ESTABA ENFADADA CON DIOS Y ALEJADA DE LA FE, PERO «EL EXORCISMO DE EMILY ROSE» LE HIZO CAMBIAR
María José Estévez nació y fue educada en una familia católica de Granada. A los 17 años su
padre falleció y poco después su
madre perdió la
vida en un accidente de tráfico. Enfadada con Dios, María José dejó la Iglesia y cayó víctima de una depresión durante años. Todo cambiaría después de ver una
película muy peculiar, El
Exorcismo de Emily Rose.
María José Estévez ha contado su testimonio en vídeo en
el canal de YouTube ADJEMA, que desde 2018 impulsa el
sacerdote Álvaro García de Movellán, con testimonios, catequesis y
enseñanzas.
SIN
PADRES DESDE LA JUVENTUD
Maria
José tenía 17 años cuando perdió a su padre y 25
cuando murió su madre. Enfadada
con Dios, cayó en una profunda depresión que le acompañaría durante años.
Un año
después, María José aceptó casarse por la Iglesia con su novio, José Manuel. Pese a no tener fe, se casaron por la Iglesia por tradición familiar.
Ella
trabajaba como auxiliar administrativa, llevaba su casa y tenía sus amistades.
Pero no quería tener hijos. “Pensaba que un hijo era un sufrimiento, y yo ya había sufrido bastante, ¿para qué sufrir más?” se
decía.
Sin
embargo, cuando cinco años después llegó su hija, Lucía, ella y su marido la
recibieron con una gran alegría, recuerda. “La bauticé, pero como en la
boda, por tradición, porque no tenía
presente a Dios en mi vida”.
La
depresión y el dolor seguían ocupando la vida de María José. “Mi vida iba bien, teníamos trabajo, mi hija
crecía sana y feliz, pero tenía un vacío dentro de mí que
no pasaba con el tiempo”.
Durante
un mal momento, una amiga se acercó a María José y le dijo que
necesitaba a Dios. Pero que si quería su ayuda, a cambio tenía que
creer.
UNA
PELÍCULA DE TERROR Y TRIBUNALES
Pocos
días después vio la película El Exorcismo de Emily Rose. Se trata de una película
de ficción de 2005, aunque inspirada en la historia real del exorcismo a
Anneliese Michel en 1976. ¿De verdad estaba Emily
Rose siendo atacada por el demonio y ayudada por Dios? Los exorcistas de
la película acaban en los tribunales y los abogados debaten. Cada
espectador puede llegar a su propia conclusión.
Su
director, Scott Derrickson, decía en 2005 que él era protestante pero que
estaba "a un libro de Chesterton de hacerme
católico". Luego se haría muy popular en el mundo de superhéroes
Marvel con Doctor Strange.
Su
objetivo con Emily Rose, dijo el director, era plantear
preguntas sobre el bien y el mal, el demonio y Dios. Y con María José Estévez lo consiguió.
“Me encantó verla, me impactó, y pensé: qué bonito tiene que ser que te sucedan cosas poco a poco para acabar
creyendo en Dios. Lo desee desde lo más profundo de mi ser”.
Poco
tiempo después de ver la película, dieron a María José unas
oraciones. Las memorizó y las comenzó a rezar todas las tardes, cuando salía a caminar. “Ya estaba buscando a Dios, y sin saberlo,
lo estaba llamando”, recuerda.
LA
DIVINA MISERICORDIA INSISTIÓ
Más
adelante, regalaron a María José más oraciones, en este caso
de la Divina Misericordia. Ella desconocía por completo esta devoción, pero
el mismo día que recibió las oraciones, “el Señor me dio
un signo”, recuerda. “Estaba en el ordenador, oyendo música, y apareció de repente la misma imagen de la
Divina Misericordia que mi folleto”. Sobresaltada, María José se puso a
rezar.
Tras
muchos años alejada de la vida sacramental, el 23 de abril de 2006 decidió
acudir a misa. María no lo sabía, pero tras años sin ir, la
primera a la que asistió fue en la celebración de la Divina
Misericordia.
“El cuadro de la Divina Misericordia estaba expuesto a los pies del
altar. El sacerdote dedicó la homilía a esta devoción, y me marcó profundamente”, recuerda.
“AL
CONFESARME, SENTÍ QUE ME HABÍAN QUITADO UNA LOSA”
Mientras
rezaba, María se dio cuenta de que “Dios estaba
conmigo, pero yo no estaba con Él”. Pensó en el mal que había hecho, y comenzó a
sentir la necesidad de confesarse.
“Pero no podía. Tenía vergüenza, no llegaba el momento ni el día”,
explica, hasta que no pudo más”. “O me confieso, o me muero”.
Se
confesó el día de Cristo Rey. “Al terminar,
parecía que me habían quitado una pesada losa. Estaba muy contenta”,
explica María, “y pensaba que ya había hecho todo
lo que tenía que hacer”.
CAMBIO
DE HÁBITOS Y VIDA DE ORACIÓN
El 1 de
enero de 2007, María tomó una decisión: cambiaría de hábitos y
comenzaría a llevar una vida de oración.
“Era el
día de Santa María”, recuerda. “Me levanté sobre
las 6 de la mañana con una
necesidad de rezar muy grande”. Entonces cogió la única
cruz que tenía en su casa, un rosario y empezó a rezar la coronilla de la
Divina Misericordia. Desde aquel
día prometió dedicar ese tiempo a la oración, y a día de hoy, lo sigue
haciendo.
“ME
CURÓ LA HERIDA QUE TENÍA EN EL CORAZÓN”
Un día,
ella estaba en el trabajo cuando llegaron unas antiguas amigas
de su madre y le hablaron de la difunta.
María José habitualmente trataba de evitar esos momentos, porque le invadía la
tristeza. Pero en esa ocasión notó que algo era distinto. “Busqué
el dolor y no lo encontré”.
Al contrario, sintió alegría.
“Era la evidencia, el milagro”, recuerda María. “Me curó la herida que tenía en
el corazón. Lo que nadie pudo hacer, ni psicólogos, ni terapias, lo hizo Dios.
Porque para Dios nada hay imposible”.
Comenzó a rezar diariamente el Rosario y se enamoró de
la misa. Un día,
durante la consagración, “las palabras del
sacerdote resonaron especialmente dentro de mí”, explica: “Era como si
estuviera en la última cena”. También acudió a varios
cursos de formación, “para mí todo era
nuevo y tenía ansia de saber y conocer la fe”. También puso orden en su
vida matrimonial.
PERDÓN,
CONSTANCIA Y ALEGRÍA
Se
consagró a la Virgen y perdonó a todos aquellos
que le habían hecho daño. Desde aquel momento, trata de que la fe ilumine toda su vida, y sobre todo, busca “la constancia en la persecución”: Tras su conversión,
“algunos se burlaban de mí, pero Dios es lo primero”.
Han
pasado 15 años desde su conversión. “No es un camino fácil, ni de rosas. Pero es el mejor.
La cruz aparece. De hecho en mi vida han aparecido, enfermedades, dos cánceres…
pero el sufrimiento se lleva de otra manera. Él te da la fuerza y la alegría”.
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