¡El católico
emprendedor vale oro! De pronto una idea, tantos sueños, horas desvelados, trabajo arduo que
parece no tener fin. Dificultades en el camino, desilusiones, tanta
persistencia, la ayuda que llega y el ansiado resultado que se espera, ¡hay tanto en juego!
El
video de hoy habla del proceso en el cual una idea se convierte en una obra de
emprendimiento. Se mencionan distintas fases
como el nacimiento de la idea, la confianza en la misma y el compromiso que
implica ir desarrollándola.
Se título «Relago para emprendedores» y es producido por «By Hours», plataforma
online que permite reservar la hora de entrada y salida de un hotel pagando
solo por las horas en las que se va a utilizar el servicio (¡Una buena idea!).
Luego de que lo veas, recuerdes todo por lo que has pasado para llegar hasta donde estás hoy y se te dibuje una sonrisa en el rostro, te invito a reflexionar en algunos elementos apostólicos.
Luego de que lo veas, recuerdes todo por lo que has pasado para llegar hasta donde estás hoy y se te dibuje una sonrisa en el rostro, te invito a reflexionar en algunos elementos apostólicos.
1. EL MUNDO DEL EMPRENDIMIENTO NUNCA HA SIDO ALGO
AJENO PARA LOS CATÓLICOS
Todo lo contrario, es uno de
los espacios que tenemos para expresar nuestra fe y desplegarnos en el
apostolado. En la búsqueda por vivir plenamente la vida cristiana a la que
hemos sido llamados por Dios.
Si Cristo mismo dio gloria a
su Padre emprendiendo jornadas laborales en su taller de carpintería junto a
san José, ¿por qué yo no debería hacer lo mismo con
mi emprendimiento?
2. NO HABLAMOS DE EMPRESARIOS CATÓLICOS, SINO DE
CATÓLICOS CUYO TRABAJO ES LA EMPRESA
Contamos con los mismos
conocimientos, medios, sentimientos, oportunidades, dificultades y tentaciones
que los no católicos. Si tenemos dilemas éticos o
morales no es porque seamos católicos, sino porque somos personas, y está claro que las
decisiones inmorales nos degradan sin importar religión, filosofía de vida, o
credo personal.
Sin embargo, ser católicos sí
puede ayudarnos a entender el sentido de los gozos y las fatigas del mundo
empresarial. Sus dificultades y oportunidades, además de donarnos una vida
espiritual y una visión cruciforme de la realidad que nos permite perseverar en
el servicio y en el amor.
3. SER CATÓLICO EMPRENDEDOR VALE TODA LA PENA
El que es emprendedor, a pesar
del miedo —que es una experiencia muy pero muy humana— no se amilana ni se
detiene, persevera, eso sí, con prudencia. Esto no es otra cosa sino discernir
en toda circunstancia nuestro verdadero bien y elegir los medios adecuados para
realizarlo.
Frecuentemente las personas
prefieren no actuar, pues así evitan exponerse y sentirse incómodos o
vulnerables. Esto los aleja de cumplir un papel importantísimo, el de ser
agentes de cambio en la sociedad.
Quien no arriesga no solo no
gana, si no que podría estar perdiendo mucho más de lo pensaba tener «asegurado» en un principio.
4. EL VALOR AÑADIDO DEL CATÓLICO QUE EMPRENDE
El valor radica en saber que
este es más que mera rentabilidad y beneficios. Un católico
emprendedor debe poseer la conciencia de que la idea, el negocio y los
frutos son del Señor.
Y que es Él quien bendice
nuestra cooperación y nos permite, de alguna manera, participar en su obra
redentora. Dios se alegra porque sabe que nuestro trabajo es un importante
ámbito en nuestro camino de santidad.
Creo que esta es la verdadera
razón por la que —como se dice en el video— ¡ser emprendedor mola mucho!
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO
Estas son algunas preguntas
que puedes usar en tu grupo de trabajo, con tu familia o amigos: ¿Dejas que tu emprendimiento sea guiado por Dios?,
¿consideras que tu vida cristiana y tu trabajo son incompatibles?, ¿por qué?
¿Te parece que
en el mundo del trabajo y la empresa es difícil anunciar al Señor?, ¿crees que
haces los esfuerzos necesarios para fomentar un diálogo sincero y abierto?,
¿cuáles son los medios concretos en tu vida laboral para que puedas ser un
agente de cambio en la sociedad?
Escrito por Luis Delgado
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