EL VERDADERO PROBLEMA ES SU USO MISMO POR MENTES INMADURAS
Depositar toda la confianza en el filtro parental
puede hacer bajar la guardia a los padres respecto a prácticas de riesgo más
importantes, como bajar la edad de uso del teléfono móvil u otros dispositivos
conectados, o permitirlos en el dormitorio.
Nunca ha habido tantos expertos
en bienestar digital como
ahora. Parece que todos tienen la solución para que nuestros hijos naveguen
tranquilamente y sin peligro. Si no te has enterado de la solución definitiva
de los filtros “es que no quieres”, dicen.
Sin duda, los filtros
pueden reducir los riesgos en
comparación con niños que navegan sin filtros. Pero el filtro tiene un efecto colateral del que nunca se habla. Disminuye la percepción que los
padres tienen de los riesgos. Los padres, confiando en que los filtros son la
respuesta, adelantan la edad de introducción de las tecnologías en la
vida de su hijo y dejan entrar Internet en sus dormitorios. Por lo tanto, si bien es cierto que los filtros
se pueden usar para disminuir los riesgos de exposición en una mente preparada,
hemos de reconocer que los aumentan si se compara a un niño que navega con
filtros y uno que no navega.
A partir del momento en el que un
niño o un joven tienen acceso a Internet, si no tienen la madurez suficiente
para gestionar la atención, su curiosidad natural y su búsqueda de sensaciones
nuevas, un filtro es como ponerle puertas al campo de Internet. De hecho, el conocido hacker Kevin
Mitnick dice: "Las organizaciones gastan millones de
dólares en firewalls y dispositivos de seguridad, pero tiran
el dinero porque ninguna de estas medidas cubre el eslabón más débil de
la cadena de seguridad: la gente que usa y administra los
ordenadores". Bruce Schneier, estadounidense
experto en seguridad informática, también opina lo mismo: "Si piensas que
la tecnología puede solucionar tus problemas de seguridad, está claro que ni
entiendes los problemas ni entiendes la tecnología".
Que lo pregunten a los colegios
de Los Ángeles en los Estados Unidos. Después de haber pagado mil millones de dólares para
la compra de tabletas, trescientos alumnos consiguieron, en el plazo de una
semana, piratear el sistema de
seguridad del colegio, saltándose todos los filtros. Aquí en España, hace unos
meses, dos alumnos de Palma de Mallorca presuntamente accedieron al sistema
informático del centro donde estudian para obtener los exámenes y sacar notas
sobresalientes.
Puede parecer increíble, pero en
un estudio realizado en jóvenes de entre 12 y 18 años se encontró que el
control parental (reglas, revisión del historial y filtros) no era un elemento diferenciador entre los que consumían o no pornografía. En ese mismo
estudio se asoció el mayor consumo de pornografía con la carencia de
vínculo afectivo entre el joven y su cuidador principal. Volvemos a lo de
siempre: lo que más cuenta son las relaciones interpersonales
y el vínculo familiar. Si
pensamos que nuestro hijo necesita filtro para no consumir pornografía, quizás
sea un indicador de que no está preparado para entrar en el mundo online.
En cualquier caso, está claro que
nuestros hijos necesitan menos entrenadores de bienestar digital y más tiempo y cariño nuestro. Y
nosotros necesitamos menos industria del consejo
empaquetado, y más tiempo para estar con ellos. Necesitamos
reconectar con lo esencial y lo obvio: cada cosa en su
tiempo.
Publicado en La Razón.
Por: Catherine
L´Ecuyer
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