Salud mental, se habla tanto de ella en nuestros días. Pero en nuestra mente no se detienen los pensamientos: «¿Qué habrá significado?», «¿qué hubiera pasado si…», «¿quién le habrá metido esas ideas en la cabeza?», «¿quién lo habrá herido de niño?», «¿quién sería hoy sin este trauma?».
Podemos pasar mucho tiempo,
días, meses, años preguntándonos tantas cosas: sobre relaciones de pareja,
amistades, proyectos, compañeros de trabajo, conversaciones, enfermedades,
incluso la muerte.
BUSCAMOS RESPUESTAS Y EXPLICACIONES TODO EL TIEMPO
Al parecer nos convertimos en
grandes maestros de la reflexión. Somos conscientes de tantos factores y
elementos que juegan en la vida para que algo se dé… o no.
Y finalmente: estamos
cansados. Nuestra salud mental está al borde de la locura. Nos hemos
obsesionado, nos sentimos fatigados, estresados, agotados
¿Cómo salir de esto?
Te
compartimos cinco consejos para que tu salud mental mejore de la mano del
mejor: ¡Dios!
1. DETENTE, ACALLA TU MENTE
Muchas terapias me ayudaron,
pero nada como este pasaje: «Y si tu mano derecha
te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti. Pues mejor es que se pierda uno
de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno» (Mt.5),
¿suena duro verdad?
Pero tranquilo, vamos a
aterrizar las cosas al plano de la salud mental. Si cambiamos «tu mano» por «tu
mente», la cosa se entiende mejor, ¿no te
parece?
Si nuestra mente es ocasión de
ansiedad, de perder la esperanza,
la fe o la caridad. Si nos tiene al borde de la enfermedad mental, si vivimos
castigándonos con el «qué hubiera pasado si…»
¡Para!
Detente, acalla tu mente si
solo te sirve para desesperarte, este sentimiento no viene de Dios. Intenta
hacer algo diferente de inmediato, hablarle a un amigo, escuchar una buena
canción, irte a caminar. ¡Despéjate!
2. DEJA DE PENSAR QUE TIENES QUE CONTROLAR TODO
Detrás de esta manía hay una
soberbia de querer ser Dios y entenderlo y controlarlo todo. Jesús aconsejaba
sabiamente:
«No se afanen,
pues, diciendo: ¿Qué comeremos… o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas, pero su Padre celestial sabe que tienen necesidad de todas
estas cosas.
Mas busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas se les dará
por añadidura. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de
mañana traerá su afán».
La energía que ponemos en
jugar a ser Dios —explicándolo y prediciéndolo todo— la podríamos poner en
hacer cosas que sí están en nuestro control. Lo demás dejarlo en manos de Dios.
3. TOMA DISTANCIA DE LO QUE TE ROBA LA PAZ
«Aunque tuviera
el don de profecía y descubriera todos los misterios, —el saber más elevado—…sin
tener amor, de nada me sirve» (1 Cor. 13).
Un padre me decía: «Tienes el don de la consciencia profunda, pero ¿de qué
te sirve si solo te desespera, te aísla, te llena de temor?
El
demonio se mete en lo virtuoso para salirse con la suya. Toma distancia de ese don si no te está acercando
a Dios, a ti misma y a los demás».
Pienso en cuáles son esos
lugares, situaciones o personas que te inquietan, que te roban la paz. ¿Tienes forma de alejarte de ellos? Si es así, ¿qué
esperas para tomar distancia?
4. DEJA A DIOS, SER DIOS
«No quieras ser
justo en demasía, ni te vuelvas demasiado sabio. ¿A qué destruirte?» (Ecl. 7).
¿A qué destruirnos? Hay bondades en querer profundizar, pero no al grado de
acabar con nuestra energía, salud y vida.
La
sabiduría de nuestros padres y madres en la fe estaba en dejar a Dios ser Dios y ocuparse de
lo que sí le toca. Nos obsesionamos con controlar la salud, la vida y la
muerte, el futuro, nuestra buena fama, el rumbo de nuestra vida.
Descansemos en
Dios, hagamos el esfuerzo de recurrir a Él aunque no estemos acostumbrados a
ello. «El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de
espíritu abatido» (Salmo 34, 18).
5. EVITA BUSCAR TANTAS RESPUESTAS
Ser más sencillos en la lógica
de Dios es ser más sabios. «Yo te bendigo, Padre…
porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a
conocer a los sencillos.
Sí, Padre, pues
tal ha sido tu voluntad. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos, nadie
sabe quién es el Hijo, sino el Padre» (Lc. 10).
Sé que es difícil y también sé
que todo el mundo te dice lo mismo, pero si sabes que puedes contar con Dios, ¿qué esperas para pedirle ayuda, consuelo, compañía,
amor? ¡No estás solo!
Y si quieres profundizar más
en este tema, te recomiendo los cursos online: «Logoterapia para la vida cotidiana» y «Cuidado y cultivo de la vida emocional». ¡Estoy segura de que serán de gran ayuda!
Escrito por Sandra Estrada
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