La mujer
le preguntó: ¿A cuánto estás vendiendo los huevos?
El viejo
vendedor respondió: A S/6.00 el kilo de huevo, señora".
Ella le
dijo: "Tomaré 1 kilo de huevos por s/5.00 - o me
iré.
El
anciano vendedor respondió: Esta bien señora, llévelos
al precio que usted quiera. Puede ser, que este sea un buen comienzo, porque
hoy no he podido vender ni un solo huevo.
Ella tomó
los huevos y se fue sintiendo que había ganado. Se subió a su automóvil y se
fue a un elegante restaurante con una amiga.
Allí,
ella y su amiga, ordenaron de la carta, lo que más les gustaba. Comieron un
poco y dejaron mucho de lo que ordenaron. Luego ella fue a pagar la cuenta. La
factura le costó S/ 38.00 -. Ella dio S/ 40.00 - y le pidieron al dueño del
restaurante que se quedara con el cambio.
Este
incidente podría haber parecido bastante normal para el propietario pero, muy
doloroso para el pobre y anciano vendedor de huevos.
La
cuestión es:
¿Por qué siempre demostramos que tenemos el poder cuando compramos a los
necesitados? ¿Y por qué somos tan generosos con aquellos que ni siquiera
necesitan nuestra generosidad? ¿Por qué nos gusta tanto vivir de las
apariencias.
Mi padre
solía comprar productos simples a los pobres a precios altos, aunque no los
necesitaba. A veces solía pagarles más.
Me
preocupé por este acto y le pregunté por qué lo hacía. Entonces mi padre
respondió: "Es una caridad envuelta en dignidad,
hijo mío"
Sé que la mayoría de ustedes no
compartirán este mensaje, pero si sienten que la gente necesita ver esto, difundanlo.
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