El 17 de octubre, a la una de la madrugada, unos bandidos fulani atacaron el monasterio benedictino de Eruku (en Nigeria, estado de Kwara, diócesis de Ilorin) y secuestraron a 3 monjes. En realidad, eran jóvenes postulantes, porque asaltaron el dormitorio del noviciado.
Les obligaron a caminar descalzos por el campo en plena noche. Al llegar a la
orilla de un río, dispararon a uno de ellos, el hermano Godwin Eze, de
31 años, y arrojaron su cadáver al agua. Después, amenazaron a los otros dos con
machetes, diciéndoles que lo que querían era dinero.
El 21 de octubre, tras cuatro
días de secuestro, pusieron en libertad a los dos secuestrados, el hermano
Anthony Eze y el hermano Peter Olarewaju, que se
recuperan en un hospital de los golpes que les propinaron. No se sabe si se pagó rescate.
UN
JOVEN MONJE, JOVIAL Y ORANTE
Los que conocían al monje
asesinado lo describen como "un joven
muy devoto" y "muy
tolerante". El padre Joseph Ekesiobi, ex director de novicios,
explicó al portal católico AciAfrica que "el
hermano Godwin vivía una vida contemplativa. Lo recuerdo como un
joven muy tranquilo. Era muy jovial y muy orante".
Ekesiobi detalló que "los bandidos fulani vinieron armados. Rompieron
las puertas de hierro del bloque del noviciado donde dormía una
docena de nuestros hermanos, entre novicios y postulantes. Se llevaron a los
tres y se fueron con ellos en medio de la noche". Añadió que en el
camino y durante todo su cautiverio, los secuestrados fueron
golpeados con machetes.
Los benedictinos siguen
recibiendo amenazas de más ataques y aseguran que han reubicado a los monjes en
un lugar más seguro. Además, ha empezado la búsqueda
en el río para
intentar encontrar el cadáver de Godwin Eze.
LA
INACCIÓN DEL GOBIERNO ANTE LOS FULANI
De entre los fulani,
tradicionalmente ganaderos seminómadas musulmanes, a menudo surgen bandas que
atacan los asentamientos de pueblos agrícolas, muchas veces cristianos,
buscando botín, robando ganado o secuestrando.
En los últimos años, ha aumentado su nivel de violencia, usan armas de fuego y matan a más
personas y destruyen iglesias. Muchos
detectan un mayor elemento de islamización en su violencia.
Los cristianos se quejan de que
el Gobierno nacional no actúa ni protege a la población. En 2020, el obispo católico de Sokoto, Matthew Hassan Kukah, tras la decapitación de 10 cristianos
en un ataque fulani, denunció que el Gobierno "está
sirviéndose del poder para asegurar la supremacía del islam. La única
diferencia entre el Gobierno y Boko Haram [grupo terrorista yihadista en África
central y Sahel] es que Boko Haram pone bombas".
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