En
un exorcismo, los demonios dijeron que el Infierno lo habían creado ellos, no
Dios.
El Purgatorio debe ser fruto de la misericordia del Padre Celestial.
En mi
experiencia de exorcista, he tenido mucho contacto con las almas del
Purgatorio. Créame que es impresionantísimo. Desde entonces oro constantemente
por ellas.
Lo que
les comunico lo hago con toda sencillez y humildad porque creo que es
importante que nosotros renovemos nuestro amor por ellas. Me dirán: «¿Y Ud. ve a las almas del Purgatorio?» No, nunca he visto con mis ojos a las almas del
Purgatorio durante los exorcismos. Solamente las oigo hablar cuando emergen de
las personas afectadas por entes maléficos o durante las oraciones que hacemos
por personas que sufren.
En el
equipo de liberación con el que trabajo, hay personas a quienes el Señor les ha
dado el carisma de ver y escuchar a las almas del Purgatorio. Todo esto es muy
misterioso. Yo no logro comprender muchas cosas.
Mi
interés es transmitirles a ustedes varias ideas que puedan ayudarles a mejorar
su percepción sobre lo que está más allá de la muerte y sobre todo a AMAR GRANDEMENTE A LOS DIFUNTOS. A mi manera de
ver, hay que erradicar la creencia de que las almas cuando mueren “ya están gozando de Dios”.
Se les
hace su novenario de misas y “ya cumplimos”; al
año su otra misa, y santas pascuas. “Ya está en el
Cielo”. Todo eso es falso. Cuántas veces oigo decir: “Pobrecito, sufrió tanto antes de morir; ahora ya está
descansando, contemplando a Dios”.
No
y No y No.
Muy pocas
almas van directamente al Cielo. La inmensa mayoría entra en un estado de
purificación propio que se caracteriza por grandes sufrimientos.
Oscuridad,
soledad, tristeza, dolor infinito en el alma. Y pasan largos años, muchos años
en ese estado. Piden oraciones: Misas, Rosarios,
Viacrucis.
Yo tengo
una larga lista de personas que han dado su nombre, apellido, año en que
murieron, han dicho sus pecados, han pedido cosas, han pedido que les perdone
sus pecados.
La
inmensa mayoría de los que vienen a mí son mis parientes difuntos. La inmensa
mayoría yo no los conocía. He tenido que ir a buscarlos a los árboles
genealógicos y allí los he encontrado.
Exactamente
como ellos lo dicen. Nombres y apellidos exactos. Edad, fecha de muerte,
circunstancias de la muerte exactas. Yo me quedo “helado”.
Todos se
presentan llorando, llorando, llorando. Vestidos de gris la mayoría. Ellos
solamente hablan lo que Dios les permite decir. Yo no les pregunto más que lo
mínimo para verificar si no se trata de un engaño diabólico.
El
demonio no pide perdón, no se confiesa, no reconoce sus pecados, no ora, no es
humilde, no reconoce a Jesucristo como a su Señor y su Dios.
Las almas
del Purgatorio son prioridad para la Iglesia. Deben ser prioridad para todos
nosotros.
El ayuno
estricto, los sacrificios, las limosnas, las buenas obras, las oraciones y
sobre todo las misas y comuniones ofrecidas por los difuntos les ayudan
enormemente. Siempre piden misas.
El protestantismo
ha hecho un daño inmenso a las almas del Purgatorio. Los pastores evangélicos
enseñan que no hay Purgatorio. Eso es un gravísimo error. Han echado a la
basura las indulgencias, cuando éstas son un inmenso auxilio para los difuntos.
Hay almas
de pastores evangélicos que aparecen durante las oraciones de exorcismos y
siempre lloran y piden perdón por haber enseñado errores. En este párrafo Jesús
nos enseña el gran valor de la oración por los difuntos.
Recordemos
que esas almas por las que oramos nos ayudan. Ellas no pueden obtener nada para
ellas mismas, pero sí pueden interceder por nosotros.
En
consecuencia debemos evitar hasta el más mínimo pecado para no manchar el alma
y no “ganar” purgatorio. Debemos hacer
muchas obras de caridad para disminuir nuestro purgatorio.
Aprovechemos
para ganar el mayor número de indulgencias, parciales y plenarias.
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