¿CÓMO ACOMPAÑAR A LAS ESPOSAS? ¿CÓMO USAR TIEMPO Y DINERO? ¿QUÉ PASA CON LOS HIJOS REBELDES?
En Europa, las
Iglesias grecocatólicas (católicos de rito griego en plena
comunión con el Romano Pontífice) tienen clero casado desde tiempos
inmemoriales. Los obispos siempre se eligen entre el clero célibe (a
menudo, pero no siempre, monjes). Hay que recordar que la
Iglesia ordena a hombres ya casados, pero no deja casarse a hombres ya
ordenados (ni siquiera tras enviudar). No hay "curas que
se casan", hay "casados a los que ordenan como sacerdotes".
En Ucrania, Hungría, Eslovaquia,
Rumanía, Bulgaria... la situación de estas iglesias puede ser muy distinta. La mayor, con mucho, es la ucraniana.
Pero hay zonas en Europa Central donde la mayoría o buena parte de los fieles
son de tradición griega. Casi todos han sufrido la persecución comunista, desde
la absoluta clandestinidad, y al caer las dictaduras
comunistas han tenido que reinventar su "estilo" de hacer las cosas.
Y luego les ha golpeado
la postmodernidad, que en su caso suele ser la
tentación de consumismo, más pantallas y mundanización. Muchas
normas clásicas para el cura casado se mantienen, pero hay nuevos desafíos por
afrontar.
TEMAS
DE SIEMPRE, NUNCA DEL TODO RESUELTOS
De hecho, hay temas clásicos, de
siempre, que parece que no están del todo resueltos aún: por ejemplo, el deber
del obispo de mantener al sacerdote casado y su familia, o el del protopresbítero (equivalente a vicario de zona, o arcipreste) de
acompañar de forma cercana y solícita al clero casado y sus familias. Son cosas que están en
el Derecho Canónico oriental, pero que no siempre la jerarquía, que es célibe,
lo implementa en serio.
Del 18 al 21 de
septiembre se reunieron en Atenas
los obispos católicos orientales de toda Europa, precisamente
para tratar el tema de las familias en el catolicismo de rito oriental.
Es una reunión que realizan cada año y en esta ocasión acudieron más de 60
obispos o sacerdotes en representación de sus obispos.
El anfitrión, como obispo de los
grecocatólicos en Grecia, era el benedictino Manuel Nin i Güell,
un monje catalán, del Vendrell, que fue muchos años monje en Montserrat,
especialista en cristianismo oriental, desde 1999 lo fue en Tierra Santa
y desde 2016 es obispo de la pequeña comunidad
católico-bizantina en
Grecia, donde ahora acogen a bastantes católicos orientales de tradición
caldea, huidos de Irak, y de tradición bizantina, escapando de la guerra de
Ucrania.
El eslovaco Milan Lach, obispo
auxiliar de la Eparquía de Bratislava, dijo con claridad a los obispos que las familias, en general (no solo las de los clérigos, ni
los cristianos) viven bajo "una presión inimaginable" y la Iglesia debe ayudarlas, como prioridad.
Habló de "una
familia unida, en la que todos se reservan tiempo para los demás, vive
en diálogo y permite a sus miembros afrontar las múltiples situaciones de
crisis". Propuso comunidades parroquiales para familias jóvenes, "que no se encuentren solas
tras el matrimonio al afrontar los retos de la vida de pareja".
LAS
PREGUNTAS DE UN DIÁCONO CON 5 HIJOS
El diácono János Nyirán, de la
arquidiócesis de Hajdudorog (Hungría), planteó toda una batería de temas a la
reflexión de los obispos.
De 46 años, casado,
padre de cinco hijos, profesor, János Nyirán explicó a ReL que su ponencia buscaba "presentar los problemas y retos del clero
casado que los obispos
necesitan tener en cuenta para ayudar a sus sacerdotes casados que se encuentran
en situaciones difíciles". Nyirán detalla que no son argumentos a
favor ni en contra del clero casado en la Iglesia de otros ritos.
Nyirán recordó el canon 192 del
Derecho Canónico Oriental: "el obispo seguirá con
solicitud a los presbíteros, alimentará su vida espiritual e intelectual...", "el
obispo proveerá el sostenimiento, la seguridad social, la asistencia sanitaria de
los clérigos Y DE SUS FAMILIAS
SI ESTÁN CASADOS").
El hecho de que Nyiran tenga que
recordarlo ante 60 obispos y delegados parece indicar que algunos de ellos no
lo tienen en mente.
