DESDE «BALAGUER Y LA VIDA ORDINARIA» AL «CAMINO DE LA CONFIANZA» DE TERESA DE LISIEUX
"Discernir es estar en continua búsqueda de lo
que Dios quiere de nosotros (...). El primer consejo para crecer en el amor de
Dios es buscar y cultivar el don del discernimiento", dice Munilla.
El obispo de Orihuela-Alicante,
José Ignacio Munilla, en su canal de YouTube "En ti confío" y
coincidiendo con la festividad de Todos los Santos, enumera diez
santos de la Iglesia que nos pueden ayudar a crecer en la cercanía con Dios.
"Dice un
refrán que 'a quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija'. Es
importante acercarse a quienes han amado o vivido el amor a Dios en plenitud (...). El drama de hoy es que
hemos dejado de tomar a los santos como nuestras referencias", comenta Munilla.
A continuación, diez santos y diez claves particulares de cada uno de ellos que
nos pueden ayudar a acercarnos más a Dios:
1-
SAN IGNACIO DE LOYOLA Y EL DON DEL DISCERNIMIENTO
"Ser cristiano
es discernir", esa es una frase de Kiko
Argüello. Discernir es estar en continua búsqueda de lo que Dios quiere de
nosotros; conocer la voluntad de Dios. Dice Jesús a la samaritana "si conocieras el don de Dios". El
primer consejo para crecer en el amor de Dios es buscar y cultivar el don del
discernimiento.
San Ignacio es el santo que más
ha cultivado las reglas de discernimiento; el cómo discernir lo que Dios quiere
de mí. Y, ¿es muy difícil saberlo? No es
difícil, no está reservado para mentes capaces de descubrir mensajes
ocultos. Dios no juega al ocultismo, Dios se muestra siempre
a quien lo busca con un corazón sincero.
Pero, hace falta un conocimiento
de cómo se discierne. Hay una confusión reinante entre no darle importancia a buscar la voluntad de Dios, hacer siempre lo que
me apetece, que es lo que
practica una gran parte de la población, y, también, existe otro error contrario
que es el del iluminista; el pensar: Dios me ha
dicho esto para ti.
San Ignacio de Loyola es el santo
que Dios nos ofrece para ponernos en un camino en el que debamos integrar la razón bien utilizada y las mociones del
Espíritu Santo.
"San Ignacio
es el santo que más ha cultivado el cómo discernir lo que Dios quiere de
mí".
2-
SAN JUAN DE LA CRUZ Y EL CAMINO ASCÉTICO HACIA LA SANTIDAD
San Juan es paradigmático a la
hora de hablar del itinerario ascético y místico hacia la santidad. Hay un
camino hacia la santidad que es el que San Juan expresa en Subida al monte Carmelo -que es su obra
cumbre, magistral, en la que replica la doctrina tradicional de la teología
espiritual-. En ella hay tres fases: la vía purificativa,
la iluminativa y la unitiva. Para
poder subir a la cumbre del monte hace falta purificación, iluminación y unión.
San Juan de la Cruz habla de la
purificación activa (la mortificación) y la pasiva (las noches oscuras) de
nuestros sentidos (el olfato, el gusto...) y de las potencias (la voluntad y el
entendimiento). Puede parecer muy elevado, pero consiste en que
nuestros sentidos sean capaces de ser purificados.
Esto responde a ese tirón de
orejas que Jesús le hace a Pedro: "Tú, Pedro,
piensas como los hombres y no como Dios". Tu entendimiento tiene que
aprender a ver las cosas desde el Evangelio y no desde la carnalidad.
3-
SANTA TERESITA DE LISIEUX Y EL CAMINITO DE LA CONFIANZA
La confianza es una clave muy
especial que descubrió Santa Teresita de Lisieux; que no es un camino distinto
al de San Juan de la Cruz. Es solo una formulación distinta en la que, de una manera muy sencilla, Santa Teresita llevó adelante lo que San Juan
explica en Subida al monte
Carmelo.
Teresita de Jesús tuvo la
intuición de que en la vida espiritual se daba un salto de gigante haciendo el
acto de confianza: yo confío en Dios, veo que la
obra de santidad es superior a mis fuerzas, intento purificarme y me mancho más de lo que me
purifico, tengo una sensación de fragilidad, de pequeñez...
Ella encuentra el método de
saberse pequeña y nos habla del "ascensor";
utiliza esa imagen para decir que ella que es tan pequeña que confía en
que Jesús, por su misericordia, como a un niño, la coja
en brazos y la levante para darle un beso. Ella pone el énfasis en
el acto de la confianza en la misericordia de Dios: yo no me fío de mí misma ni
de mis obras, me fío en la misericordia de Dios.
Dice algo precioso: que cuando se
presente delante de Dios no quiere ir cargando con sus buenas obras,
porque va a tener las manos ocupadas y no va poder abrazar
a Jesús.
4-
SANTA TERESA DE JESÚS Y LA FIDELIDAD EN LA ORACIÓN
Teresa se prodiga en explicar lo
que Dios hizo con ella en los distintos grados de oración. Explica, con mucho
detalle, cómo Dios va conduciendo al alma hacia una oración más perfecta.
Explica de manera gráfica cómo hay un momento en el que mucha
gente se pierde; cuando se pasa de la oración mental discursiva a la oración
afectiva.
