(ECOS de la CAVERNA) Entre los grupos católicos radicales o “católicos ortodoxos” (llamados así en medicina
por la forma cuadrada de sus cabezas), es común considerar que las medidas
impuestas a la Iglesia y a su liturgia con la excusa de la epidemia de COVID-19 son una forma de ensayar actos tiránicos contra la libertad
religiosa. La realidad no podría ser más diferente.
Este diario, acudiendo a fuentes
habitualmente disparatadas, ha podido confirmar que lo que sucede es justamente
lo contrario: las medidas de cuarentena y los disturbios raciales
posteriores son, en realidad, parte de una vasta conspiración tradicionalista. El símbolo, de la conspiración, oculto
a plena luz del día, es el As de Bastos golpeando una cabeza herética, según la
famosa frase de Torquemada: quot capita tot
garrotazos.
Los planes de los conspiradores son
sibilinos e incluyen preparar una “restauración monárquico-inquisitorial” so
capa de protestar contra el racismo o de protegerse contra el virus. De la
obligación de llevar la máscara a la costumbre de que las mujeres se pongan el velo en la
iglesia, como mandaba San Pablo, solo hay un paso. Los
activistas ultracatólicos practican derribando estatuas presuntamente racistas con el fin de entrenarse
para tirar por tierra las horrendas iglesias de cemento que, según dijo uno de
ellos, “nos quitan la fe”.
Del mismo modo, los supuestos gritos que
reclaman “acabar
con la policía”, en realidad corresponden a la consigna
tradicionalista de “acabar con la Compañía”, es decir, con los
jesuitas, orden conocida por su carácter progresista. Incluso los llamamientos
a no comer carne encubren el intento de volver a la costumbre de abstenerse de
carne los viernes, ya que, según ha averiguado nuestro experto canonista, “comer saltamontes y otros bichos, como dice la niña sueca
esa, no incumple la abstinencia”.
Nuestras fuentes han confirmado que la
famosa organización yanqui Black Lives Matter no es más que una tapadera de la sociedad secreta
ultracatólica llamada Black Sotanas Matter, que en latín significa “La Madre de todas las Sotanas Negras” [censurado
insulto racista]. Los miembros de esta organización consideran que las corbatas
son “un invento de Satanás” y que el camino
del infierno está “pavimentado con camisas de
cuadros”.
Todo esto, sin embargo, apenas tiene importancia
en comparación con el monumental descubrimiento realizado por ECOS de la CAVERNA.
Tras una ardua investigación, hemos podido demostrar que la declaración por
los manifestantes de una zona autónoma en el centro de la ciudad norteamericana
de Seattle, con barricadas y ocupación de una comisaría, no
es un mero ejercicio inocente de su libertad democrática.
En efecto, cuando nuestros redactores
examinaron una fotografía aérea de esta “zona
autónoma”, descubrieron asombrados que tenía una disposición
exactamente igual a la del Estado del Vaticano, hasta en los más mínimos
detalles. Es inevitable deducir que la supuesta ocupación de ese pequeño barrio
es poco más que un ensayo de los ultracatólicos con miras a su verdadero
objetivo: una invasión militar del
Vaticano a sangre y fuego.
Según hemos podido saber, los
conspiradores desean colgar de los pulgares a la mitad de los burócratas
vaticanos y, como primer paso, planean asediar el Vaticano a base de novenas,
rosarios, escapularios, primeros viernes, cilicios, sacrificios y ayunos.
Ninguno de los expertos teólogos jesuitas consultados ha podido aclararnos el
significado de esos términos, pero algunos temen que pueda tratarse de armas de
destrucción masiva.
Hasta el momento, los dirigentes de la
conspiración se
mantienen anónimos y solo utilizan nombres en clave de carácter bíblico: “BienaventURados los KE lloran”, “VIGA en el ojo ajeNO” y
“vivan san LUIS y san FERNANDO”.
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