En medio de las dificultades generadas por el
coronavirus COVID-19 y el confinamiento, así como las protestas y disturbios en
países como Estados Unidos, los católicos cuentan con algunas herramientas que
les permiten seguir manteniendo la esperanza.
El P. Phillip Bochanski, director del apostolado de Courage
International que ayuda a personas con atracción hacia personas del mismo sexo,
escribió un libro en el 2019 sobre “La virtud de la
esperanza: Cómo la confianza en Dios puede llevarte al Cielo” (The Virtue of Hope: How confidence in God can
lead you to Heaven).
El sacerdote dice que los católicos esperan algún día ser bienvenidos a
la vida eterna en el Cielo y que podemos llenarnos de esperanza de que el mundo
se está desarrollando de acuerdo al plan divino de Dios.
“Si olvidamos que estamos pasando por este mundo y
que nuestro objetivo es en realidad el mundo futuro, nuestra perspectiva moral
de las cosas cambia. Así que la esperanza nos mantiene conscientes de esa
realidad, de que estamos en camino, de que no hemos llegado a nuestro destino”,
dijo el P. Bochanski a CNA, agencia en inglés del
Grupo ACI.
“Eso marca la diferencia en la forma en que
cumplimos con nuestras responsabilidades diarias, pero también del cuadro
completo, como qué es lo que estamos atravesando en este momento”.
El sacerdote comentó que hay una diferencia entre ser optimista, en un
sentido católico, y ser simplemente optimista, sanguíneo o ingenuo.
En su libro, el P. Bochanski señala que la clásica definición católica
de la virtud, que proviene de Santo Tomás de Aquino, es un “buen hábito”, algo que repetimos una y otra vez,
hasta que se convierte en una segunda naturaleza.
Algunas personas pueden estar más dispuestas a tener esperanza debido a
su personalidad, dijo el P. Bochanski, pero la idea de la esperanza como una
virtud significa que debe ser practicada, ejercida y buscada.
La esperanza es una de las tres “virtudes
teologales”, junto con la fe y el amor. El P. Bochanski explicó que a
pesar de que estas virtudes teologales provienen de Dios, todavía tenemos que
trabajar en ellas poniéndolas en práctica y ejercitándolas.
“Crecemos en la esperanza al esforzarnos por tener
esperanza, al dejar que moldee nuestras acciones, y cuanto más podamos vivir
con esperanza, más fácil será tenerla”, dijo.
Para los católicos, la
esperanza comienza con reconocer que Dios está a cargo.
“La esperanza, para nosotros, significa confiar en
que Dios tiene un plan, y que está elaborando su plan incluso si no podemos ver
cómo funcionará o si preferiríamos un momento diferente”, dijo el P. Bochanski.
Además, aseguró que “Jesús modela las
virtudes para los cristianos”, y el hecho de que Él nunca dudó de la
misión salvadora de Dios es un modelo de esperanza para nosotros.
“Él no necesitaba tener esperanzas en el sentido de
tener en absoluto dudas o no saber lo que iba a suceder, pero nos muestra
esperanza en la forma en que con calma y perseverancia lleva a cabo su misión”,
dijo.
En el episodio bíblico de la tentación de Jesús en el desierto, por
ejemplo, el diablo le ofrece varios “atajos” en
torno al plan del Padre. Cristo, porque conoce el plan del Padre, rechaza las
tentaciones del diablo y lleva a cabo resueltamente lo que el Padre puso
delante de Él.
El P. Bochanski dijo que aquello que parece la ausencia o el silencio de
Dios, significa en realidad que está trabajando de maneras que aún no podemos
ver ni percibir.
“La esperanza nos devuelve a esa realidad de que Él
nunca está ausente. Y aunque no puedo verlo en este momento, confío en Él lo
suficiente como para esperar a que me muestre lo que puedo ser capaz en cada
momento. Si hacemos nuestra parte, Dios también hará su parte y cumplirá su
plan para nuestras vidas”, dijo.
El sacerdote recuerda que en medio de las crisis, puede ser fácil asumir
el mismo nivel emocional que las voces que escuchamos en las noticias, y que
tener esperanza en el mundo de hoy tiene mucho que ver con mantener la calma,
al mantener la situación en perspectiva.
“No estoy llamado a salvar al mundo entero. Es
posible que no pueda hacer mucho en el gran esquema de las cosas, pero en mi
vocación, en mi familia, en mi trabajo, en mi círculo de amigos y en mi
trabajo, debo seguir haciendo la tarea que Dios me ha encomendado hacer y no
entrar en pánico”, dijo el P. Bochanski.
El presbítero resalta que al diablo le gusta enfatizar nuestra aparente
impotencia o distraernos de las tareas cotidianas más pequeñas y los actos de
amor que nos han encomendado.
“Esto a veces puede conducir al estado espiritual
de acedia, una especie de tristeza por las cosas que son bienes espirituales”, indicó.
También dijo que hay una cierta cantidad de justicia que podemos lograr
en un mundo caído, pero que la justicia definitiva no se realizará hasta el
último día.
“La esperanza nos mantiene enfocados en este paso
del viaje. Un paso a la vez, una tarea a la vez, una responsabilidad a la vez,
en lugar de dejar que nos asustemos o que estemos demasiado ansiosos por tener
que hacer algo enorme. Nos ayuda a mantener nuestros ojos en las pequeñas cosas
frente a nosotros y mantener el mundo en perspectiva”, dijo.
El P. Bochanski dijo que escuchó de muchas personas que se sentían
ansiosas, inquietas y asustadas en los primeros días del encierro por el
coronavirus, todas reacciones razonables, pero aseguró que la esperanza ayuda a
los cristianos a evitar que las emociones del momento los desvíen.
“Si alguien está abrumado o ansioso por algo,
modelar la esperanza para ellos no solo ayudará a recordarles que la situación
actual no es la última palabra, sino que también puede ayudar a mantener la
reacción de esa persona en perspectiva”, dijo.
El sacerdote especificó que eso no significa simplemente decirle a las
personas que están preocupadas que no se preocupen, sino modelar una actitud
esperanzadora para ellas.
“Nuestra esperanza siempre está en alguien o algo,
pero cuando nuestra esperanza está en Dios, es lo más real que existe. No puede
ser una falsa esperanza, porque se basa en nuestra comprensión de quién es
Dios”, indicó.
“Si tienes un amigo que es omnipotente y se ofrece
a ayudarte, debes dejarlo”, agregó.
El P. Bochanski recomendó leer, así como su libro, la encíclica sobre la
esperanza de 2007 del Papa Benedicto XVI, Spe
Salvi.
“La paradoja del discipulado es la libertad
mediante la rendición a Dios, pero el orgullo nos hace pensar que podemos
manejar todo nosotros mismos. Para reducir la sensación de impotencia, tome
tiempo para orar y evaluar lo que Dios le está pidiendo que haga”, aconsejó el P. Bochanski.
Traducido y adaptado por Diego López
Marina. Publicado originalmente en CNA.
Redacción ACI
Prensa
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