La vidente televisiva española Pepita Vilallonga no adivinó que la acabarían condenando, tal como dice Toni Muñoz en La Vanguardia. La Audiencia de Barcelona ha dictado una pena de dos años y medio de cárcel para la popular tarotista por estafar a una cliente.
También le ha caído la misma pena a su hijo y a otro trabajador de su gabinete esotérico que realizaron
varios ritos a la víctima aprovechándose de que pasaba por un mal momento.
Pero, además, el tribunal prohíbe a Vilallonga a ejercer
cualquier actividad vinculada al esoterismo durante el tiempo de la condena.
Hay que recordar que no es la
primera vez que Vilallonga tenía problemas legales. Tal como publicamos en InfoRIES, en 2017 fue detenida por
estafar 300.000 euros a una anciana de 77 años con un trastorno de la
personalidad.
LA ASUSTARON CON LA
MUERTE
En este caso más reciente (y
que por fin ha resultado en condena), el tribunal da por probado que los condenados crearon a la víctima “un estado de pavor e
inseguridad debido a los problemas familiares y de salud que arrastraba desde hacía años”. “Aprovechando
esa vulnerabilidad de que se percató de inmediato la acusada y con
el ánimo de beneficiarse económicamente” le echaron las cartas
y le pronosticaron un mal de ojo y su muerte inminente
y la de sus mascotas.
Los tres acusados conocían “la fragilidad emocional de la víctima”, sentencia el tribunal, y quisieron aprovecharse
económicamente de ella. Le confirmaron los malos augurios, le echaron agua
bendita por la estancia además de “explicarle
un caso semejante que habían tenido en el gabinete y que había acabado con la
muerte de la hija de la familia contribuyendo a transmitir un miedo cerval por su vida que la llevó a acatar todo lo
que los acusados le fueron diciendo”.
SUCESIVOS PAGOS EN
METÁLICO
El primer día que la afectada
acudió al gabinete esotérico de Pepita Vilallonga les entregó 4.400
euros en efectivo que había extraído de un cajero cercano. Le
dijeron que “todo se solucionaría más
rápido si pagaba en metálico”.
En la segunda cita, volvieron
a indicarle que “su mal era tan grave que
precisaba de la ayuda de otras personas”,
como por ejemplo el padre Giorgio, que era
capellán en el Vaticano. Para
solicitar la ayuda del padre precisaban 10.000 euros. “Dado el
estado de pánico en el que se hallaba la víctima, ésta accedió a pagar dicha
suma”. Le dijeron que ese mismo día el padre Giorgio marchaba hacia
Jerusalén para salvar la vida de la afectada.
La sentencia también recoge
que tres días más tarde los condenados volvieron a aterrorizar
a la víctima. Le dijeron que el padre Giorgio había sufrido un
accidente al bajar del avión y que eso iba a pasarle a ella también. Por esta
razón le pidieron 17.000 euros por los servicios del Padre Giorgio,
cantidad que abonó los días siguientes y por si fuera poco le volvieron a pedir 10.000 euros más para
que así pudiera estar salvada “antes de
Navidad”.
La víctima, desesperada, aterrorizada y desorientada, volvió al Gabinete
informando de que ya no le quedaba efectivo pero los acusados, según la
sentencia, volvieron a exigirle 3.000 euros más para que el Padre Giorgio enterrara unas
prendas suyas en Jerusalén para su salvación.
La mujer volvió a llamar los
días posteriores de forma insistente para reclamar las facturas por los
supuestos servicios que había abonado hasta que se presentó en las oficinas con
una grabadora en el bolso, que los acusados detectaron y que le sustrajeron.
Allí, según los jueces, la víctima fue amedrentada.
VULNERABILIDAD
EMOCIONAL
En todo momento, la sentencia
destaca “el estado de fragilidad y vulnerabilidad emocional y que motivó que le
fuera decretada la Incapacidad Permanente en grado de invalidez absoluta”. En el juicio la víctima explicó haber pagado en
total 31.000 euros, pero renunció a recuperarlos asegurando que sólo quiere que nunca más nadie caiga en esa trampa.
De esta forma, tal como recoge
J.G. Albalat en El Periódico, el
tribunal da la razón a la acusación particular, ejercida por la abogada Judit
Cunill, ya que la fiscalía no atribuía ningún
delito. En el caso de confirmarse
esta pena, los encausados ingresarían en prisión.
La sentencia subraya que los
acusados consiguieron mediante “artimañas engañosas” colocar a
la víctima “en un estado completo
e irracional de pánico” y “pavor” para lograr que desembolsara una
cantidad de dinero. Fue, precisa, “una auténtica confabulación”.
Los acusados desarrollaban su
actividad profesional desde el gabinete esotérico L’Espai de Pepita
Vilallonga, publicitándose en medios audiovisuales. Con despacho en Barcelona, ofrecían servicios de
ocultismo, misticismo, esoterismo, rituales y venta de material mágico entre
otros.
ESCENOGRAFÍA
ORQUESTADA PARA MANIPULAR
La sentencia recuerda que, en
el momento de los hechos, Rosalía tenía 57 años y estaba en “un estado de gran fragilidad y vulnerabilidad emocional”, tal como publica Jesús García Bueno en El
País. Ese es uno de los elementos clave que han permitido acreditar la
estafa.
El otro es el testimonio
sólido de la víctima. Y el hecho de que haya “renunciado
a ser indemnizada por el perjuicio económico padecido”, lo que le otorga aún más credibilidad. “Como dice tajantemente en un momento de su declaración”, recoge la sentencia, “su objetivo es solo que los acusados no vuelvan a
cometer hechos semejantes con otras personas”.
Los magistrados admiten
que, “para un
espectador medio”, el relato
de Rosalía “puede parecer insólito”, pero insisten en
el estado de gran agitación en que se encontraba.
La versión de los acusados, en
cambio, ofrece nula credibilidad. En una “escenografía perfectamente orquestada”,
lograron ir “envolviendo” a
la víctima hasta “manipular su
voluntad”, dice la sentencia.
“TIENES UN MUERTO EN
LA ESPALDA”
En su declaración en el
juicio, Vilallonga aseguró que “jamás” había visto a la víctima y que “rara
vez” realiza directamente los servicios mágicos y esotéricos
que se prestan en su gabinete, ya que “yo
no gestiono la tienda”. Así lo
recoge Germán González en El Mundo.
“Es
otra empresa la que se dedica a la explotación de los servicios, yo sólo me
dedico a la publicidad”, a los programas de televisión y a “proporcionar
clientes”, explicó la vidente,
que también remarcó que desconocía los servicios esotéricos que la perjudicada
solicitó a otro de los condenados, aunque dejó claro que los tarotistas no
hablan de “salud”: “Nosotros tocamos el alma, es
espiritualismo, creemos en
ángeles, espíritus… Somos gente pacífica y de bien”.
Por su parte, en el
juicio la víctima explicó que acudió al gabinete de la
condenada aunque no cree en el esoterismo, pero que quería salir del “agujero negro” en el que se
encontraba.
Así relató que la vidente le
tiró las cartas en 30 segundos y le dijo: “Tienes un mal de ojo muy fuerte, tienes un muerto
en la espalda, no llegas a final de semana ni tú ni tus perros”, por lo que la derivó a un empleado para
atenderla.
La Audiencia de Barcelona
considera que la declaración de la víctima y que la participación
de Pepita Vilallonga es “clara y
evidente”, aunque descarta que los tres condenados formasen
parte de un grupo criminal, como pedía la acusación particular.
Secretaría RIES
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