El ejecutivo Jeff T. Green, de 44 años de edad, presidente de la firma de tecnología publicitaria The Trade Desk y el hijo nativo de Utah más rico de Estados Unidos (con una fortuna estimada por Forbes en 4.900 millones de dólares), renunció públicamente a su afiliación a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD), criticándola fuertemente por su enfoque en la acumulación de riqueza y por su historial en materia de derechos humanos, según informa Univisión.
Green, que actualmente reside
en el sur de California, había dejado la secta de los mormones en términos
pragmáticos desde hace más de una década, ya que dijo que no creía en ella, ni asistía a sus servicios, ni practicaba sus mandatos.
Recordamos a nuestros lectores
que pueden saber más sobre la IJSUD, su historia y actualidad, sus doctrinas y
sus ritos (también todo lo que la secta oculta al gran público) en el libro Los mormones. ¿De verdad sabes quiénes son?,
escrito por Vicente Jara y Jorge Núñez.
UN GRUPO QUE HACE DAÑO
Green, que se comprometió en
noviembre a donar al menos el 90 por ciento de su riqueza, también envió una
carta al presidente de la IJSUD, Russell Nelson, en la que explica que si
bien cree que la mayoría de los miembros son “buenas personas que
intentan hacer lo correcto”, también
cree que “la
iglesia está activa y actualmente haciendo daño en el mundo”.
La carta de Green acusa al liderazgo de la IJSUD de “no
ser honesto acerca de su historia, sus finanzas y sus causas”, agregando que cree que la secta mormona “ha obstaculizado el progreso global en los derechos de
las mujeres, los derechos civiles y la igualdad racial, y los derechos LGBTQ +”.
Green dice que donará 600.000
dólares a Equality Utah, y que “casi la
mitad del dinero se destinará a un nuevo programa de becas para ayudar a los
estudiantes LGBTQ + en Utah”, incluidos
los que “puedan necesitar o desear irse”, refiriéndose a la Universidad Brigham Young, y
afirma que el único contacto que desea de la IJSUD “es una carta de confirmación para
informarme de que ya no estoy en la lista como miembro”.
AUSENCIA DE UNA
AYUDA REAL
En su carta al presidente
Nelson, Green aclara que “aunque tengo un
profundo amor por muchos mormones y gratitud por muchas cosas que han llegado a
mi vida a través del mormonismo, no me he considerado miembro durante muchos
años, y me gustaría dejarles en
claro a ustedes y a los demás que no soy miembro”.
En su misiva, Green exige que
la IJSUD haga “más para ayudar al mundo y a
sus miembros”, explicando que los
mormones, “a menudo pobres”, dan dinero a la secta “esperando las
bendiciones del cielo”, y agregaó que “en cambio, creo que la iglesia
ha explotado a sus miembros y su necesidad de esperanza para construir templos,
construir centros comerciales y ranchos ganaderos, en lugar de aliviar el
sufrimiento humano dentro o fuera de la iglesia”.
Según un informe de The Washington Post,
en 2019 el fondo de inversión de la IJSUD fue objeto de una denuncia ante el Servicio de
Impuestos Internos (IRS), que la acusaba de
haber acumulado 100.000 millones de dólares en donaciones destinadas a fines
benéficos.
EL RECHAZO SUFRIDO
POR SU FAMILIA
Green, que tiene tres
hijos, deja la secta junto con 11 miembros de su familia y
un amigo. Su hermana, Jennifer
Gaerte, le dijo a The Salt Lake Tribune que tenía “esa
familia mormona perfecta” hasta
que murió el hermano de su esposo, lo que la llevó a entrar en “modo de supervivencia”.
Su esposo no asistió a la
IJSUD mientras se encontraba en duelo por la muerte de su hermano, lo que
provocó que la familia de Gaerte fuera rechazada, y otros niños a veces les
arrojaban piedras a los suyos, tal como informa The Independent.
Gaerte fue a ver a un líder de
la secta y solicitó que la liberaran de la organización juvenil Mujeres Jóvenes
de la IJSUD. El líder de le dijo que se convertiría en una miembro inactiva si
la liberaban del grupo. “Si no me libera,
yo misma lo haré”, dijo.
Un primo de Green, Doug
Whittemore, dijo que su educación había sido “maravillosa”,
pero que partes de la IJSUD le molestaban. “Algo no me cuadraba conmigo y mi instinto”, dijo Whittemore. “Fue pragmático, pero nunca
pude creer en los conceptos [religiosos], y las enseñanzas eran tan
inverosímiles como te las imaginas”.
Cuando
decidió no convertirse en misionero, su familia lo rechazó. “Muchos
de ellos no me hablaron durante años y eso aún persiste hasta el día de hoy”.
Whittemore
ahora vive en Dallas, Texas.
Green también dijo que su
infancia había sido buena y su fe había sido importante para él a
medida que crecía. “La parte más positiva
de nuestra infancia no fue la fuerte conexión que teníamos con nuestros padres,
sino con la comunidad”, dijo a The
Salt Lake Tribune. “Estoy de verdad agradecido con esa comunidad y
su gente increíble, incluidos mis antepasados que hicieron grandes sacrificios
en el nombre de Dios y de la comunidad”.
Secretaría RIES
No hay comentarios:
Publicar un comentario