En la audiencia general de este miércoles 10 de febrero, el Papa Francisco alentó a rezar cada día y en cada momento, porque la oración es nuestra fuerza y “obtiene milagros”
“Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: esta es
nuestra dignidad más grande y también es nuestra fuerza. Ánimo, recen en cada
momento, en cada situación, porque el Señor está cerca. Y cuando una oración es
según el corazón de Jesús, obtiene milagros”, dijo
el Papa.
Al continuar con su serie de catequesis sobre la oración, el Santo Padre
señaló que “quien reza es como un enamorado: lleva siempre en el corazón a la persona amada, vaya
donde vaya. Por eso, podemos rezar en cualquier momento, en los acontecimientos
de cada día: en la calle, en la oficina, en el tren; con palabras o en el
silencio de nuestro corazón”.
“Todo es asumido en este diálogo con Dios: toda
alegría se convierte en motivo de alabanza, toda prueba es ocasión para una
petición de ayuda. La oración está siempre viva en la vida, como una brasa de
fuego, también cuando la boca no habla. Todo pensamiento, incluso si es
aparentemente ‘profano’, puede ser impregnado de oración”, afirmó.
Además, el Pontífice subrayó que “también en
la inteligencia humana hay un aspecto orante; esta, de hecho, es una ventana
asomada al misterio: ilumina los pocos pasos que están delante de nosotros y
después se abre a la realidad toda entera, esta realidad que la precede y la
supera”.
“La oración cristiana infunde en el corazón humano
una esperanza invencible: cualquier experiencia que toque nuestro
camino, el amor de Dios puede convertirlo en bien”, añadió.
Luego, el Papa citó el Catecismo de la Iglesia Católica para explicar
que “aprendemos a orar en ciertos momentos
escuchando la Palabra del Señor y participando en su Misterio Pascual; pero, en
todo tiempo, en los acontecimientos de cada día, su Espíritu se nos ofrece para
que brote la oración”.
En esta línea, el Santo Padre destacó que “el
tiempo está en las manos del Padre;
lo encontramos en el presente, ni ayer ni mañana, sino hoy” y agregó que
“no existe otro maravilloso día que el hoy que
estamos viviendo. La gente que vive pensando siempre en el futuro, ‘el futuro
será mejor’, y no recibe el hoy como viene, es gente que vive en la fantasía,
no sabe recibir lo concreto del real, el hoy es real, el hoy es concreto, y la
oración se da en el hoy, Jesús viene a nuestro encuentro hoy, este hoy que
estamos viviendo”.
“Es la oración quien lo transforma en gracia, o
mejor, que nos transforma: calma la ira, mantiene el amor, multiplica la alegría,
infunde la fuerza de perdonar”, señaló el Papa.
“No se olviden: reciban el hoy. Y pensemos cuando
te viene un pensamiento de rabia, de descontento… detente… ‘Señor dónde estás,
dónde estoy yendo yo’. El Señor está allí, el Señor te dará la palabra
correcta, el consejo para ir hacia adelante sin ese zumo amargo de lo negativo,
porque siempre la oración, usando una palabra profana, es positiva, siempre te
lleva hacia adelante”, agregó.
En este sentido, el Santo Padre indicó que “cada
día que empieza, si es acogido en la oración, va acompañado de valentía, de
forma que los problemas a afrontar sean estorbos a nuestra felicidad, sino
llamadas de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él. Cuando uno está
acompañado del Señor se siente más valiente, más libre, también más feliz”.
“Por tanto, recemos siempre por todo y por todos,
también por los enemigos ¿eh? Jesús nos ha aconsejado esto, recen por los
enemigos. Recemos por nuestros seres queridos, pero también por aquellos que no
conocemos; recemos incluso por nuestros enemigos, como a menudo nos invita a hacer
la Escritura”, invitó.
De este modo, el Papa subrayó que “la
oración dispone a un amor sobreabundante” por lo que exhortó a rezar “sobre todo por las personas infelices, por aquellos que
lloran en la soledad y desesperan porque todavía haya un amor que late por
ellos” ya que “la oración
realiza milagros”.
“La oración de un cristiano ha hecho presente la
compasión de Jesús: Él de hecho miraba con gran ternura a la multitud cansada y
perdida como ovejas sin pastor. El Señor es, no olvidemos, el Señor de la
compasión, de la cercanía, de la ternura. Tres palabras para no olvidar… porque
es el estilo del Señor: cercanía, compasión y ternura”, recordó.
Finalmente, el Santo Padre explicó que “la
oración nos ayuda a amar a los otros,
a pesar de sus errores y sus pecados” y lamentó que “es una vida fea la de las personas que están siempre
juzgando, condenando, es una vida fea, infeliz, cuando Jesús vino para
salvarnos”.
“Abre tu corazón, perdona a los otros, entiende. Sé también tú cercano a los otros, ten
compasión, como Jesús. Es necesario querer a todos y cada uno recordando, en la
oración, que todos somos pecadores y al mismo tiempo amados por Dios uno a uno.
Amando así este mundo, amándolo con ternura, descubriremos que cada día y cada
cosa lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios”, concluyó el Papa.
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
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