Te abruman tantos
problemas, parece que no hay salida. Oras y oras y parece que tu oración no es
escuchada...
Por: Abraham Soto | Fuente: Catolicos Con Acción
Seguramente la noche anterior no has podido
dormir pensando en cómo solucionar el problema que tienes ahora mismo. Das
vuelta de un lado al otro y no sabes cómo salir de el y menos cuándo acabará.
De la misma manera están tus compañeros de
clase, de trabajo o familiares. Todos tenemos problemas en la casa, con los
amigos, en el trabajo, en fin… Si los problemas se convirtieran en un tesoro,
pronto serías rico.
Oras y oras y parece que tu oración no es
escuchada por Dios, pues los problemas empeoran y día a día se te suman más. Y
la fe pronto se va debilitando hasta que te alejas de Dios.
A lo mejor estás leyendo este artículo desde una
cama de enfermo, o desde tu oficina en medio de miles de actividades y regaños
de tu jefe o quizá desde la universidad y ya no puedes con la carga académica.
O tal vez en tu casa en medio de los problemas económicos de la familia y por
qué no en medio de los conflictos en tu noviazgo.
¿Por qué a mi? es la
pregunta que frecuentemente repites.
Ahora te pregunto: ¿Acaso no has
deseado alguna vez ser rico? ¿Recuerdas cuando arriba escribí “si los problemas
se convirtieran en un tesoro, pronto serías rico?
Hoy te propongo una buena idea, a lo mejor no la
perfecta, pero sí la que te ayudará a sobrellevar los problemas. En cada problema, identifica lo positivo. Cada problema trae consigo un
tesoro, ese que aún no has descubierto porque sigues empeñado en quejarte.
Tómate un par de minutos.
Piensa. Reflexiona. Pregúntate: ¿Cuál es el tesoro de mi problema? ¿Cuál es el
lado positivo? ¿De qué me está salvando Dios?
Muchas veces nosotros queremos que las cosas ya
sucedan, que los problemas se solucionen o que simplemente no existan. Dios sí
existe y sus pensamientos no son iguales a los tuyos, ni tampoco a los míos. Su
pensamiento y amor es divino, todo tiene un propósito, un tesoro.
¿Y María? Ella
te ama diciéndote: “No se entristezca tu corazón ni
te llenes de angustia. ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿Acaso no soy
tu ayuda y protección?”.
¡Ánimo! ¡Dios tiene un gran
tesoro para ti!
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