punto, el teólogo
mexicano vuelve a la cuestión de “las maldiciones
que se hacen como petición al demonio” para que una persona quede
privada de algún bien. Después de analizar los distintos tipos, aborda su
efectividad: “quien maldice puede simplemente
desear el mal del otro, pero el puro deseo humano no tiene poder para causar
daño alguno. La maldición podría tener efecto cuando quien la lleva a cabo pide
el mal para otro” –ya se lo pida a Dios o al
demonio–.
Dado que Dios no responde a una
petición que busque el mal de otra persona, los únicos que podrían acceder a
cumplir las maldiciones son los demonios. ¿Y cómo
es posible? Alcántara responde: “por un
misterio –incomprensible muchas veces para nosotros– Dios permite actuar a su enemigo causando daños a sus
creaturas humanas, de orden físico, psicológico o espiritual para su conversión
y salvación”. Avanzando… ¿cuál es el alcance
de una maldición o de la brujería en el tiempo? Según el autor, un
hombre puede maldecir a sus descendientes, pero sólo a los vivos, pues no tiene
bajo su potestad a los que no han sido concebidos.
¿QUÉ PELIGROS HAY?
Para terminar, el sacerdote
mexicano afirma que “las llamadas misas (u
oraciones) para sanar el árbol genealógico no son parte de la doctrina y
liturgia católica… ni en la Revelación, ni en los Santos Padres, ni en la
historia de la teología católica hay un solo ejemplo de que ésta sea o haya
sido enseñanza católica”.
Basándose en un documento de los
obispos franceses, explica que “la llamada oración
de sanación del árbol genealógico lleva a la persona a buscar las razones de su
sufrimiento fuera de sí misma. Lo cual a su vez impide que haya un verdadero
proceso de ayuda psicológica que podría sanar al individuo. Por lo tanto, las
‘misas’ que se celebran con esta intención representan más un peligro
psicológico para los fieles que una ayuda”.
Y, por último, subraya que “estas misas desvían la caridad que deberíamos tener
hacia nuestros seres queridos difuntos. En efecto, en lugar de ofrecer misas
por ellos, pedimos misas para nosotros, en cuanto que queremos que sus pecados
dejen de afectarnos en esta vida”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario