DIBUJANTE Y ENMARCADOR DE CUADROS... HA PUBLICADO LIBROS DE VIÑETAS SOBRE EL PAPA Y CRISTO
En 2023, el diseñador y enmarcador publicó 'Un
cuaderno de ternura', donde cuenta cómo, durante un viaje a Italia, se
encuentra con un rostro de Cristo, que fue como un "flechazo".
"Ya está. Lo
tengo. El rostro de Jesús que siempre he buscado. Tiene un aire ingenuo, como
Tintín. Pómulos rosados, dos puntitos tiernos, traviesos... y un bigote fino y
risueño, como yo. Estamos en marzo de 2020. Estoy confinado en París. Y dibujo
constantemente, sin parar. Durante años di vueltas, iba de un extremo al
otro. Pero este encierro, la soledad, hace que mi mano nunca deja de
dibujar... saca cosas de mí", escribe
Benoît Donon en La Vie.
Donon nació en la región de
Versalles (Francia), en una familia católica no muy expresiva, donde la fe no se mostraba con palabras, sino con actitudes.
Es el mayor de cuatro hermanos y ya desde pequeño tuvo una gran sensibilidad y
sentido artístico. "Siento que el trabajo de
las manos es más importante que el trabajo intelectual", reconoce.
SU
FUERZA COMPENSA MI DEBILIDAD
A los once años, Benoît empezó a
recibir clases de arte en un centro social, luego hizo cursos en la Escuela de
Bellas Artes de Versalles, donde crearía moldes de yeso, con formas de pies,
manos, rostros, el busto de Sócrates, Luis XIV, etc. "Siento
que estoy creando algo único que viene de mí. Esto eso es lo que me pide la
vida: dejar algo estrictamente personal. Y no tener éxito en mis
estudios a toda costa", explica.
Nació en una familia
católica, donde la fe no se mostraba con palabras, sino con actitudes.
La belleza y el arte han sido
siempre fundamentales en la vida de Donon, pero más importante aún ha sido su
fe. "A los seis años, cuando hice la primera
comunión decidí que Jesús sería mi 'amigo imaginario'. Era un amigo imaginario más
interesante que otros porque estaba convencido de que existía. Jesús estaba
vestido con una toga, llevaba el pelo largo, comía higos, caminaba sobre la
arena y… usaba sandalias. Un hombre que usa sandalias está siempre de
vacaciones y solo nos puede comprender y ayudar", comenta.
El artista se fue haciendo mayor
y, en la adolescencia, comenzó a estudiar Teología a la par que Historia del
Arte. "Me encontré con las representaciones
pictóricas de un Jesús majestuoso, real y fuerte. Cuando expulsa a los
mercaderes, va con el látigo, derribando todo lo que encuentra a su paso. Me
dije que su fuerza compensaría mis debilidades, que podría vengarme cuando
alguien me hiciera daño", recuerda.
Sin embargo, a los 25 años sufre
un duro golpe. "Experimento un rechazo total y
tengo la sensación de no ser nada. Comencé a trabajar en el mercado del arte,
me convertí en asistente de anticuario y me refugié en esa belleza que seguía
hablándome de Dios. Nunca consideré que Él fuera la causa de mi
infelicidad, siempre he estado convencido de que me ama tal como y soy,
incondicionalmente. Es el único que cumple sus promesas: una promesa
de amor, de confianza. Dios es fiel", comenta.
JESÚS,
EN LA SILLA DE AL LADO
"Cada día,
como con el amigo imaginario de mi infancia, sigo sus pasos, como en un baile.
A veces me acerco, a veces me alejo, y tomo otros caminos; incluso piso sus
pies o los culpo por no acercarse más. Querer experimentarlo requiere mucho abandono.
Es aceptar que gran parte de tu vida no te pertenece", expresa Benoît.
A los treinta años, se incorporó a una
consultora y poco después se convirtió en director de recursos humanos. "Descubrí un mundo profesional muy difícil: a
menudo, en las entrevistas, sacaba una tercera silla y, en secreto, invitaba a Jesús
a sentarse entre nosotros. Muy marcado por la Regla de San Benito,
trato de ver a Dios en cada persona que me encuentro", relata el
artista.
Siete años después, murió uno de
sus tíos abuelos. Era un hombre discreto, alegre, un músico de renombre
especializado en canto gregoriano. Vivía solo, en una casa donde cada
habitación estaba decorada según un tema y llevaba los nombres
de los santos. Al no tener hijos, le dejó la casa a él… al igual que
sus amigos. Algunos de los cuales eran enmarcadores artesanales.
Benoît dejó su trabajo y se puso
a estudiar Gestión. "Al verme dibujar, uno de
mis profesores me susurró: '¡El dibujo es para compartir!'. En
2018 publiqué una historia gráfica sobre el Papa Francisco. Un año
después, me hice cargo de un taller de enmarcado en el distrito siete de
París. Anhelaba este trabajo tan manual que me pone cara a cara conmigo mismo,
es decir, a solas con ese Jesús que pone sus manos en las de su
carpintero", explica.
"Al ver la
angustia que tenían algunas personas cercanas durante el confinamiento, tuve el
deseo de compartir mis dibujos en las redes sociales, para decir: 'Déjate
conquistar por esta ternura, ve a buscarla, date cuenta de que eres amado.
Juega la carta del amor de Dios'. Éditions Nouvelle Cité escribió
un libro sobre ello y acepté, para mostrar el modo en que Cristo puede actuar
en cada vida", comenta.
"¿Quizás por
eso le puse un bigotito a Jesús? Creo en su cercanía, en su humanidad. Dibujarlo
así, casi ingenuamente, a mi semejanza, es quizás una manera de acercarlo a mí.
A cada uno de nosotros", concluye.
En 2023, el diseñador y
enmarcador publicó Un cuaderno de ternura,
donde cuenta cómo, durante un viaje a Italia, se
encuentra con un rostro de Cristo, que fue como un "flechazo". "Me
encontré con sus ojos risueños, sus pómulos todavía rojos y una mirada
traviesa. La pintura se había descolorido pero su mirada me decía:
¡vete!".
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