LA LUCHA DURANTE AÑOS DE LA FAMILIA MISIONERA DE NUESTRA SEÑORA
Las imágenes
virales de una religiosa "placando" a un hombre en
carrera y llevándolo al suelo -aunque en el desenlace de la acción influyeran,
tanto como las fuerzas de la joven, las irregularidades del terreno- han
situado en el mapa informativo mundial el largo conflicto de la Familia Misionera de Nuestra
Señora para edificar un santuario en Saint Pierre de
Colombier, el pueblo donde nació esta comunidad, situado en el departamento de
Ardèche, en la región de Ródano-Alpes, al sureste de Francia.
Pero la escena requiere contextualización.
¿ECOLOGISMO?
El primer contexto es el de la
propia acción: un asalto violento al
recinto vallado en el que van a tener lugar unas obras legales,
que estaba siendo protegido pacíficamente por los
legítimos titulares del terreno ante la destrucción del material de construcción
que estaban llevando a cabo los invasores.
Así fueron los acontecimientos
(el "placaje", en el minuto
3.39):
El segundo contexto es la
atribución de la etiqueta "ecologista" a los opositores a las obras, porque ésa es solo
una de sus motivaciones. "¡No permitamos que religiosos
de extrema derecha destruyan el valle de Bourges!",
se proclamaba en abril desde grupos de corte anarquista al
convocar una manifestación en el lugar: "Denunciamos
el carácter liberticida, sectario, homófobo, sexista, racista de
los impulsores del proyecto".
Hay, pues, una motivación
ideológica y política que se esconde bajo la supuesta protección del medio ambiente.
¿Y cuál es el proyecto?
En esencia, éste, según los planos previstos:
¿QUIÉN Y POR QUÉ LO QUIERE CONSTRUIR?
¿Y CUÁL ES EL MOTIVO DEL CONFLICTO?
UNA
FUNDACIÓN DE HACE OCHENTA AÑOS
Para responder a estas preguntas
hay que remontarse a 1946, que es cuando el padre Lucien-Marie
Dorne es nombrado párroco de
Saint Pierre de Colombier (1914-2006), un pueblo alpino que entonces tenía
cerca de mil habitantes y hoy no llega a cuatrocientos.
El padre Lucien-Marie había sido
ordenado cinco años antes y recibió de Marta Robin (1902-1981), la mística postrada en cama
declarada venerable en 2014 por Francisco, el
impulso de dar inicio en ese lugar a una comunidad religiosa. Estaría basada en
el espíritu de la "cordada", esto es, una unidad de los corazones en la
oración simbolizada en la cuerda que une a los alpinistas en las escaladas.
Dorne era un gran partidario del escultismo como
formación humana integral.
Ése es el origen de la Familia
Misionera de Nuestra Señora. El padre Lucien-Marie hizo erigir una estatua a Nuestra Señora de las Nieves, siguiendo el deseo de
los parroquianos de agradecer así a la Virgen que el pueblo se viese libre de
grandes aflicciones durante la Segunda Guerra Mundial. El entonces obispo de
Viviers, Alfred Couderc,
la bendijo y autorizó la comunidad, a la que se uniría el año siguiente
la madre María Augusta (1907-1963)
como co-fundadora y responsable de la rama femenina.
Saint Pierre de Colombier se
convirtió en lugar de peregrinación a la Virgen de las Nieves, al tiempo que la
Familia Misionera de Nuestra Señora crecía (hoy tiene 17 "hogares", todos en Francia salvo uno en
Roma) y recibía en 2005, de manos del obispo François Blondel, su definitiva erección canónica
como instituto de vida consagrada de
derecho diocesano. Un instituto que reposa su espiritualidad, de
corte ignaciano porque tal fue el carisma
en el que se formaron sus dos fundadores, en la devoción a los Sagrados
Corazones de Jesús y de María. Forman una familia de hermanos y
hermanas al cargo de un padre y una madre,
sin vida mixta pero con una colaboración en el apostolado y una liturgia
común.
La vinculación de este instituto
con Saint Pierre de Colombier es, pues, intensa y antigua. La comunidad crecía y las peregrinaciones a
Nuestra Señora de las Nieves también.
¿POR
QUÉ EL NUEVO COMPLEJO Y LA NUEVA IGLESIA?
Desde los años 90 la iglesia
existente era claramente insuficiente para
la cantidad de personas congregadas con relativa frecuencia. Decidieron erigir
un gran santuario con un templo con capacidad para
3500 personas y
alojamiento para medio centenar de peregrinos.
Fue cuando comenzaron los problemas.
