NO HAY QUE TENERLE MIEDO AL ANTIGUO TESTAMENTO: ES LA HISTORIA DE NUESTRA FAMILIA
Domenech, Bronchalo y Silva son los tres curas de
la catequesis desenfadada Red de Redes
Muchos desconocen el Antiguo
Testamento y otros tienen miedo incluso a intentar entenderlo o acercarse a él.
En realidad, es la historia de "nuestra
familia", con sus errores y desastres, y el amor de Dios que
siempre vuelve, acoge y orienta, y una precuela de su gran revelación,
Jesucristo.
Los sacerdotes y youtubers Jesús
Silva, Patxi Bronchalo y Antonio Maria Domenech intentan en sus 20 minutos de
Red de Redes (episodio 39) acercar el Antiguo Testamento a su público,
aprovechando esta catequesis desenfadada que impulsa cada semana la Asociación
Católica de Propagandistas.
ES
LA PRECUELA: LO QUE PREPARA PARA CRISTO
“Las buenas
películas tienen precuela”, arranca Patxi Bronchalo, para
quien el inicio del libro del Génesis es la precuela a la historia del pueblo
de Israel. Ampliando el foco, los tres sacerdotes plantean que todo el Antiguo
Testamento puede leerse en clave
de “precuela”, o “prefiguración”, de Jesucristo.
En esta línea, plantean ejemplos llenos de simbolismo como el de Abel —que, como Jesús, era un
buen pastor y fue asesinado a pesar de ser inocente— o José, cuya túnica con
mangas —por tanto, en forma de cruz— había sido manchada con sangre de cordero.
Bronchalo también se refiere al
arca de Noé. “Es una imagen preciosa de la cruz,
por ser de madera, y de la Iglesia, como ese lugar que, en medio de las
tormentas del mundo, nos lleva a un lugar seguro”, explica.
EL
GÉNESIS: HABLA DE CÓMO SALVARSE Y TRATAR CON DIOS, NO DE CIENCIA
Los capítulos 1 a 9 del Génesis
narran los orígenes del mundo: es donde se encuentran historias tan conocidas
como la tentación de la serpiente, el diluvio universal o la torre de Babel. “La Iglesia dice que estos capítulos no pretenden ser
radicalmente históricos; lo que importa de ellos es lo que tiene que ver con la
salvación”, explica Jesús Silva.
Con todo, señala que “es probable que haya un sustrato de realidades detrás de ellos”, porque otros textos de otras culturas encontrados en la
cuenca del Mediterráneo cuentan historias muy parecidas.
“Lo que podemos considerar acontecimientos
históricos datables comienzan a partir de Génesis 10, con Abraham”,
añade.
PROMESAS
DE FAMILIA Y LIBERARSE DE LA ESCLAVITUD
Los tres sacerdotes dedican el
grueso del capítulo a resumir los acontecimientos narrados en el Antiguo
Testamento. Recuerdan la promesa de descendencia que Dios le hace a un pastor,
Abraham, cuya mujer era estéril. Narran la historia de los
12 hijos de Jacob, y el inicio de la esclavitud en Egipto —hasta
aquí el Génesis—, así como la misión de Moisés y su enfrentamiento con el
faraón.
Tras cruzar el Mar Rojo, los
israelitas han endurecido su corazón, por su estancia
en Egipto han desarrollado una tendencia idolátrica, y
el Señor les hace peregrinar 40 años por el desierto.
Al llegar a la Tierra Prometida,
empieza un periodo de conquista, guiado por jueces como Gedeón o Sansón… pero “se dan cuenta de que la tierra no es tan buena, no mana
leche ni miel: lo que el Señor les había prometido no era una tierra”, apunta
Silva.
ES
DIOS QUIEN VENCE, A MENUDO USANDO A LOS PEQUEÑOS
En este punto del relato, estamos
en el siglo XI AC, cuando empieza la época de los reyes. El elegido para
inaugurarla “como pasa siempre en la historia de la
salvación, será el más pequeño”, dice Bronchalo, y relata cómo David vence a Goliat y es elegido rey. “David
entra en Jerusalén montado en un pollino, un símbolo de que su reino será de
paz, porque los reyes guerreros entran a caballo: es el mismo gesto de realeza
que usará el Señor para entrar en Jerusalén el Domingo de Ramos, porque es hijo
de David y también quiere un reino de paz”, explica Domenech.
Richard Gere interpreta a un joven David que se enfrenta a Goliat en la
película Rey David (1985)
Poco después, el reino quedará
dividido, y entre los siglos VIII y II AC el Señor les enviará a los profetas,
para hacerles comprender —destaca Silva— que su promesa no era
de una tierra física, sino de un Mesías, un descendiente de David que cumpliría todas las promesas
hechas a los patriarcas de modo excelente y extraordinario, que sería rey,
profeta y sacerdote.
Los asirios conquistaron el reino
del norte y Babilonia, el del sur, dando lugar a la diáspora. Esta acabó con la
llegada de los persas, pero más tarde fueron conquistados por los
griegos. “Es un momento de persecución muy fuerte y
bárbara”, apunta Silva.
Finalmente, los griegos fueron
conquistados por los romanos, que trajeron la paz. “En
esta última etapa, a partir del siglo II AC se escriben los
libros sapienciales —Sabiduría, Proverbios, Eclesiastés— y se
recopilan los salmos”, apunta Silva.
JUAN
BAUTISTA, EL ÚLTIMO PROFETA
Los tres sacerdotes describen
este momento final del Antiguo Testamento: el
pueblo de Israel está sometido de nuevo a una potencia extranjera, buscando al
Mesías y esperando el cumplimiento de las promesas de Dios. Hace
varios siglos que no aparece un profeta: el último hasta entonces, Malaquías, acaba
su libro anunciando la venida de un profeta más. “Así empiezan los cuatro evangelios,
con la aparición de este último profeta, Juan el Bautista, precursor del
Mesías”, apunta Bronchalo.
“Toda esta historia —asegura el sacerdote— es para que venga Cristo, para que tú y yo podamos
conocer a Cristo”. “Toda esta historia es por ti, es por mí”, concluye, antes de
desvelar la única recomendación literaria del episodio: la Santa Biblia.
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