Un amigo me
envía la siguiente consulta:
PREGUNTA:
José Miguel los testigos de
Jehová me dicen que en Lucas 22,24 al 26 que dice en la Biblia Reina Valera: “Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de
ellos sería el mayor. Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean
de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores, mas
no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que
dirige, como el que sirve.”
Los testigos de Jehová me
dijeron que si Pedro es la piedra de la iglesia y era el
mayor entre ellos ¿porque ahí no lo dijo?”
RESPUESTA:
Antes de abordar el tema en
cuestión quiero hacer una precisión: cuando uno
recibe una objeción cómo esta, de la que no sabe la respuesta, lo primero que
recomiendo hacer es reflexionar serenamente el argumento para
encontrar si tiene fallas, y es que la apologética no se limita a
aprender respuestas ya dadas (memorización), sino en base a lo aprendido estar
preparado para responder preguntas que no se ha escuchado antes.
Si bien esta pregunta es muy
frecuente, lo que yo voy a dar es mi propia respuesta, en base a mi limitada
comprensión, del por qué creo yo que ese argumento es falaz. Seguramente haya
respuestas mejores que la mía, pero aquí les dejo la mía.
Ante todo partamos de la
premisa real enmascarada en una pregunta: el testigo de Jehová lo que hace es
establecer una suposición: Si Jesús hubiese querido designar a Pedro
como el “mayor” hubiese aprovechado allí de decirlo”.
En ese punto encontramos la
primera falacia (probablemente un non-sequitur),
porque no afirmar algo no implica necesariamente negarlo.
La alternativa puede ser tan simple como que pudo haber otro motivo por
el cual Jesús no respondió la pregunta directamente, por ejemplo, querer
aprovechar la ocasión para dejar una enseñanza más importante. Y eso fue
precisamente lo que ocurrió cuando les hizo notar que no deberían estar
preocupados por quien será el mayor y el menor, sino en servir.
Y es que estamos acostumbrados
en nuestro mundo actual en que el que tiene autoridad lo suele hacer para
servirse a sí mismo, pero la esencia de la autoridad consiste precisamente que
es un servicio a los demás. Si alguien quiere ser el mayor del Reino de los
Cielos, por tanto debe ser el mayor servidor de todos (moraleja).
Por tanto, Jesús al no
responder directamente no está diciendo que en el Reino de los cielos no habrá
nadie mayor que nadie. Cuando Jesús habló de Juan el Bautista dijo: “En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista;
sin embargo, el más pequeño en el Reino
de los Cielos es mayor que él.” (Mateo,
11,11)
En otra ocasión que a Jesús le
hicieron la misma pregunta tampoco responde directamente, sino que vuelve a
aprovechar para dejar otra enseñanza: “En aquel
momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: «¿Quién es, pues, el
mayor en el Reino de los Cielos?» El llamó a un niño, le puso en medio de ellos
y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis
en el Reino de los Cielos. Así pues, quien
se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.” (Mateo 18,1-4)
Si vamos al extremo de tomar
el razonamiento del testigo de Jehová en serio tendríamos que concluir que
nadie será mayor que nadie en el Reino de los Cielos, porque sino Jesús lo
hubiese dicho ALLÍ. Lo cierto es que
utilizando este razonamiento falaz podemos suponer cualquier cosa por más
absurda que sea, pongamos algunos ejemplos:
-
Si san Juan hubiese querido enseñar la doctrina de la Trinidad hubiese usado la
palabra Trinidad en el capítulo 1 de su Evangelio.
-
Si Jesús hubiese sido inocente de las acusaciones que le hicieron se hubiese
defendido
-
Si Jesús hubiese sido Todopoderoso hubiese bajado de la Cruz.
-
Si Jesús hubiese resucitado realmente se hubiese mostrado al mundo entero.
-
Etc. etc.
Lo cierto es que todas esas
suposiciones se responden con un simple: NO NECESARIAMENTE. Lo mismo en
este caso, no necesariamente Jesús tuvo que señalar allí a Pedro como “el mayor”, que dicho sea de paso, no se refería
precisamente a lo que el Testigo de Jehová asume, y allí debemos hacer una
segunda distinción:
Ser quien en determinado momento ejerce autoridad en la Iglesia militante no garantiza un “lugar” en el Reino de los Cielos (porque el
Reino de los cielos es mucho más amplio que eso). Como ya he dicho: la autoridad en la Iglesia es un servicio, y
quien la ejerce puede hacerlo mejor o peor y terminar siendo el más pequeño
del reino de los cielos o incluso condenarse (como ilustró Dante cuando
en su Divina Comedia en pleno siglo XIII, colocó un Papa en la antecámara del
averno [1]).
Si pensáramos que ser Papa le
hace a alguien el “mayor” en el Reino de los cielos, ¿cómo
creen los testigos de Jehová que pensamos que repartirán los lugares los Papas
que han habido? ¿harán una especie de sorteo?
Evidentemente la santidad
personal y el mérito gracioso tienen relación con el lugar que cada quien
tendrá en el Reino de los cielos: “Jesús les
dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración,
cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos,
para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Mat 19,28), no
sabemos cómo ni cuanto, pero sabemos que será el Dios Padre quien dará a cada
quien su respectivo lugar:
“Se
acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro,
queremos, nos concedas lo que te pidamos.» Él les dijo: «¿Qué queréis que os
conceda?» Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno
a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís.
¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con
que yo voy a ser bautizado?» Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo:
«La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el
bautismo conque yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino
que es para quienes está preparado.»” (Mateo 10,35-40)
En resumen: la pregunta del
testigo de Jehová parte de una suposición falaz basada en un texto que se
refiere a otra cosa. Cuando Jesús quiso hablar del lugar de autoridad que Simón
tendría en la Iglesia militante lo hizo: le cambió el nombre a Pedro y
le entregó las llaves del Reino de los cielos. Si bien a todos les da el poder de atar y
desatar, sólo a Él entrega las llaves. Sólo él encabeza todas las listas
numeradas de los apóstoles, figurando Judas en el último lugar. Allí tienen la
respuesta a su pregunta, y no esperar que en cada momento en donde a Jesús le
preguntasen algo, él tenga que afirmar lo que ya diría en otro momento.
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REFERENCIAS
[1] Si bien San
Celestino V fue un Papa al que Dante consideró un cobarde por haber renunciado
al Papado, y de allí que le presentara en el infierno, la imagen que presenta
no corresponde a la realidad, y de hecho este Papa fue posteriormente
canonizado. Sin embargo, el ejemplo ilustra bien que en la Iglesia Católica
nunca se ha pensado que alguien por el hecho de ser Papa, es por eso más o
menos santo, o no puede llegar a condenarse.
José Miguel
Arráiz
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