viernes, 24 de enero de 2020

¿SABÍAS QUE EL SAGRARIO ES UN REFUGIO PARA LAS ALMAS? (BELLOS TESTIMONIOS)


A menudo me escriben lectores de mis libros contándome las penurias de sus vidas, aquellos sufrimientos que les rompen el corazón y desgarran sus almas. Suelo responder que no soy bueno para dar consejos. En realidad, soy un simple escritor.
Cuando empecé este apostolado de la palabra escrita le dije a Dios: “Yo escribo. Tú toca los corazones”. Y lo ha hecho de maravilla. Por eso confiado, me atrevo a sugerirles que visiten a Jesús. Él tiene todas las respuestas.
Les sugiero: “Ve al sagrario y habla con Jesús. Él está allí presente. Te espera para sanar tu ama, es un refugio seguro en la adversidad. Jesús que es Dios, Todopoderoso. Sabiendo ante quién te vas a encontrar, puedes ir confiado que te escuchará con atención, te va a dar un abrazo al alma y te llenará de ternura.”
Sé con certeza absoluta que Jesús quiere sanarlos, darles las gracias que necesitan para continuar el difícil camino de la vida, Él  anhela que lo visiten para llenarnos de amor. Suelo decirme: “Si las personas supieran… todo sería diferente para ellos”.
Conozco cientos de casos de personas que les he sugerido que vayan a verlo al sagrario y regresan renovadas, transformadas. Es impresionante. Jesús no se deja ganar en generosidad y amor.
“Es un refugio para el alma adolorida”, me dicen. “Ahora voy todos los días a verlo. Es el mejor momento del día porque sé que me ama y me siento amada, protegida, abrazada”.
Un lector de Aleteia me compartió este hermoso testimonio:
“Aquella tarde salí de casa y aproveché que tenía tiempo y me fui hasta la parroquia. Necesitaba un lugar para reflexionar y estar tranquilo, y en casa no iba a poder. Llegué a San Agustín y me fui directo al Sagrario y ¡Oh sorpresa! No me acordaba que todos los días jueves hay una hora santa de adoración Eucarística para pedir por las vocaciones religiosas y sacerdotales.  Allí estaba Jesús, en un pequeño Santísimo que guardamos en el Sagrario.
Me quedé un rato y le puse mis problemas en sus manos. En ese momento di gracias a Dios por todas sus bendiciones.
 Jesús me esperaba con sus brazos abiertos y calmó mi angustia, borró mis inquietudes. Me dio paz y serenidad en el alma.  Jesús me esperaba… ¿te das cuenta?… Jesús me esperaba.” 
………..
¿Has tenido alguna bella experiencia ante Jesús escondido en el sagrario? Compártela con nosotros.
¡Dios te bendiga!
P. Luis Toro

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