"Las bendiciones pastorales y espontáneas pretenden mostrar la cercanía del Señor y de la Iglesia a todos aquellos que piden ayuda para continuar -a veces para iniciar- un camino de fe": de estas palabras del Papa Francisco pronunciadas hoy en torno a Fiducia supplicans, se podría deducir que personas que soliciten las bendiciones al margen de ese "camino" o, por ejemplo, como un acto de superstición o simple homologación, no se encontrarían enmarcadas en esta condición papal.
Así se dirigió Francisco a los
participantes en la Plenaria del
Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que fueron recibidos en
audiencia en el Palacio apostólico vaticano.
"NO
REQUIEREN PERFECCIÓN MORAL, SE BENDICE A LAS PERSONAS"
Durante el encuentro, Francisco
subrayó otros dos requisitos para impartir las bendiciones.
En primero, que "fuera de cualquier contexto y forma litúrgica no
requieren perfección moral para ser recibidas".
En segundo lugar, Francisco
subrayó que "cuando una pareja se acerca
espontáneamente a pedir [la bendición], no se bendice la unión, sino a
las personas que lo han solicitado".
Las palabras de Francisco parecen
diferir a lo expuesto por Fernández en otras ocasiones, al afirmar que las
bendiciones pueden ser para "pedir
legítimamente que Dios les conceda salud, paz, prosperidad". En este caso, ya no se
trataría de "esas cosas que todos pedimos y
que también un pecador puede implorar", sino que deberían estar
sujetas al menos al intento de llevar una vida acorde al Evangelio.
SACRAMENTOS,
DOCUMENTO DE DIGNIDAD HUMANA Y KERIGMA
Entre otros temas, se refirió a
la importancia de los sacramentos en una Iglesia que "se
nutre y crece gracias a ellos". Por ello, recordó a los ministros
la importancia del "particular
cuidado al administrarlos", así
como de "revelar a los fieles los tesoros de
gracia que comunican".
"A través de
los Sacramentos, los creyentes se vuelven capaces de profecía y testimonio. Y
nuestro tiempo tiene una necesidad particularmente urgente de profetas
de vida nueva y testigos de la caridad: ¡amemos, pues, y hagamos
amar la belleza y la fuerza salvadora de los Sacramentos!", subrayó.
En segundo lugar, llamó a los
presentes a no dejar de insistir "en la primacía
de la persona humana y en la defensa de su dignidad más allá de
toda circunstancia".
En este sentido, se refirió a la
publicación de un próximo documento sobre la dignidad de la vida humana que
Francisco confía en que ayude a la Iglesia a "garantizar"
que sea "capaz de reaccionar
ante las diferentes formas de eliminar o ignorar a los demás".
En último lugar, citó a Benedicto
XVI para recordar que en muchos lugares del mundo "la fe ya no constituye una condición evidente para la vida en común, sino que a menudo es incluso
negada, ridiculizada, marginada y ridiculizada".
Frente a esta situación, llamó "a volver a reflexionar y con mayor pasión" sobre
aspectos como "el anuncio y la comunicación de
la fe en el mundo de hoy, especialmente a las generaciones más jóvenes; la
conversión misionera de las estructuras eclesiales y de los agentes pastorales;
las nuevas culturas urbanas y, sobre todo, la centralidad del kerigma en la
vida y misión de la Iglesia".
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