“A estos hombres (Pedro y Pablo), maestros de una
vida santa, vino a agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo
sufrido muchos suplicios y tormentos también por emulación, se han convertido
para nosotros en un magnífico ejemplo”, señalaba
en una carta a los Corintios el Papa San Clemente I.
Con el anuncio de la Buena Nueva de los Apóstoles, el número de fieles
fue cada vez más en aumento. Sin embargo, el Senado romano rechazó esta nueva
religión que era contraria a las tradiciones de Roma y la declaró ilícita hacia
el año 35 d.C.
Más adelante, Nerón para librarse de la acusación de haber incendiado
Roma, culpó a los cristianos, acusándolos de ser una religión maléfica que
practicaba el canibalismo, al no entender el sentido de la Eucaristía, y
difamándolos como incestuosos, por la costumbre que tenían de llamarse hermanos
y darse el beso de la paz.
Fue así que se desencadenó una serie de persecuciones en la que miles de
cristianos dieron su vida por proclamar y creer en el verdadero amor de Dios
que Jesucristo enseñó.
El martirologio jeronimiano es el primero en conmemorar el martirio de
más de 900 personas en tiempos de Nerón con fecha 29 de junio, el mismo día de
San Pedro y San Pablo.
Mientras que se le atribuye a San Pío V la primera mención en el Martirologio
Romano de estos protomártires con fecha 24 de junio. En la actualidad, la
Iglesia los conmemora cada 30 de junio.
Redacción ACI Prensa
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