SUSTENTO
CONVENIENTE: ¿PAGA EL OBISPO O LA ESPOSA?
El canon 390 añade que los
clérigos tienen derecho a "un sustento
conveniente y recibir una justa remuneración de acuerdo al oficio y encargo,
remuneración que si se trata de clérigos casados debe proveer también al
sustento de su familia, a menos que ya esté suficientemente
sostenida de otro modo".
Este "otro
modo" a menudo ha sido que el clérigo
aceptara un trabajo civil razonablemente bien pagado (de profesor,
por ejemplo) pero también a veces se ha aludido a que el trabajo fuera
de casa de la esposa ya permitía mantener la familia, aunque con
frecuencia en condiciones muy humildes. (Téngase en cuenta la situación
económica de cada país en Europa Oriental).
El canon 278 detalla que "compete al obispo una provisión adecuada de seguridad social,
seguros, asistencia sanitaria" de
sus clérigos. Y detalla el papel del arcipreste o vicario de zona, que en el
lenguaje oriental es el "protopresbítero":
"Cuando el protopresbítero sepa que un párroco o su familia, si está
casado, tienen graves enfermedades, procure que no le falte ayuda espiritual y
material y que, en caso de fallecimiento, se celebren dignas exequias". También se
espera que este protopresbítero aporte
"supervisión": que sepa lo que pasa con los clérigos que tiene a cargo y sus familias.
NI
AFÁN DE DINERO NI VIVIR EN MISERIA... Y HAY HIJOS
El tema del dinero cuando hay
esposa e hijos por medio se presta a una casuística grande. Por un lado, el
diácono húngaro recuerda los consejos del Eclesiastés o Qohelet contra el afán
del dinero (Eclesiastés 5, 9-12; "el que ama
el dinero nunca tiene suficiente; si se acrecienta la riqueza, se multiplican
los que se la comen").
Y el Derecho Canónico pide "espíritu de pobreza de Cristo", "simplicidad
de vida", "uso recto de los bienes", "digno sustento", "empeño en obras de caridad y
apostolado".
Pero el deber de un padre clérigo
con sus hijos no es solo alimentarles y transmitirles la fe, también debe educarles y formarles en un mundo cada vez más competitivo.
Incluso con "simplicidad de vida" los
hijos implican un gasto.
¿TRABAJO
DE 8 HORAS? PERO SIN FESTIVOS
Lo que observa el diácono Nyirán
en Hungría entre los clérigos grecocatólicos casados es que trabajan al menos
de 52 a 57 horas a la semana. Son 8
horas al día, pero, atención,
todos los días, también sábados y domingos y cada puente y cada
festivo. Se
espera de ellos que impartan catequesis, participen en Cáritas o apostolados
sociales, atiendan en la parroquia, ejerzan la liturgia y oficios (que en rito
oriental es abundante y larga), confiesen, casen, entierren y acompañen a los
fieles.
¿Cómo puede un cura
predicar que hay que dedicar tiempo a la propia familia si él no lo hace?
Y ¿cuándo tomarse unos días libres, a ser posible con la esposa e hijos? No hay soluciones fáciles, todas son prudenciales: pero requieren que el
obispo se pare a pensar en el asunto y la diócesis se organice. No se "arregla solo".
Nyiran menciona algunos retos de siempre. Por ejemplo, cuando el clérigo cae en adicciones como el alcohol, las drogas, o la ludopatía
(que puede ser peor porque es la que se tarda más en detectar y gasta recursos
de la parroquia y arruina familias). O retos
específicos del clero casado: el adulterio o el divorcio (civil, se entiende). Y el nuevo
esfuerzo de la Iglesia por detectar y combatir los abusos a menores. Al
respecto, recuerda los 21 puntos que en febrero de 2019 el Papa hizo difundir,
entre ellas:
- protocolos
específicos en las acusaciones contra obispos;
- formar a clérigos y obispos sobre el tema de abusos;
- cuidar pastoralmente a las víctimas;
- crear itinerarios penitenciales para recuperar a los infractores;
- introducir normas y formación para candidatos al sacerdocio; trabajar la
madurez humana y psicosexual;
- que expertos hagan valoración psicológica de los candidatos al clero;
- establecer normas claras sobre el traspaso de seminaristas y aspirante de un
centro a otro.
Muchos de estas
normas, ¿no se aplican también al clero casado y ayudan a prevenir otros problemas, no sólo sexuales?
