SCOTT HAHN: POR QUÉ LA RELIGIÓN ES LA ÚNICA CAPAZ DE FRENAR LA CRISIS DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
Scott Hahn explica cómo la
Iglesia y la religión pueden reconstruir a la persona, la familia y la sociedad
tras la crisis de Occidente en su nuevo libro, "Es
justo y necesario".
Para el filósofo y teólogo Scott
Hahn, bendecir la mesa, afirmar que un hombre o una mujer
lo serán toda la vida o incluso
la misma fe son hechos cada vez más perseguidos. En Es justo y necesario (Palabra),
argumenta que esta nueva persecución comienza al asumir la fe como
algo privado y que los cristianos
solo tienen una forma de defenderse: aceptar que “el
futuro de la civilización depende de la religión verdadera”.
Y para el autor, el “matrimonio” homosexual es un claro ejemplo que lo ilustra. Explica que esta corriente
comenzó como “una idea radical sin apenas seguidores”. Únicamente -considera Hahn- “gracias a un uso abusivo del poder” y al rechazo social del verdadero matrimonio pudo consolidarse
rápidamente.
“A comienzos de los
años 80, el divorcio era normal en todos los estados”, relata.
Poco después “la noción más común acerca del matrimonio
era que atañía sobre todo a la convivencia y satisfacción mutua, sin relación
con los hijos y, por supuesto, sin nada que ver con una promesa sacramental realizada
ante Dios”.
Para Hahn, el camino hacia la ideología de género,
el "poliamor" o incluso a los
casamientos con uno mismo estaba servido, y todo “comenzó
con la insistencia en crear una realidad religiosa propia” al margen de
lo divino.
A lo largo de su nueva
publicación, ofrece algunas claves de cómo la Iglesia y la
religión pueden contribuir a superar la crisis
de Occidente.
1. LA RELIGIÓN,
ANTÍDOTO CONTRA LA "ESQUIZOFRENIA"
Uno de los peligros de la
modernidad son los “ídolos” que
impiden “el fin para el que fuimos creados, estar en paz con nosotros, con la comunidad y con Dios”.
La política es, para Hahn, el ejemplo más
evidente. “Periodistas y partidos buscan candidatos,
cuya religión esté claramente separada de sus obligaciones
profesionales, haciéndonos creer que hay facetas de la vida en las que Dios no
importa”.
Frente a ello, “la verdadera religión ofrece una integridad
del yo conmigo mismo, con la
comunidad, con la creación y con Dios. Si la virtud de la religión describe las
obligaciones hacia la verdad, y si la verdad es que Jesús es el principio de
integridad de todo, entonces la religión será la que reconozca y manifieste
esa integridad en nuestras vidas”.
2. GENERA PAZ Y
JUSTICIA A TRAVÉS DE LA FAMILIA
Con la aparición de las “nuevas formas de familia”, Hahn observa como “la misma idea de familia está perdiendo su
sentido: Si cualquier convivencia
puede serlo, entonces nada lo es”. Constata, además, que las únicas
relaciones que fomenta la cultura dominante “son
las que se dan entre ídolos: negociación, suspicacias y rivalidades
en las que solo puede ganar uno”.
“En el espíritu de
la verdadera religión, por el contrario,
la familia imita a la Trinidad y participa de ella”. Esto supone “tratar a los demás como portadores de
la imagen de Dios y no como unidades que compiten por los recursos y
el cariño”, pero también “dejar de lado los beneficios y las preferencias personales
a favor del bien de los demás y de toda la familia”.
A su vez, este espíritu de
sacrificio “nos prepara para llevar la paz y la justicia
al mundo que nos rodea. De
un modo natural, la sociedad empieza así a adquirir la forma de las familias
que la componen y a formar a los individuos que se han educado en esas familias
para entrar en ella.
3. ES UNA ARGAMASA QUE
AÚNA SIN UNIFORMAR
Tras la separación del orden
político de la verdad religiosa, Hahn asegura que es imposible
rechazar las fuerzas que desintegran la sociedad permaneciendo al margen de la
fe.
“No es Cristo el
que cause la división, sino el rechazo de la gracia”, explica. “Esa misma capacidad de elegir a
Cristo también implica la no elegir ninguna”. Esta última “también significa elegir contra Él”, y es el gran objetivo del
secularismo.
“El Santo
Sacrificio atrae a nuestra presencia el principio que rige el orden político en sí, que es Jesucristo”, explica. “Sin la misa, y por tanto sin
Cristo, acabaremos por abandonar la posibilidad de vivir juntos, seremos
incapaces de concebir una realidad social fuera del individuo y el resultado
será la desconfianza, la soledad y la falta de amistad”.
“Sin embargo,
existe un principio unificador”, añade. “Es la respuesta que no nos puede dar ni el liberalismo,
ni el consumismo o las políticas identitarias de izquierda o derecha. Solo un
principio social por encima y fuera de la sociedad puede prometernos
una unidad sin uniformidad: Cristo nos llama a todos hacia sí”.
¿POR QUÉ EL FUTURO DE
LA CIVILIZACIÓN DEPENDE DE LA RELIGIÓN?
“En el mismo
sentido en que la civilización depende de la santidad, lo hace también de la
Iglesia”, explica. “La
intercesión de los santos y los ángeles nos sigue sosteniendo y solo Dios sabe cuánto peor sería esta crisis sin su
auxilio”, añade.
“De nosotros
depende aceptar la invitación de Cristo a participar en su vida divina por
medio de la Iglesia”, concluye Hahn. “La civilización necesita Amor, porque sin él será
barbarie. Con el amor nuestras almas y la civilización serán más
hermosas que nada que pudiese imaginar esta cultura secular,
idólatra y nihilista”.
ARGUMENTOS CONTRA EL
LAICISMO Y UN ANÁLISIS PROFUNDO
Tras concluir el libro, el lector
dispondrá de una profunda batería de argumentos frente al laicismo desde el
ámbito individual hasta el familiar o político. También se verá enriquecido por
la capacidad del autor para abordar las causas últimas de los grandes
problemas que aquejan al
cristiano en su vida pública.
Es justo y
necesario gustará
especialmente a todos aquellos que tengan inquietud ante la crisis de Occidente
y la alternativa y soluciones que ofrece el
pensamiento católico.
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