FRANCISCO HA BASADO SU REFLEXIÓN DE HOY EN EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS, QUE PRESENTA A JESÚS LIBERANDO A UNA PERSONA POSEÍDA POR UN "ESPÍRITU MALIGNO".
El Papa celebró este domingo
desde el balcón del Palacio Apostólico el habitual rezo del Ángelus de los
domingos. "Pienso en las adicciones, que
nos hacen esclavos, siempre insatisfechos y devoran energía, bienes
y afectos; otra cadena: pienso en las modas dominantes, que nos empujan al
perfeccionismo imposible, al consumismo y al hedonismo, que mercantilizan a las
personas y desvirtúan sus relaciones", dijo Francisco.
Las adicciones y las modas son
para el Papa las dos cadenas más fuertes que pueden apresar nuestro corazón,
pero no las únicas. El Papa ha agregado a la lista las tentaciones, el miedo, la intolerancia y la idolatría del
poder.
"TANTAS
CADENAS EN NUESTRA VIDA"
"También están
las tentaciones y los condicionamientos que socavan la autoestima, la serenidad
y la capacidad de elegir y amar la vida; otra cadena: el miedo, que hace mirar
al futuro con pesimismo, y la intolerancia, que siempre echa la culpa a los
demás; y luego está una cadena muy fea, la idolatría del poder, que
genera conflictos y recurre a las armas que matan o se sirve de
la injusticia económica y de la manipulación del pensamiento. Tantas cadenas,
tantas están en nuestra vida".
Francisco ha basado su reflexión
de hoy en el Evangelio según San Marcos, que presenta a Jesús liberando a una
persona poseída por un "espíritu
maligno": "Jesús tiene el poder de echar al diablo. Jesús libera del
poder del mal, pero -tengamos cuidado- ¡expulsa al diablo, pero no conversa con
él! Tened cuidado: con el diablo no se dialoga, porque si entráis en diálogo
con él, él gana, siempre".
Para Francisco, la manera más
eficaz de liberarnos de estas cadenas es sobre todo "invocar
a Jesús", pues es Él quien, con la fuerza de su Espíritu, quiere
repetir al maligno también hoy: "Vete, deja en
paz ese corazón, no dividas el mundo, las familias, nuestras comunidades; déjalas
vivir en paz, para que florezcan allí los frutos de mi Espíritu, no
los del tuyo. Para que reine entre ellos el amor, la alegría, la mansedumbre, y
en lugar de la violencia y los gritos de odio, haya libertad y paz, respeto y
cuidado hacia todos".
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