Y más preguntas que se
plantearon en el mismo encuentro:
- ¿Qué
nivel de vida puede permitirse un sacerdote casado?;
- ¿Cuánto tiempo debería pasar un sacerdote casado con su familia?;
- ¿Cómo ayudar a la familia de un clérigo en dificultad?;
- ¿Qué hacer cuando el clérigo y su esposa afrontan una crisis matrimonial
grave?
¿QUÉ
HACER CON LAS ESPOSAS?
El diácono Nyiran propuso también
prestar más atención y acompañamiento a las esposas de los clérigos. Entre las
ideas que lanzó:
- retiros
espirituales para ellas;
- grupos pequeños de esposas de clérigos, que se conozcan y apoyen;
- que puedan tener amigas con las que compartir retiros, encuentros,
actividades de fe (sin ser ellas esposas de clérigos);
- que los retiros no los impartan solo sacerdotes.
- que tengan acceso a psicólogos o psicólogas que las acompañen y
ayuden.
En algunos países hay suficientes
esposas de clérigos (más en las iglesias ortodoxas) como para crear foros en Internet (ahora también en whatsapp) en las que comentan dudas del día a día
entre ellas. Las que ya son abuelas y las recién casadas
intercambian sus experiencias, las
veteranas dan sus consejos, pero a veces tienen que ver con realidades muy
distintas a las de las chicas de hoy, aunque sean devotas.
También hay que tener en cuenta
un factor peculiar: las esposas de clérigos a
menudo son hijas e incluso nietas de clérigos. Admiraban a sus padres (a
su padre y a su madre) y buscan replicarlo en sus vidas. Hay todo un
'ecosistema' de relaciones para ello. Pero las chicas que llegan de otras familias, a veces incluso conversas, pueden tener una
experiencia muy distinta. No faltan las cristianas
de ciudad que de repente se encuentran como 'matushka'
(esposa de párroco) en algún pueblo remoto, donde la pueden mirar mal por
llevar pantalones.
CUANDO
LOS HIJOS DEL CURA SE PORTAN MAL
También está el reto de los hijos
de clérigos: tanto los padres como los hijos se espera que sean "ejemplares" para la comunidad
cristiana.
El canon 375 de la legislación
oriental dice: "Los clérigos casados ofrecen
un luminoso ejemplo a los otros fieles al conducir la vida familiar y
educación de niños". Pero ni los padres ni los hijos
reciben una especial ayuda, formación ni acompañamiento para ello. El "luminoso ejemplo" se les supone.
Cuando un adolescente hijo de clérigo,
chico o chica, se comporta mal, o muy mal, el desprestigio salpica y molesta a
toda la parroquia.
El diácono Nyiran propone multiplicar los encuentros entre jóvenes cristianos,
hacer buenos cursos de preparación al matrimonio y medir bien las exigencias que los clérigos
pueden reclamar a sus propios hijos.
Luego hay retos específicos: cuando los chicos se enamoran, cuando se van a vivir con
una pareja sin casarse (grave pecado y malísimo ejemplo), el tema de la
anticoncepción...
Este último va ligado a algo más
amplio: la generosidad en la apertura a la vida. Si un
clérigo casado tiene pocos hijos, le acusarán de ser poco abierto a la vida, poco generoso, y probablemente no se
atreverá a predicar un evangelio de apertura generosa a tener hijos, a menos
que explique razones de salud claras.
Pero si
tiene muchos hijos lo acusarán de gastar recursos de la iglesia, o si vive muy
humildemente, de ser irresponsable por
tener hijos en circunstancias de casi pobreza. La proximidad a sus
parroquianos, cierta transparencia, puede desactivar muchos de estos
chismorreos, pero eso mismo los puede activar cuando algún hijo del clérigo se
porte mal y todos lo sepan y vean.
EXPLORAR
NUEVAS RESPUESTAS
Las Iglesias Ortodoxas y los
católicos de rito griego hace siglos que cuentan con clero casado y un "ecosistema" propio para sostenerlo y
defenderlo, pero eso no les ha dado
respuestas a todos los retos, y menos a los retos nuevos de nuestra época de increencia, consumismo y
móviles y pantallas.
Si cualquier familia cristiana
afronta situaciones complicadas en nuestras sociedades, bastante hostiles a la
fe y a la familia misma, en el caso del clero casado, la complejidad es mayor.
Al final, unas y otras (con clérigos o no) se apoyarán en el Señor y la vida
cristiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario