EL DOCTOR JUSTO AZNAR HACE UNA
EXPLICACIÓN CIENTÍFICA Y MORAL DE ESTE ASUNTO
En estos momentos existen 136 proyectos en marcha
para desarrollar una vacuna contra el coronavirus
Durante
los últimos días se ha cargado duramente
en la prensa y en las redes sociales contra el cardenal Cañizares por
afirmar en su homilía de Corpus Christi que se usan células de fetos abortados
en la investigación de vacunas contra el coronavirus.
Pese a
las burlas, las críticas e incluso calificar de bulo sus palabras la realidad
es que las revistas científicas y los expertos sí confirman que
es cierto que se realizan vacunas con líneas celulares obtenidas de abortos provocados.
Para
arrojar luz en este polémico asunto el doctor Justo
Aznar, experto en Bioética, actualmente director del
Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia y en el
pasado jefe del Departamento de Biopatología Clínica y Coordinador de la Unidad
de Investigación Bioquímica del Hospital Universitario ‘La Fe’ de Valencia, ha querido hacer una explicación de
esta polémica desde dos vertientes: científica y moral.
EL
AVANCE PARA LA OBTENCIÓN DE UNA VACUNA
De este
modo, el doctor Aznar específica que la parte científica aborda la
situación de cómo se encuentran las investigaciones para la obtención de una
vacuna contra el COVID-19, y en
la que se especifica en qué vacunas se han utilizado para su producción líneas
celulares obtenidas de fetos de abortos humanos provocados, y una segunda en la
que se reflexiona desde un punto de vista moral sobre si estas
últimas vacunas pueden ser o no utilizadas.
Desde el
punto de vista científico, este médico miembro también del Observatorio de Bióetica de Valencia especifica que la OMS asegura que en
el momento actual existen 136 proyectos en marcha para desarrollar una vacuna
contra el COVID-19. De ellos, según se indica en la revista Science del 12 de junio de
2020, solamente en seis se están utilizando, para
la producción de la vacuna, líneas celulares obtenidas de fetos humanos de
abortos provocados.
CÉLULAS
DE ABORTOS PROVOCADOS EN DÉCADAS PASADAS
Justo Aznar
señala que “no se trata de células obtenidas de abortos
actuales, sino de células producidas a partir de dos líneas celulares fetales
generadas en las décadas de los 70/80
del siglo pasado a partir de abortos provocados”.
De este
modo, este experto indica que la primera de ellas, la HEK-293, se obtuvo de
riñones de un feto abortado. Es ésta una línea celular que ha sido ampliamente
utilizada en la investigación científica y en la industria. La segunda es la
PER-C6, línea de células producida por la firma farmacéutica Janssen, filial de
Jonhson & Jonhson, se obtuvo de células de retina de un feto de 18 semanas
abortado en 1985. Ambas líneas celulares han sido
desarrolladas en el laboratorio de biología molecular Alex Van der Eb, de la
Universidad de Leiden, en Holanda.
“De los seis proyectos de producción de vacunas en los que se han
utilizado las células fetales humanas anteriormente comentadas, hay dos
proyectos, uno chino, promovido por la firma CanSino Biologics Inc., del
Instituto de Biotecnología de Pekín, y otro de la Universidad de Oxford, en
colaboración con la firma farmacéutica AstraZeneca que ya están en fase de
ensayo clínico, el primero en fase 2 y el segundo acaba de pasar a la fase 3”, indica el doctor Aznar. Los otros cuatro aún no han
iniciado los ensayos clínicos.
De los
130 proyectos que no utilizan estas líneas de células fetales humanas
únicamente uno se encuentra en fase 2. “Esta nos
parece que es la situación científica actual de los proyectos de producción de
una vacuna contra el COVID-19. Otras siete vacunas estarían siendo probadas en ensayos clínicos,
en fases menos avanzadas, ninguna de las cuales se estaría investigando
mediante el uso de células fetales”, afirma.
Para
hacer una explicación moral del uso de estas células fetales el doctor Aznar se
remite a dos documentos de la Pontificia Academia de la Vida, que en su opinión
trata el tema de una manera exhaustiva.
