jueves, 18 de junio de 2020

¿CÓMO LOS CATÓLICOS PUEDEN MANTENER LA ESPERANZA EN TIEMPOS DIFÍCILES?


En medio de las dificultades generadas por el coronavirus COVID-19 y el confinamiento, así como las protestas y disturbios en países como Estados Unidos, los católicos cuentan con algunas herramientas que les permiten seguir manteniendo la esperanza.
El P. Phillip Bochanski, director del apostolado de Courage International que ayuda a personas con atracción hacia personas del mismo sexo, escribió un libro en el 2019 sobre La virtud de la esperanza: Cómo la confianza en Dios puede llevarte al Cielo (The Virtue of Hope: How confidence in God can lead you to Heaven).
El sacerdote dice que los católicos esperan algún día ser bienvenidos a la vida eterna en el Cielo y que podemos llenarnos de esperanza de que el mundo se está desarrollando de acuerdo al plan divino de Dios.
“Si olvidamos que estamos pasando por este mundo y que nuestro objetivo es en realidad el mundo futuro, nuestra perspectiva moral de las cosas cambia. Así que la esperanza nos mantiene conscientes de esa realidad, de que estamos en camino, de que no hemos llegado a nuestro destino”, dijo el P. Bochanski a CNA, agencia en inglés del Grupo ACI. 
“Eso marca la diferencia en la forma en que cumplimos con nuestras responsabilidades diarias, pero también del cuadro completo, como qué es lo que estamos atravesando en este momento”.
El sacerdote comentó que hay una diferencia entre ser optimista, en un sentido católico, y ser simplemente optimista, sanguíneo o ingenuo.
En su libro, el P. Bochanski señala que la clásica definición católica de la virtud, que proviene de Santo Tomás de Aquino, es un “buen hábito”, algo que repetimos una y otra vez, hasta que se convierte en una segunda naturaleza.
Algunas personas pueden estar más dispuestas a tener esperanza debido a su personalidad, dijo el P. Bochanski, pero la idea de la esperanza como una virtud significa que debe ser practicada, ejercida y buscada.
La esperanza es una de las tres “virtudes teologales”, junto con la fe y el amor. El P. Bochanski explicó que a pesar de que estas virtudes teologales provienen de Dios, todavía tenemos que trabajar en ellas poniéndolas en práctica y ejercitándolas.
“Crecemos en la esperanza al esforzarnos por tener esperanza, al dejar que moldee nuestras acciones, y cuanto más podamos vivir con esperanza, más fácil será tenerla”, dijo.
Para los católicos, la esperanza comienza con reconocer que Dios está a cargo.
“La esperanza, para nosotros, significa confiar en que Dios tiene un plan, y que está elaborando su plan incluso si no podemos ver cómo funcionará o si preferiríamos un momento diferente”, dijo el P. Bochanski.
Además, aseguró que “Jesús modela las virtudes para los cristianos”, y el hecho de que Él nunca dudó de la misión salvadora de Dios es un modelo de esperanza para nosotros.
“Él no necesitaba tener esperanzas en el sentido de tener en absoluto dudas o no saber lo que iba a suceder, pero nos muestra esperanza en la forma en que con calma y perseverancia lleva a cabo su misión”, dijo.
En el episodio bíblico de la tentación de Jesús en el desierto, por ejemplo, el diablo le ofrece  varios “atajos” en torno al plan del Padre. Cristo, porque conoce el plan del Padre, rechaza las tentaciones del diablo y lleva a cabo resueltamente lo que el Padre puso delante de Él.
El P. Bochanski dijo que aquello que parece la ausencia o el silencio de Dios, significa en realidad que está trabajando de maneras que aún no podemos ver ni percibir.
“La esperanza nos devuelve a esa realidad de que Él nunca está ausente. Y aunque no puedo verlo en este momento, confío en Él lo suficiente como para esperar a que me muestre lo que puedo ser capaz en cada momento. Si hacemos nuestra parte, Dios también hará su parte y cumplirá su plan para nuestras vidas”, dijo.
El sacerdote recuerda que en medio de las crisis, puede ser fácil asumir el mismo nivel emocional que las voces que escuchamos en las noticias, y que tener esperanza en el mundo de hoy tiene mucho que ver con mantener la calma, al mantener la situación en perspectiva.
“No estoy llamado a salvar al mundo entero. Es posible que no pueda hacer mucho en el gran esquema de las cosas, pero en mi vocación, en mi familia, en mi trabajo, en mi círculo de amigos y en mi trabajo, debo seguir haciendo la tarea que Dios me ha encomendado hacer y no entrar en pánico”, dijo el P. Bochanski.
El presbítero resalta que al diablo le gusta enfatizar nuestra aparente impotencia o distraernos de las tareas cotidianas más pequeñas y los actos de amor que nos han encomendado.
“Esto a veces puede conducir al estado espiritual de acedia, una especie de tristeza por las cosas que son bienes espirituales”, indicó. 
También dijo que hay una cierta cantidad de justicia que podemos lograr en un mundo caído, pero que la justicia definitiva no se realizará hasta el último día.
“La esperanza nos mantiene enfocados en este paso del viaje. Un paso a la vez, una tarea a la vez, una responsabilidad a la vez, en lugar de dejar que nos asustemos o que estemos demasiado ansiosos por tener que hacer algo enorme. Nos ayuda a mantener nuestros ojos en las pequeñas cosas frente a nosotros y mantener el mundo en perspectiva”, dijo.
El P. Bochanski dijo que escuchó de muchas personas que se sentían ansiosas, inquietas y asustadas en los primeros días del encierro por el coronavirus, todas reacciones razonables, pero aseguró que la esperanza ayuda a los cristianos a evitar que las emociones del momento los desvíen.
“Si alguien está abrumado o ansioso por algo, modelar la esperanza para ellos no solo ayudará a recordarles que la situación actual no es la última palabra, sino que también puede ayudar a mantener la reacción de esa persona en perspectiva”, dijo.
El sacerdote especificó que eso no significa simplemente decirle a las personas que están preocupadas que no se preocupen, sino modelar una actitud esperanzadora para ellas.
“Nuestra esperanza siempre está en alguien o algo, pero cuando nuestra esperanza está en Dios, es lo más real que existe. No puede ser una falsa esperanza, porque se basa en nuestra comprensión de quién es Dios”, indicó.
“Si tienes un amigo que es omnipotente y se ofrece a ayudarte, debes dejarlo”, agregó.
El P. Bochanski recomendó leer, así como su libro, la encíclica sobre la esperanza de 2007 del Papa Benedicto XVI, Spe Salvi.
“La paradoja del discipulado es la libertad mediante la rendición a Dios, pero el orgullo nos hace pensar que podemos manejar todo nosotros mismos. Para reducir la sensación de impotencia, tome tiempo para orar y evaluar lo que Dios le está pidiendo que haga”, aconsejó el P. Bochanski. 
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
Redacción ACI Prensa

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