Luis Ignacio Batista nos ofrece un análisis de la obra Alicia en el país de las maravillas.
Por: Luis Ignacio Batista | Fuente: Fluvium.com
¿Has visto la película de
Alicia en el país de las maravillas? Si mal
no recuerdo, en la caricatura de Disney que lleva el mismo nombre (ca.1951) hay
una escena donde Alicia pregunta al gato: «¿cómo
puedo salir de aquí?» El gato le responde: «eso
depende de a dónde quieras ir». Alicia le dice: «no
lo sé». El gato, finalmente, apunta: «entonces
no importa por dónde salgas».
Cuántas veces somos como Alicia. Queremos salir de nuestra rutina, queremos
novedades en la vida o queremos dejar atrás lo que ya no nos gusta: el trabajo o el estudio. Queremos casi cambiar en
su totalidad la vida que llevamos. Pero no sabemos para qué lo queremos. En
este sentido, es cada vez más común la poca constancia en diversas actividades
en la vida de la gente, especialmente en las jóvenes generaciones. Podemos ver
lo frágil que es la constancia en estudios universitarios, en los noviazgos, en
la amistad. Es una constante cada vez más común en nuestra sociedad: querer cambiar pero sin saber por qué, ni cómo ni a
dónde.
Comenzar con el fin en la mente. Ese debe ser el inicio. Fijar una meta.
(Evidentemente pensamos en un fin bueno, lejos totalmente de quienes sí tienen
un fin, pero empeñado en hacer el mal). Encontrar lo que queremos ser en la
vida y luego trabajar por alcanzarlo. Sean Covey, en «Los
7 hábitos de los adolescentes altamente efectivos» dice que este es un
hábito primordial porque marca la pauta de lo que se quiere ser en la vida. Es
como un mapa, si no lo tienes no sabes a dónde debes ir. Un ejercicio que el
mismo Sean propone es imaginarnos cómo nos gustaría vernos en un año. Una vez
pensado el ideal, hay que poner los medios.
NO LAS CIRCUNSTANCIAS SINO
NUESTRO MODO DE RELACIONAR
Sin embargo, hay que ser muy conscientes de que la inconstancia se da
por un motivo: las circunstancias. Es
interesante lo que dice Sean Covey sobre la carencia de principios sólidos. Sin
principios que rijan la vida se corre el peligro de andar como veletas sin
rumbo. En cambio, quien basa su vida en principios permanece firme como un faro
en medio de la tormenta. Eso es lo que cambia: las circunstancias. Ellas son imprevistas,
volubles, dolorosas. El faro, pase lo que pase, no se mueve, porque tiene un
fin concretísimo.
Con ello queremos decir que lo importante en la vida no son las cosas que nos
sucedan. La vida, en sí misma es muy inestable. Lo importante es nuestra manera
de reaccionar frente a las circunstancias. Por eso es necesario un fin en la
mente, que dé sentido a la propia vida y la mantenga firme en las más variadas
circunstancias. Eso sí lo podemos controlar, en cambio las circunstancias, no.
Si Alicia supiera a dónde quiere ir, tal vez hubiera sido más fácil la salida.
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