En la Sagrada Escritura, y luego en la historia bimilenaria de la
Iglesia hay momentos en los cuales Dios quiere intervenir de modo especial.
Muchas formas ha usado para ello. Una de esas han sido los sueños. Desde el
sueño de Adán en el Paraíso, por el cual Dios formó a su esposa, Eva, actuando
Él como padrino de bodas; hasta el sueño del Apocalipsis, donde son declarados
bienaventurados los que descansan en el Señor; pasando sobre todo por los
famosos sueños de San José, con los cuales Dios le decía al Santo Patriarca
cómo debía obrar para defender al Niño Dios y a su Santísima Madre de las
asechanzas de los enemigos.
Uno de
los santos que se ha distinguido por haber recibido revelaciones de Dios a
través de los sueños es San Juan Bosco. Por medio de ellos, Dios le revelaba el
destino de la Iglesia, del mundo, de su propia congregación religiosa, del alma
de los jóvenes a su cuidado, etc.
Coloco aquí un sueño (n. 86) referido a la Patagonia argentina, recibido
en 1872, donde él sueña lo que efectivamente sucedió con sus hijos espirituales
en el sur del continente americano… Desde este sueño se puede narrar muy
fácilmente toda la historia de la evangelización de este extremo sur del mundo.
LA PATAGONIA
El
siguiente es el sueño que animó a Don Bosco a enviar a sus salesianos como
misioneros al extremo sur de América.
Lo narró
por primera vez al Papa Pío IX. Después lo contó varias veces a sus salesianos.
Soñé que
estaba en una región salvaje, totalmente desconocida. Era una llanura
completamente sin cultivar, en la cual no se veían montañas ni colinas.
Solamente en sus lejanísimos límites se veían escabrosas montañas. Vi en ellas
muchos grupos de hombres que la recorrían. Estaban casi desnudos. Eran de
altura y estatura extraordinaria, de aspecto feroz.
Cabellos
largos y ásperos. El color de su piel era oscuro y negruzco y sobre las
espaldas llevaban mantos de pieles de animales. Usaban como armas una lanza
larga y una honda para lanzar piedras.
Estos
grupos de hombres esparcidos acá y allá se dedicaban a diversas actividades.
Unos corrían detrás de las fieras para darles cacería. Otros peleaban entre sí,
tribu contra tribu; y un tercer grupo de batalla contra soldados blancos que
llegaban. El suelo estaba lleno de cadáveres.
Luego
aparecieron en el extremo de la llanura varios grupos de misioneros de diversas
comunidades religiosas y se dedicaron a enseñar el Evangelio a aquellos
salvajes, pero ellos se lanzaban contra los misioneros con furor diabólico y
los mataban y los descuartizaban, y después seguían peleando entre ellos
mismos.
Yo
pensaba: ¿Cómo lograr convertir a esta gente tan
salvaje? Pero luego vi aparecer otro grupo de misioneros. Se acercaban a
los salvajes con rostros alegres y precedidos de un grupo de muchachos.
Yo
temblaba pensando: ¡Los van a matar también! Me
acerqué a ellos y pude ver que eran nuestros salesianos. Los primeros que
llegaban me eran muy conocidos. Los otros son gente que vendrá después y que no
logré conocer.
Quise
detenerlos para que no se acercaran a los salvajes porque los podían matar,
pero vi luego con admiración que la llegada de ellos llenaba de alegría a
aquellas tribus salvajes, las cuales dejaban las armas, cambiaban su ferocidad
en amabilidad y recibían a nuestros misioneros con las mayores demostraciones
de buena voluntad.
Y vi que
los misioneros salesianos se acercaban a los salvajes y les enseñaban el
Evangelio y éstos lo aceptaban de muy buena gana; y que aprendían prontamente
la religión que les enseñaban y hacían caso a los avisos y amonestaciones que
les daban los evangelizadores.
Y vi
emocionado que nuestros misioneros rezaban el Santo Rosario con aquellos
salvajes los cuales les respondían con fervor a sus oraciones.
Los
salesianos se colocaron en medio de la muchedumbre de salvajes que los rodeó, y
se arrodillaron. Aquellos hombres antes tan feroces, colocaban ahora sus armas
a los pies de los misioneros y se arrodillaron y rezaron. Y entre todos
empezaron a cantar un himno a la Virgen María con una voz tan sonora y tan
fuerte que… yo me desperté.
Este
sueño me causó mucha impresión y quedé convencido de que se trataba de un aviso
del Cielo. No comprendí en ese momento todo su significado pero sí comprendí
que se trataba de un sitio a donde deben ir nuestros misioneros, una misión en
la cual yo había pensado durante largo tiempo con mucha ilusión.
Explicación:
Al principio Don Bosco creyó que el sitio donde
debía enviar a sus misioneros salesianos era Etiopía; después que Hong Kong;
más tarde pensó que era Austria o la India, pero las gentes de estos países no
eran como él las había visto en el sueño. Hasta que al fin en 1874, dos años
después de tenido el sueño, le llegó de Argentina la invitación para enviar
misioneros a la Patagonia, en el extremo sur de América, y al conocer cómo eran
los indios de esa región pudo comprobar que eran como los que él había visto en
el sueño y envió allá a sus salesianos.
Los
indios de la Patagonia ya habían martirizado a varios misioneros de otras
comunidades, pero “los salesianos llegaron con
mucha alegría y precedidos de un grupo de jóvenes”, o sea con el sistema
de la bondad y ganándose primero a la juventud, y al lado de los muchachos
fueron llegando sus padres y dejaron las guerras y adquirieron gran estima a la
religión Católica y a los salesianos. Toda aquella región está ahora llena de
obras de los seguidores de Don Bosco.
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