La Iglesia Católica
que es la Iglesia fundada por Jesucristo, no tiene sentido ir a otras iglesias.
Por: Monseñor Jorge De los Santos | Fuente: elpueblocatolico.com
Esta pregunta tiene mucho fondo que no es
posible agotar en unas cuantas palabras.
Lo abordaré desde la perspectiva eclesiológica.
Vamos al Vaticano II. Al abordar la
reflexión eclesiológica del Concilio Vaticano II no se puede dejar de
considerar que el propósito del Concilio fue buscar una mayor fidelidad
de la Iglesia a Cristo, fidelidad
a su ser y a su misión en el mundo.
La Iglesia no sólo puede
ser vista desde una perspectiva jurídica o sociológica. Ella
no es, principalmente, una realidad de este mundo. La Iglesia es un misterio.
Una realidad que tiene su origen en Dios pero vive en este mundo. Esa realidad
de la Iglesia es expresada ya en los primeros números de la Constitución sobre
la Iglesia. Así, el número 2 de la Lumen gentium dice:
Dios Padre determinó
convocar a los creyentes en Cristo en la Santa Iglesia, que
fue ya prefigurada desde el origen del mundo, preparada admirablemente en la
historia del pueblo de Israel y en el Antiguo Testamento, constituida en los
últimos tiempos, manifestada por la efusión del Espíritu Santo, y que se
perfeccionará gloriosamente al fin de los siglos.
La Iglesia es, pues, un
misterio que tiene su origen en el Padre que, desde el inicio del mundo, pensó en ella
para que se desarrolle en el mundo y se perfeccione al fin de los siglos. Es
una realidad que tiene a Dios como origen y destino.
La Iglesia y la Trinidad: La
relación Iglesia y Trinidad es una hermosa verdad que el Concilio pone a la
luz. La Iglesia tiene una relación estrecha y constitutiva con la Santísima
Trinidad. Los primeros números de Lumen gentium presentan con fuerza esta
verdad. El número 2 deja en claro que el designio que da origen a la Iglesia es
un designio del Padre. Lumen gentium presenta al Padre como Aquel que creó el
mundo libérrimamente, le ofrece salvación después de la caída del hombre, elige
y predestina para la salvación y convoca a los creyentes en la Santa Iglesia.
Esta idea está presente también en otros documentos conciliares.
El carácter trinitario de
la Iglesia hace que ésta tenga una relación con cada una de las personas
divinas. El Padre tiene una relación con la Iglesia en
cuanto de Él depende el designio salvífico; por voluntad del Padre es
constituida la Iglesia como Pueblo de Dios en continuidad y discontinuidad con
el Pueblo de la Antigua Alianza; la Iglesia es la viña del Padre, la familia de
Dios, el pueblo de Dios.
Pero la Iglesia tiene también una
relación constitutiva con Cristo, es suya, su Cuerpo, la
prolongación de su misión en el mundo, hay que tener presente que «del costado
de Cristo dormido en la cruz nació “el sacramento
admirable de la Iglesia entera”.
La relación con el Espíritu
Santo es también fuertemente subrayada, Él
es quien santifica continuamente a la Iglesia, Él habita en ella, la guía, la
conduce a la verdad y la unifica en comunión y ministerio.
Una recuperación importante del Vaticano II ha
sido la vinculación constitutiva de la Iglesia con la Santísima Trinidad.
Se puede hablar mucho más de lo que es la
Iglesia, pero bastan estas pocas palabras para darse una idea de lo grande que
es la Iglesia ante los ojos de Dios y ante nosotros mismos. Estoy hablando de
la Iglesia Católica que es la Iglesia fundada por Jesucristo, no tiene sentido ir
a otras iglesias, esto representaría una ofensa a la Iglesia
verdadera de Cristo y al mismo
tiempo una falta de respeto para las otras denominaciones cristianas, pues no
es correcto asistir a un culto cuando no se tiene la fe que se celebra.
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