Una
de las principales críticas que nos hacen los protestantes y las sectas es que
nosotros nos confesamos con un hombre, y que por ello esta doctrina es
antibíblica ya que eso solo lo puede hacer Dios (Marcos 2,7). Negando
así, el sacramento de la confesión o penitencia.
¿QUÉ
ENSEÑA LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE LA CONFESIÓN?
Catecismo
Iglesia Católica
1425 "Habéis
sido lavados [...] habéis sido santificados, [...] habéis sido justificados en
el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios"
(1 Co 6,11). Es preciso darse cuenta de la grandeza del don de Dios que se nos
hace en los sacramentos de la iniciación cristiana para comprender hasta qué
punto el pecado es algo que no cabe en aquel que "se
ha revestido de Cristo" (Ga 3,27). Pero el apóstol san Juan dice
también: "Si decimos que no tenemos pecado,
nos engañamos y la verdad no está en nosotros" (1 Jn 1,8). Y el
Señor mismo nos enseñó a orar: "Perdona
nuestras ofensas" (Lc 11,4) uniendo el perdón mutuo de nuestras
ofensas al perdón que Dios concederá a nuestros pecados.
1426 La conversión a Cristo, el nuevo
nacimiento por el Bautismo, el don del Espíritu Santo, el Cuerpo y la Sangre de
Cristo recibidos como alimento nos han hecho "santos
e inmaculados ante Él" (Ef 1,4), como la Iglesia misma, esposa de
Cristo, es "santa e inmaculada ante Él"
(Ef 5,27). Sin embargo, la vida nueva recibida en la iniciación cristiana no
suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación
al pecado que la tradición llama concupiscencia, y que permanece en los
bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida
cristiana ayudados por la gracia de Dios (cf DS 1515). Esta lucha es la de la
conversión con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no cesa
de llamarnos (cf DS 1545; LG 40).
Sólo Dios
perdona el pecado
1441 Sólo Dios perdona los pecados
(cf Mc 2,7). Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sí mismo: "El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los
pecados en la tierra" (Mc 2,10) y ejerce ese poder divino: "Tus pecados están perdonados" (Mc 2,5;
Lc 7,48). Más aún, en virtud de su autoridad divina, Jesús confiere este poder
a los hombres (cf Jn 20,21-23) para que lo ejerzan en su nombre.
1442
Cristo
quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera
el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al
precio de su sangre. Sin embargo, confió el ejercicio del poder de absolución
al ministerio apostólico, que está encargado del "ministerio
de la reconciliación" (2 Co 5,18). El apóstol es enviado "en nombre de Cristo", y "es Dios mismo" quien, a través de él,
exhorta y suplica: "Dejaos reconciliar con
Dios" (2 Co 5,20).
En el
numeral 1441 se enseña que Solo Dios perdona los
pecados, por tanto la acusación protestante carece de sentido porque es
doctrina católica el creer que el único que perdona los pecados es Cristo/Dios
(nuevamente el protestante desconoce la doctrina católica). Entonces, si solo
Cristo perdona los pecados ¿por qué dejo un sacramento? ¿Por qué los sacerdotes
te absuelven los pecados? La respuesta es muy sencilla: Ellos son instrumentos de Dios, colaboradores de Dios, y
por tanto colaboran en la reconciliación del hombre con Dios (2Cor
5:18).
¿ENSEÑA
LA BIBLIA QUE PODEMOS CONFESARNOS CON UN HOMBRE?
Veamos
los antecedentes de este sacramento ya en el Antiguo Testamento: Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Yahvé. Y Natán dijo a David:
También Yahvé ha remitido tu pecado; no morirás. 2Samuel
12,13
David
había pecado, el Señor envía al profeta Natán quien le ayuda a confesar su
pecado. Cuando el profeta vio que David había reconocido su pecado, y
pedía perdón le dijo que Dios le había perdonado.
Pasemos
ahora al NT y veamos las bases bíblicas de este sacramento: Ya a San
Juan el Bautista los israelitas le confesaban sus pecados, sabían que era Dios
quien les perdonaba, pero Juan al ser enviado por Dios actuaba como
instrumento:
Marcos 1,
4-5: Juan
el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento
para el perdón de los pecados. Y salía a él toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén; y eran
bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados “.