Pudo adquirirse el terreno
apropiado, se hizo la maqueta y se
dio a conocer en 2016. Una iglesia magnífica, con dos torres de 50
metros y una nave central de
más de veinte metros de altura, se convirtió desde ese momento en el objetivo a
batir. Hoy son una pléyade de asociaciones, cerca de treinta, fuertemente radicalizadas y politizadas (hasta
llegar a los frecuentes estragos y la violencia que han mostrad las imágenes),
que nunca han conseguido reunir más de un par de cientos de personas, pero que
desde que empezaron los trabajos sobre el terreno han venido causando daños que
suman varias decenas de miles de euros.
En diciembre de 2018 la
congregación obtuvo el permiso
municipal de construcción y las autorizaciones
medioambientales y arquitectónicas exigidas
por la administración. No se presentó recurso alguno, y las obras comenzaron en
mayo de 2019 con una duración estimada de siete años y un presupuesto de 17
millones de euros obtenido mediante donaciones. El ayuntamiento, encabezado por
el alcalde desde hace más de veinte años, Gérard Fargier,
estaba contento por el retorno económico que supondrá para el pueblo un
complejo que hace aún más atractiva tanto la visita turística como la
peregrinación religiosa.
Pero surgieron dos obstáculos.
OBSTÁCULO
POLITIZADO Y AVAL JUDICIAL
Por un lado, un vecino militantemente ateo empezó
a movilizar a medios nacionales anticlericales ante la "amenaza" de que, con una construcción de tal magnitud, el
pueblo se cristianizase de tal manera que acabase convertido en "un pueblo bajo el control de Dios",
según tituló Charlie-Hebdo. La
prensa antirreligiosa empezó a utilizar contra la Familia Misionera de Nuestra
Señora los calificativos habituales, desde "tradicionalista"
e "integrista" (aunque la
congregación utiliza el misal de Pablo VI en francés) al
habitual "ultracatólico" por su ortodoxia en cuestiones de fe y moral.
Convenientemente agitada, la causa contra ese templo alpino se convirtió
en casus belli nacional.
La causa de Saint Pierre de
Colombier adquirió el traje ecologista como forma de presión, utilizando algunas
pegas planteadas por los responsables del parque natural regional de los montes
de Artèche. Empezó a hablarse de la localidad como de un "corredor biológico", y
los carteles de las protestas decían Queremos sapos, no curas, en
alusión a una especie protegida de sapo supuestamente en peligro.
La ofensiva judicial contra las
obras acudió a todos los recursos posibles, desde considerar fraudulenta la concesión de 2018 a cuestionar la autoridad de la prefectura para
decretar la continuación de las obras. En octubre de 2020 se logró la
paralización con un estudio de impacto que fue posteriormente rechazado en
noviembre de 2022 por la prefectura. En febrero de 2023, los adversarios del
templo presentaron un recurso que volvió a detener los trabajos, hasta que
en marzo de 2023, dos decisiones judiciales despejaron
definitivamente el camino al certificar la legalidad de todos los
procedimientos y autorizaciones, incluidas las medioambientales.
OBSTÁCULO
ECLESIÁSTICO Y COMISARIADO
Paralelamente a todo esto, el
obispo de la diócesis, Jean-Louis Marie Balsa (quien dejó de serlo el pasado 18 de agosto,
al ser nombrado obispo de Albi, con lo cual la sede está ahora mismo vacante),
se mostró reticente porque parte de sus sacerdotes se quejaban de la poca
integración de la congregación en el escaso y envejecido clero
diocesano. Tiempo después,
monseñor Balsa prohibía la construcción de la iglesia, que antes había
autorizado, por el "aspecto excesivo"
del proyecto. La congregación acudió a Roma, pero el Vaticano respaldó
al obispo.
Paralelamente, en noviembre de
2021, cuando ya se había producido esa prohibición del obispo, el Vaticano
nombró a Jean-Christophe Lagleize, obispo emérito
de Metz, para una visita apostólica a
la Familia Misionera de Nuestra Señora, por "dificultades
preocupantes sobre el ejercicio de la autoridad y la obediencia, la calidad de
las formación de sus miembros y la autorreferencialidad del grupo". Un comisariado similar a los que se han multiplicado en los
últimos años en numerosos grupos caracterizados por su espíritu de grupo y
la abundancia de vocaciones.
Por tanto, las obras continúan en
todo aquello que no exige autorización diocesana, la cual sí es necesaria para la iglesia, para que
pueda adquirir la condición canónica de tal. Pero esa parte puede esperar:
el complejo incluye otros edificios de alojamiento
que no precisan de ningún permiso del obispo, además de un puente, un muro y el
acondicionamiento de los terrenos. Hay trabajo suficiente para continuar
las obras en expectativa de que el nuevo obispo, cuando
sea nombrado, vea las cosas de otra forma.
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