He de confesar que durante toda mi vida he
estado involucrada en la iglesia, Dios me ha permitido estar en catequesis,
monaguilla unos 3 años, desde los 15 años soy lectora, he podido participar en
un par de encuentros juveniles, por gracia de Dios también participé como
viviente en un retiro juvenil de 3 días en los que realmente viví cosas
maravillosas, ese día el Señor me enseñó a que debo amar sin prejuicios; y en
el camino he conocido personas increíbles, donde cada una de ellas me
enseña un poquito de la vida y de la fe.
Pensarán, ¿bueno y
entonces, qué con eso?, pues bien, resulta que “a
pesar” de ello, de tantas llamadas de Dios, de tanto buscar cómo
enamorarme, yo no me dejaba conquistar por completo, siempre había algo, un “pero”: mi edad, mis pecados, mis miedos, gente iba y
gente venía y sin embargo; yo seguía poniendo excusas, en el transcurso de mi
vida he cometido errores, he lastimado personas y algunas me han lastimado a
mí, he fallado y he caído (obvio, es la vida, vaya sorpresa); y muchas veces le
reclamé a Dios por esto.
Siempre escuchaba la frase “Jesús murió por sus pecados” pero no terminaba de
entenderla, no me terminaba de calzar cómo es que había muerto por mí, siendo
yo así; cómo era que sabía mis pecados tantísimos años atrás; y eso me daba
vueltas en la cabeza constantemente.
Como ya he contado en otros post durante este
año he pasado por altos y bajos, algunos muy bajos creo yo, y justo en esos
momentos me llegué a sentir realmente sola, le reclamé a Dios y le pregunté, o
bueno le dije en realidad, que cómo era posible que no me ayudara ni un
poquito, que por qué si llevaba toda mi vida en la iglesia, por qué las cosas
no salían como yo planeaba, que por qué si yo estudiaba me dejaba sola, que ya
esto era complicado de todas maneras, que por qué permitía que se me
dificultara todavía más; entonces, empecé a pensar a que todo era por mis
pecados, yo decía “obvio, es que cómo me va a
ayudar si cometo tantos errores”…
Resulta que como Él todo nos lo responde, el 6
de agosto sería el día en el que me respondería mis preguntas, llegué a misa de
6:00 pm y ya iba como con el corazón sensible (Dios 1 – Daniela 0), me dispuse
a ofrecer la misa y a darle gracias; ese día el evangelio era el de la
Transfiguración del Señor (Dios 2 – Daniela 0); Ese día el sacerdote se refirió
en el sermón a la transfiguración que debemos tener cada uno de nosotros (Dios
3 – Daniela ya lloraba) para entrar en Gracia con Dios, para llegar al cielo,
en lo que debemos dejar atrás; empecé a entender que no importa el pasado, que
entre el puente y el río hay un abismo de misericordia, que si decidimos
transfigurarnos, dejar el pasado atrás y abrir el corazón a Dios, su
misericordia nos va a abrazar.
Ya estaba lo suficientemente “sacudida”, las piezas empezaban a moverse, del
resto se encargó Dios, en el momento de la consagración; he de confesar que
nunca antes lo había sentido tan ahí, tan cerca, tan amigo y tan Padre como ese
día; cuando iba a misa sabía que durante la consagración su Cuerpo y Sangre
están ahí, en el altar, en el Pan y en el Vino, pero ese día no solo lo sabía,
también lo sentía.
Ese día me abrazó con su misericordia, le pedí
perdón, una y otra, y otra, y otra vez; y le di gracias muchas veces, porque
durante 21 años me ha dado más de lo que merezco, me regaló una familia
maravillosa en donde me han enseñado valores y me han ayudado a formarme, pero
donde me enseñaron por primera vez de su amor; porque entendí que siempre me
dio la mano cuando me caí, porque nunca me dejó sola; porque Él me había mirado
con misericordia y me había elegido, porque me había elegido incluso antes de
nacer, y lo hizo porque me amó, me amó primero, antes de todo, Él me amó; y
porque me amó buscó perdonarme antes de todo, Jesús se entregó por mí porque me
amó antes de Todo.
“Antes de formarte en el
vientre te conocí, Antes que salieras del
seno te consagré.” Jeremías 1, 4-5
¿Ya no peca? Se
preguntará más de una persona, ¡nah! Claro
que sí, no me orgullece decirlo, jamás; pero claro que peco, en esta ecuación
el único perfecto, sin macha es Él; pero ahora camino diferente, ahora camino
sintiéndome amada, y camino con la mente más clara, que sí, hay Uno que me ama,
sí, hay Uno que me perdona los pecados, sí, hay uno que me espera con los
brazos abiertos; pero no por eso yo voy a hacer “lo
que me da la gana”; si Él me da amor y fidelidad, yo también quiero
darle amor y fidelidad.
Por último y no menos importante; así como
la Virgen intercedió en el primer milagro de Jesús, en las Bodas de Caná cuando
el vino se terminó Juan 2, 1-12; sé que ese 6 de agosto la Virgen también
intercedió para que yo pudiera sentir el amor de Dios; de eso no tengo duda,
todo sucedió en la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima; y de hecho semanas
después me permitió vivir una celebración muy linda en medio del 100
aniversario de las apariciones.
Gracias por tomarse el tiempo de leerme, gracias
porque esto para mí no fue de un día y ya, fue verdaderamente importante, ahora
entiendo que, si Él está primero lo demás llegará por añadidura Mateo 6, 25-34,
y justo en eso trabajo ahora, en la confianza porque muchas veces yo dudé.
Daniela Sandí Torres.
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