Juan 20, 21-23: Jesús les dijo otra vez: "La paz sea con vosotros.
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo "Y cuando hubo dicho
esto, sopló sobre ellos y les dije:" Recibid el Espíritu Santo, a quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados;.. Si que los retengáis, les
quedan retenidos".
También
San Pablo lo enseña en sus cartas:
10 Y al que vosotros perdonáis, yo
también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por
vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 11
para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus
maquinaciones. 2Cor 2, 6-11
De la
misma manera que San Pablo perdona en “presencia de
Cristo”, los sacerdotes actuando en “presencia
de Cristo”, en “la persona de Cristo”, perdonan
nuestros pecados. La Reina Valera traduce por “presencia
de Cristo” la expresión griega προσώπῳ
Χριστοῦ, o sea, “prosopon Christou”. La
palabra prosopon significa concretamente persona, así que lo
que el apóstol dice es “en la persona de Cristo” lo cual le da un sentido mucho más católico a
este pasaje, y es que cuando Pedro Bautizaba, era Cristo quien bautizaba, y
cuando Pedro perdonaba era Cristo quien perdonaba, esto es, el sacerdote es
simplemente un instrumento, la gracia viene de Cristo.
De las
citas antes mencionadas, la más importante es la de Juan 20:21-23 y será sobre ella sobre la que profundicemos un poco
para dejar claro este sacramento:
Dos
puntos son importantes:
La
palabra griega usada para Soplo es: ἐνεφύσησεν
(emphusaó) que se traduce como soplar en su interior, exhalar. Esta
palabra solamente es usada en la escritura en otras dos ocasiones
(prescindiendo de los deuterocanónicos) en Gén 2,7 y en Ez 37,9-10, en estos
dos casos se observa un cambio en las personas a las cuales se les sopla el
Espíritu o aliento. Aquí se produce un cambio en su vida, pasan del
estado de muerte al estado de vida. Concretamente el sacramento de la confesión
consiste en eso, en hacer que el hombre pase de su estado de muerte espiritual,
al de vida en gracia santificante.
- Cristo
dice "como el Padre me envió(
ἀπέσταλκέν -apostelló- ) así os envió
yo" Cristo fue enviado por el Padre, para perdonar los
pecados:
Mateo
9,13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia
quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores, al arrepentimiento.
Les
anuncia que ellos van a ser sus "enviados,"
como él lo es del Padre. El, que tiene todo poder en cielos y tierra,
les "envía" ahora con una misión
concreta, con el poder de perdonar los pecados. Aquí se nos muestra como
también los hombres pueden con el perdón de Dios renovar la vida del hombre.
¿QUÉ
ENSEÑA LA HISTORIA DE LA IGLESIA?
Como toda
enseñanza católica se puede encontrar ya en los primeros siglos de la era
cristiana testimonios de cómo se ejercía este sacramento. Citaré solamente dos
para no extenderme demasiado:
San
Hipólito de Roma, en el año 225. D.C en su obra Tradición apostólica dice:
Padre, que conoces todos los corazones, concede a este siervo tuyo, que elegiste para el episcopado, que
apaciente tu santa grey y ejerza ante ti el supremo sacerdocio de manera
irreprochable sirviéndote día y noche, que sea siempre agradable en tu
presencia y ofrezca los dones de tu santa Iglesia, que tenga, en virtud del espíritu del supremo sacerdocio, el poder de
perdonar los pecados según tu mandato, que distribuya los cargos, según
tu precepto, y que desate toda atadura por el poder que diste a los apóstoles,
que te complazca por su mansedumbre y la pureza de su corazón. (San
Hipólito de Roma-Tradición Apostólica 3)
Orígenes
pocos años después escribiría:
La sexta se cumple por la abundancia de la caridad, según la palabra del
Señor: Sus pecados le son perdonados porque ha amado mucho (Lucas 7,47) Hay
todavía una séptima, áspera y penosa, que se cumple por la penitencia, cuando
el pecador baña su lecho con lágrimas y no
tiene vergüenza en confesar su pecado al Sacerdote del Señor, pidiéndole
curación. (Orígenes Homilía in Levit. II,4)
Convertidos Católicos
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