QUÉ
VACUNAS SE PODRÍAN UTILIZAR
En el primero de ellos, de 2005, titulado, Reflexiones
morales sobre las vacunas preparadas a partir de células derivadas de fetos
humanos abortados”, se realiza
una amplia valoración moral sobre el tema, haciendo especial referencia al tema
de la “cooperación al mal” desde un punto de
vista de la doctrina moral católica, estableciendo
una clara distinción entre lo que es una “cooperación material” y una
“cooperación formal”, a la vez que dentro de la “cooperación material” distingue dos categorías, la cooperación
inmediata (directa) y la mediata (indirecta).
Por ello,
Aznar indica que “tras una amplia reflexión en este
sentido, el documento concluye que ‘hay que especificar que esta reflexión
moral se hace al hilo de utilizar vacunas contra determinadas enfermedades
infantiles’, pues entonces, naturalmente, no se había planteado la vacunación
contra el COVID-19, pero la valoración moral establecida en ese documento, es a
nuestro juicio, perfectamente extrapolable al juicio moral sobre la vacunación contra el
COVID-19”.
El segundo documento
de la Academia Pontifica para la Vida en colaboración con los obispos italianos
también reflexiona sobre estas vacunas. Y este texto asegura que “hoy día no es ya necesario obtener células de
nuevos abortos voluntarios y que
las líneas de células en las que las vacunas han sido basadas se derivan de dos
líneas de fetos originalmente abortados en la década de los 60 del siglo
pasado”.
Además,
el texto añade además que “a la luz de los avances
médicos y otras características en la preparación de las vacunas, la valoración
moral, sobre el uso de estas vacunas debería ser revisada y actualizada, haciendo
especial hincapié en el hecho de que las líneas celulares actualmente utilizadas
se obtuvieron de abortos provocados hace mucho tiempo y que, por tanto, una
evaluación ética negativa de su uso no es fácil de establecer”.
Por otro
lado, añade el documento que “la obligación
moral de garantizar la vacunación para una cobertura de la salud de otros es no
menos urgente, especialmente en cuanto se refiere a la seguridad de los más
vulnerables, tales como las mujeres embarazadas y aquellas personas afectadas
de procesos de inmunodeficiencia”.
UTILIZACIÓN
MOMENTÁNEA HASTA LA OBTENCIÓN DE OTRAS MEJORES
De este
modo, este experto médico indica que la Pontifica Academia concluye que “las
características técnicas de la producción de las vacunas más comúnmente
utilizadas en la infancia, nos llevan a excluir que existe una cooperación
moralmente relevante entre quienes usan estas vacunas hoy en día y la práctica
del aborto voluntario. Por lo tanto, creemos que todas las vacunas
recomendadas clínicamente pueden usarse con la conciencia tranquila y que el
uso de tales vacunas no significa algún tipo de cooperación con el aborto
voluntario”.
“Resumiendo todo lo anteriormente expuesto, nos parece que si se ponen a
disposición del público vacunas contra el COVID-19, en cuya producción se hayan
utilizado células de fetos humanos abortados voluntariamente, estas
podrían utilizarse temporalmente hasta que no haya disponibles otras vacunas
similares, que se hayan producido sin utilizar tales tipos de células fetales.
Es decir, siempre se trata de una autorización temporal hasta que no se
disponga de vacunas moralmente aceptables”, afirma el
doctor Aznar.
Sin
embargo, hace una consideración muy relevante. “En
los datos científicos que se han comentado, solamente existe un ensayo clínico
en fase 2, el de Moderna / NIAID en el que no se han utilizado células fetales,
por lo que es posible que éste esté a disposición del público paralelamente a
los dos ensayos en los que se han utilizado células de fetos humanos abortados.
Si
en algún momento estuvieran disponibles estas 3 vacunas, indudablemente, desde
un punto de vista moral, habría que utilizar la que no ha usado para su
producción células de fetos de abortos humanos provocados”, asegura.
Finalmente,
Justo Aznar concluye su escrito asegurando que “esta autorización moral no
excluye la obligación de que científicos, autoridades eclesiásticas,
organizaciones sociales e incluso individuos particulares, tengamos que animar, por todos los medios moralmente
posibles, para que se pongan todos los esfuerzos necesarios en la consecución
de vacunas en las que para su producción no se hayan utilizado células de fetos
humanos de abortos provocados”.
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