En el momento en el que a uno le
estorba el discurso para estar con Dios y tiene una oración afectiva, en la que
tiene la experiencia del amor de Dios, dice ella que a uno le parece que ha
llegado a la cumbre de la oración. Pero ocurre que esa oración afectiva es un
regalo en un momento determinado, pero, luego, Dios te lo retira
y tienes que volver a la sequedad,
a una oración más discursiva, me distraigo pero vuelvo a ella.
Hay mucha gente se pierde y no se
da cuenta de que hay que mantenerse fiel, sin hacer
depender mi vida de oración de mis sensaciones afectivas en la oración. Si tengo un compromiso de hacer oración, éste no
depende de mi estado de ánimo, de si la gozo más o menos. No puedo supeditar mi
vida de oración a mi percepción afectiva.
Santa Teresa cuenta que durante
muchísimo tiempo, en el coro del monasterio, tenía todas las
baldosas contadas, porque se distraía muchísimo. El que no está dispuesto a aburrirse haciendo
oración quiere decir que se ha resignado a no hacer oración.
"Santa Teresa explica
cómo Dios va conduciendo al alma hacia una oración más perfecta".
5-
SAN FRANCISCO DE SALES Y EL DISCERNIMIENTO DESDE LA PAZ Y LA ALEGRÍA
De San Francisco me quedo con que
para él, cuando algo es de Dios, y obramos
conforme al querer de Dios, se nos permite hacerlo con paz y alegría. La paz y la alegría son el sello definitivo de
la presencia de Dios en nuestra alma.
6-
ESCRIVÁ DE BALAGUER Y SANTIFICARSE EN LA VIDA ORDINARIA
Lo elijo por la santificación del
trabajo y la vida ordinaria. Que, obviamente, está presente en otros santos.
San Francisco de Sales también insiste en la santificación de la vida
cotidiana. Pero, San Josemaría, ha brillado especialmente en ese
subrayado, porque ha concretado la llamada
universal a la santidad propuesta en el Concilio Vaticano II.
La espiritualidad de San
Josemaría ha subrayado mucho qué medios hay que utilizar para poder tener una
vida espiritual ordinaria, ordenada. San Josemaría se caracteriza por ser muy
ordenado, está recordando el "abc" de los medios
ordinarios para la santidad, y
subraya siempre que ésta debe darse en mi estado de vida, en mi trabajo... en
el escenario donde Dios quiere que me santifique. Aquí, ahora, en esta
situación Dios te está esperando.
7-
SANTA TERESA DE CALCUTA Y LA SANTIDAD POR LOS POBRES
Menciono a Santa Teresa de
Calcuta por cómo los pobres nos llaman a la conversión. La Madre Teresa
subraya, en ese camino de crecimiento en el amor a Dios, el reconocer a Jesucristo en todos los sufrientes del mundo y, especialmente, entre los más pobres
de los pobres.
Santa Teresa apunta a un método
de practicar la caridad que es sencillo y práctico; el de "uno a uno", con aquel que me ponga Dios
cerca en mi vida, como el buen samaritano. Es una inmensa
aportación el hecho de que la caridad cristiana se hace movida por el amor de
Dios. Ella dice: "yo solo soy un
lápiz con el que Dios escribe". Y, además, la caridad está dirigida
al mismo Cristo, que está en las personas sufrientes.
8-
SAN JUAN PABLO II Y LA LLAMADA A LA EVANGELIZACIÓN
Lo selecciono por la importancia
de que para crecer en el amor de Dios debemos estar centrados en la
evangelización, crecer en el amor de Dios es
tener celo apostólico. Juan Pablo II señala que tenemos una vocación
misionera inherente a nuestro bautismo, que existimos para evangelizar, que
tenemos que tener esos sentimientos del corazón de Cristo cuando veía
multitudes y los tenía como ovejas sin pastor.
San Juan Pablo II es el padre de
la nueva evangelización y pastor de pastores. Si uno no tiene hambre y sed de
las almas y no tiene deseo de dar su vida
por la evangelización es imposible que crezca en el amor de Dios.
9-
SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LA POBREZA EVANGÉLICA
En ese camino de acercamiento a
Dios, San Francisco de Asís tiene una centralidad en la primera
bienaventuranza: bienaventurados los pobres de espíritu. La clave de Francisco
de Asís es la de pobreza evangélica, el despojamiento, porque, en el fondo, nos
apoyamos en tantas cosas materiales y de mediaciones humanas que nos acabamos apegando a ellas y no tenemos a Dios como
nuestro tesoro.
La pobreza es necesaria para que
mi corazón ame a Dios. Esto pasa también por el desposarse con Cristo
crucificado. San Francisco lleva los estigmas en su propia carne. Pero hay otro santo que señala la pobreza evangélica: San Carlos de
Foucauld. Quien se enamora del misterio de Nazaret, de la Sagrada
Familia, él siempre busca el penúltimo puesto, porque el último está ocupado,
es el de Jesús.
10-
SAN AGUSTÍN Y LA INTUICIÓN DEL CORAZÓN ENAMORADO
Si se dice eso de que "hay que conocer para amar", San Agustín
remataría diciendo "pero hay que amar para
conocer". San Agustín aporta esa intuición del corazón
enamorado. Es el maestro de la gracia y cómo la gracia está
presente en todo. Es el gran batallador contra la tendencia
pelagiana, que se olvida de que todo es un don de Dios. Es básico confiar en
que Dios culmina siempre su obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario