ES UNA DE LAS IMPULSORAS DE LA TEOLOGÍA DEL HOGAR
Carrie Grass es una de las impulsoras de la llamada
Teología del Hogar, y una gran crítica de la ideología feminista como contraria
al interés y la felicidad de las mujeres.
La utilidad, la productividad y
el poder han suplantado a las virtudes con las que solíamos caracterizar a la
mujer, sostiene Carrie Gress, quien
acusa de ello al feminismo.
Carrie, doctora en
Filosofía y madre de cinco
hijos, es una impulsora de la llamada Teología
del Hogar y ha
escrito varios libros sobre la Virgen María como modelo individual y social. En sus
artículos y conferencias denuncia la ideología feminista como perjudicial
para los intereses y la felicidad de las mujeres.
En una de sus colaboraciones
en The Federalist, ofrece algunos consejos sobre cómo liberarse de
ese lastre.
Seis maneras de
desintoxicarse del feminismo marxista para llevar una vida más feliz:
Mientras que los hombres todavía
pueden comparar al "buen hombre" con
el "hombre real", no quedan
categorías para comparar a una "buena
mujer" frente a una "mujer
real". La mayoría de nosotros operamos sin saberlo con las categorías marxistas que
nos ha inculcado a la fuerza el feminismo, en particular
la propaganda de Betty
Friedan sobre la toxicidad del
hogar y la libertad que se
obtiene a través del trabajo. Estas ideas poco
examinadas sobre la feminidad son las que hoy nos proporcionan el ideal. La
utilidad, la productividad, el poder y el control han suplantado a las virtudes
con las que solíamos identificar a una buena mujer, como la bondad, la compasión y la fidelidad.
¿Cómo desintoxicarse de
este veneno cultural y antropológico?
Desintoxicarse de feminismo es
especialmente difícil porque la mayoría de las mujeres ni siquiera somos conscientes del
agua salobre en la que nadamos. El resultado es una idea poco definida sobre
cómo deberían ser una feminidad y una humanidad sanas. El feminismo ha definido
su propia posición y también ha definido a su oposición, la no feminista, con
tanta eficacia que lo único que nos viene a la mente son imágenes de mujeres
con túnica roja y cofia en cultos de fertilidad, esposas "felpudo" o mujeres según el modelo
de Las esposas de Stepford [novela de 1972 de Ira Levin que ridiculiza a las
amas de casa: ha dado lugar a dos versiones
cinematográficas, Las esposas de Stepford (1975)
y Las mujeres perfectas (2004)]. Nos han alimentado con un modelo
cultural dicotómico poco saludable.
En su novela El cuento de la
criada (1985), la activista Margaret Atwood describe una sociedad
'distópica' que rinde culto a la fertilidad, y caracteriza a sus practicantes
con un atavío que ha sido luego utilizado por el movimiento feminista para caricaturizar
el 'heteropatriarcado'.
Sin embargo, en nuestra vida
cotidiana y nuestras relaciones personales solemos encontrarnos con mujeres
que no encajan en ninguno de los extremos: mujeres que son
mucho más interesantes, atractivas, sanas, convincentes e incluso buenas. Son
el tipo de mujeres que deberíamos aspirar a ser. Pero hay que esforzarse para
conseguirlo.
He aquí seis maneras de empezar:
1.
ABANDONAR LA CULPA
Las feministas nos recuerdan con
frecuencia que debemos sentirnos culpables por no
estar agradecidas por todo
lo que el feminismo ha hecho por nosotras. Como la mamá más querida, el
feminismo nos regaña para que nos conformemos recordándonos que tenemos una
deuda de gratitud con él por nuestras carreras y nuestra educación. Esta
táctica nos mantiene a la mayoría sintiéndonos culpables en lugar
de mirar detrás de la cortina. ¿Era necesario destruir toda la cultura para que las
oportunidades profesionales mejorasen? ¿Era necesario tirar a los hombres y a
los niños debajo del autobús para que se materializaran tales ventajas?
Una entrevista a Carrie
Gress sobre "repensar el feminismo".
No sentirnos culpables ante el
feminismo nos libera para observar los aspectos positivos y negativos del
movimiento, en vez de dejar que los aspectos
negativos se escondan a
plena vista. Ciertamente no tratamos así otros ámbitos de la vida, como el
gobierno o los medios de comunicación, así que ¿por
qué deberíamos hacerlo con el feminismo?
2.
DEJAR DE ESPERAR QUE EL FEMINISMO SE REFORME
Una objeción que escucho con
frecuencia sobre el feminismo, particularmente entre los cristianos,
es que deberíamos usarlo como un lugar para construir puentes. La esperanza es que si los cristianos pueden
afirmar que ellos también son feministas,
entonces tienen un terreno común entre las mujeres no religiosas para extender
lo que esperan que sea la rama de olivo de la fe. Esta suposición, sin embargo,
se basa en la idea de que el feminismo es elástico y puede significar lo que
queramos que signifique.
Por desgracia, los hilos
dominantes del feminismo han abrazado claramente durante siglos tres
características definitorias: aplastar el
patriarcado (o igualitarismo radical); el amor libre (o el fin de la monogamia
sexual); y el ocultismo, como se detalla en mi libro The Anti-Mary Exposed: Rescuing
the Culture from Toxic Femininity. No se puede construir
ningún puente cuando estos tres elementos se oponen
fundamentalmente a la fe cristiana y
a la verdad sobre la prosperidad humana.
3.
AVERIGUAR QUÉ ES UNA MUJER
Matt Walsh ha hecho
de What is a woman? [¿Qué es una mujer?] una pregunta popular, pero todavía son
pocos los que pueden responderla con algo más que "una
hembra humana adulta".
Con su documental 'What is a woman? [¿Qué es
una mujer?]' (2022) de éxito viral desde hace más de un año, Matt Walsh puso a
la ideología de género ante sus contradicciones.
También en este caso, las mujeres
necesitan conceptos más ricos a la hora de pensar qué son las mujeres. El
feminismo comenzó generalmente con la pregunta "¿Cómo
hacemos que las mujeres sean más como los hombres?" en lugar de "¿Cómo ayudamos a las mujeres en cuanto
mujeres?". Nuestra comprensión de la feminidad se ha borrado porque priorizaba lo masculino sobre lo femenino.
La respuesta más obvia que da
cuerpo a la definición de mujer es la maternidad. Las mujeres son madres, no solo biológicamente,
sino también psicológica y espiritualmente. Las
mujeres son madres de los demás. Lo vemos en la riqueza de nuestras relaciones
con la familia, los amigos y los compañeros de trabajo. Una madre crea un
refugio donde otras personas pueden ser nutridas,
amadas y protegidas para alcanzar su pleno potencial.
4.
DEJAR DE LUCHAR CONTRA LOS HOMBRES
A la mayoría de nosotras nos han
enseñado desde la primera infancia que podemos hacer cualquier cosa tan
bien como los hombres, si no mejor. Cuesta mucho trabajo apagar esta voz
programada, dada la frecuencia con la que se repite. Los hombres no
deben ser nuestros enemigos. Sí,
ciertamente, hay hombres malos, igual que hay mujeres malas. Vilipendiar a todos
los hombres mientras se exalta (y se cree) a todas las mujeres no ha dado a las
mujeres ningún tipo de superioridad moral. Solo ha alimentado los peores tipos
de envidia y desconfianza, al tiempo que ha intensificado la
guerra entre los sexos a un nuevo nivel.
5.
NO TEMAS LA PALABRA CON "H"
En la última década se ha
producido un auge de lo que podríamos llamar artes del hogar:
repostería, cocina, punto, diseño de interiores y jardinería. A pesar de su
popularidad, las labores del hogar siguen siendo una palabra tabú, que a menudo evoca condescendencia. Aquí también hay un
vestigio del éxito de Friedan al calificar el hogar de "cómodo
campo de concentración". Esta reacción
instintiva ante el hogar necesita
un análisis que ayude a eliminar la programación feminista.
Carrie Gress explica sucintamente
en EWTN qué es la "teología del hogar".
El hogar no debe ser solo un
hotel, sino el lugar donde una familia aprende a amar y a ser amada, y donde
los niños aprenden quiénes son. El hogar es la base, el lugar de solaz,
crecimiento, comodidad, seguridad y auténtica caridad. Las mujeres
desempeñan un papel integral en todo ello en las múltiples etapas de
la vida. Como las demás etapas, estar en casa ofrece sus dones específicos que
pueden formar y definir el carácter de una mujer.
6.
PONER A DIOS POR ENCIMA DE UNO MISMO
El feminismo se alimenta
del narcisismo y del mito de que una mujer puede ser una
isla. Ha predicado una visión de autosuficiencia y autocreación que
borra la guía, el amor, la providencia y las reglas de Dios. Erradicar los Diez
Mandamientos, y reescribir Génesis 3 (la tentación y caída de Adán y Eva) como una historia en la que
Eva adquiere de la serpiente un conocimiento especial, estuvo desde el
principio en el guión feminista.
La supresión de estos principios
rectores ha dado paso a la idea de que las mujeres podemos vivir como queramos
y seguir prosperando como seres humanos. Pero la
naturaleza humana no es tan flexible como a las feministas les gustaría, y por eso las mediciones de la felicidad femenina
muestran claramente que las mujeres de hoy son profundamente infelices, más infelices que cuando llegó la segunda
ola del feminismo en los años 60.
[Lee en
ReL este artículo de Carrie Gress: Por qué el asalto cultural a la
feminidad natural impide la plenitud de la mujer]
Cómo crecer, realizarse y llevar
una vida fructífera ha sido claramente establecido para nosotros a través de la
tradición judeo-cristiana. Tenemos una hoja de ruta. Y tenemos un medio directo de llegar a Dios, de oír su voz mientras Él oye
la nuestra, y de vivir su amor. Aquí es donde debe encontrarse nuestra
identidad, no en los valores fugaces y efímeros que ofrece el feminismo.
Traducción de Verbum
Caro.
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