JORDAN PETERSON PESCANDO - NI FRÍO NI VIENTO NI CRÍTICAS LE ACHANTARÁN, Y, COMUNICADOR, PESCARÁ EN RÍO REVUELTO
Todo empezó con la
actriz Ellen Page (Juno, Kitty Pride en las películas de X-Men),
que en 2020 se declaró persona trans de género no binario, que
quiere pronombre masculino o neutro y que exige que le llamen Elliot.
También se mutiló los pechos (o pagó mucho a un cirujano para que
se lo hiciera).
El psicólogo Jordan Peterson,
seguido por millones de personas en Twitter publicó en esa red: "Ellen ha perdido sus senos a manos de un médico
criminal". Twitter le cerró la cuenta un tiempo como castigo, por decir cosas
evidentes sin mucha corrección política, pero
la recuperó más adelante.
El Colegio de
Psicólogos de Ontario, entregado a la ideología trans, llevaba desde
2018 investigando a Peterson por sus declaraciones contra esta ideología
anticientífica y médicamente dañina. Peterson ha sido firme,
por ejemplo, contra el uso de los absurdos "pronombres neutros" que
imponen los activistas de género:
"Es una cosa espantosa y moralizante", declaraba en febrero de
2022.
El Colegio de Psicólogos de
Ontario empezó a protestar en 2020, asegurando que sus "declaraciones
públicas", decían, podían "tener consecuencias negativas" para pacientes que estaban siendo tratados
por "especialistas" (es decir,
cirujanos o psicólogos del negocio del cambio de sexo). Empezaron pidiéndole
que se expresara "en tono respetuoso". Después
ya le juzgaron en su Comité de
Investigaciones, Quejas e Informes (CICR,
por sus siglas en inglés), quien dictaminó que sus tuits eran "vergonzosos, deshonrosos y/o poco
profesionales", además
de dañinos.
Hay que insistir que Peterson no
publicaba como psicólogo ni dando consejo psicológico a nadie, ni dentro de una
sesión con un cliente o paciente: hablaba en un debate público en
su cuenta de una red social.
EL
COLEGIO DE PSICÓLOGOS LE QUIERE "REEDUCAR"
Y llegó la "sentencia": el Colegio condenó al popular
psicólogo a "un curso de reeducación" (se supone que
adoctrinamiento en ideología de género)
o el colegio le retiraría la licencia de psicólogo colegiado.
Peterson se negó a
acudir al curso de "reeducación" y acudió a la justicia civil, con una pregunta: ¿puede un Colegio
Profesional perseguirle o castigarle por expresar opiniones fuera del ámbito
laboral, sobre un tema que no es laboral, en el debate público de las redes
sociales?
Incluso escribió una carta abierta al primer ministro
Justin Trudeau,
acusándole de ser culpable de la tiranía woke
En agosto de 2023, el Tribunal
Divisional de Ontario falló a favor del Colegio: "Cuando las personas se incorporan a una profesión regulada, no pierden el derecho a la libertad de expresión. Al
mismo tiempo, sin embargo, asumen obligaciones y deben respetar las normas de su
organismo regulador, que pueden limitar su libertad de
expresión".
Peterson apeló a un tribunal de
apelaciones de tres jueces, que ahora han dictado (se difundió el martes) que
se desestima su recurso: el Colegio le puede sancionar
por sus expresiones en público.
Jordan Peterson, el hombre que no
podían cancelar: todo en el wokismo consiste en dominar con amedrentamiento
hasta lograr la sumisión; basta un hombre que diga "no me someto y seguiré
hablando alto y claro" para que tiemble su reinado de terror.
PETERSON
NO SE ACHANTARÁ
¿Qué hará
Peterson? En Twitter le siguen casi 5 millones de personas, y
muchas más en todo el mundo; en YouTube y en vídeos anima a muchos a ser
valientes, a asumir responsabilidades, a plantar cara ante los abusos o ante la
propia molicie, a exigir razones que no sean el mero poder, a enfrentar todo
amedrentamiento...
En Twitter, Peterson ha escrito: "Un tribunal superior de Canadá ha dictaminado que el
Colegio de Psicólogos de Ontario tiene derecho a sentenciarme a un campo de
reeducación. No hay otras vías legales abiertas para mí en este
momento".
Y añade: "Es capitular ante los pequeños burócratas y la turba confundida,
o perder mi licencia de profesional".
En realidad, a estas
alturas, como conferenciante y escritor, Peterson ya no
necesita su licencia de psicólogo para ganarse la vida (y podría obtener otra en otro país o
región). Pero el caso le sirve para presentar batalla y mostrar como los
mecanismos woke buscan acallar a cualquier disidente, no con juicios por
injurias, calumnias o mala praxis, sino a través de entidades intermedias
tomadas por activistas (en este caso, el Colegio de Psicólogos).
Por eso, Peterson avisa que
seguirá desafiando a los que quieren acallarle: "Recordad
mis palabras: la guerra acaba de comenzar. No hay nada que podáis quitarme que no
esté dispuesto a perder. Así que tened cuidado. En serio.
Quedáis advertidos", publica en Twitter.
¿LIMITAR
UNA EXPRESIÓN QUE NO VIOLA NINGUNA LEY?
El abogado de Peterson lanza una
pregunta: "¿Hasta qué punto los límites a la
libertad de expresión, a una libertad de expresión que no es delictiva
ni ilícita, no constituyen una violación de ninguna ley? ¿En qué
medida se ven afectados los profesionales u oficios regulados en términos de lo
que pueden decir en el foro público?".
En 2016, ya avisaba James Gottrym, abogado y escritor en la Alliance Defending
Freedom: las leyes SOGI [Sexual Orientation Gender Identity]
se usan para acosar a cristianos y
a personas opuestas a la ideología de género y no sirve de nada tratar de
tranquilizar a los activistas de género con pequeñas cesiones, porque
ellos exigen la sumisión total y que se quebrante la conciencia ética de los
disidentes. Ponía ejemplos claros de cristianos acosados por
estos activistas: la fotógrafa de
bodas Elaine
Huguenin, la florista Barronelle
Stutzman, el pastelero Jack
Phillips o el impresor de camisetas Blaine Adamson. Todos ellos fueron
perseguidos y acosados judicialmente por negarse a celebrar y alabar
actividades que iban contra su conciencia (servir en una boda gay o escribir y
difundir mensajes LGTB).
En Canadá, también avisaba el sociólogo Mathieu
Bock-Côte, autor de La Révolution Racialiste: el movimiento woke busca, sea como sea,
reeducar a todos, aunque sea a golpe de amenaza y multa.
El caso de Peterson es ejemplar y los wokistas quieren que
sea ejemplificante.
También desde Europa, Rodrigo Ballester, director del Centro de Estudios Europeos del
Mathias Corvinus Collegium, avisa que no se debe ceder
en la batalla del lenguaje y la libertad de expresión (ni
género neutro, ni palabras prohibidos, ni pronombres obligados, etc...) porque
el lenguaje es la clave de esta batalla por la libertad, y el derecho a hablar
de la verdad.
En 2022, un experto abogado, Paul Diamond, que lleva 30 años
representando los derechos de cristianos en
los tribunales de mayor rango en Reino Unido y en el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, avisaba de la estrategia woke más
común: "el uso de comités de conducta profesional. Cada vez más vemos cuerpos profesionales no-legales que
van contra maestros, doctores, abogados... diciendo que no podrás practicar tu
profesión debido a tus creencias".
En vez de acudir a verdaderos tribunales,
antes los wokistas prefieren usar colegios profesionales o
asociaciones para amedrentar y reeducar.
El caso de Peterson y el Colegio
de Psicólogos de Ontario, como estamos viendo, es un ejemplo de manual.
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