ACABA DE PUBLICARSE «JESÚS, OCÚPATE TÚ», BIOGRAFÍA DE ESTE SACERDOTE AMIGO DEL PADRE PÍO
El joven Dolindo se reconocía a sí mismo como una
persona de torpe entendimiento. Un día, en oración, pidió las luces suficientes
para poder ser sacerdote.
El interés por Don Dolindo Ruotolo (1882-1970), semejante en tantas cosas al Padre Pío y
amigo suyo, está creciendo en el ámbito hispánico a raíz de la publicación
de Jesús,
ocúpate tú (Voz de Papel), una biografía del Siervo
de Dios escrita por su sobrina Grazia Ruotolo y por el periodista Luciano Regolo.
Un hecho muy notable en la vida
del sacerdote napolitano fue la apertura de su entendimiento, hasta entonces muy entorpecido, por una directa
intervención divina. Lo cuenta Maura Roan McKeegan , autora de doce libros católicos
infantiles, varios de ellos premiados, y estudiosa de la vida y obra de Don Dolindo, sobre quien escribe con
frecuencia, en Catholic
Exchange:
"Un regalo de Dios": la milagrosa infusión de inteligencia de Don
Dolindo
"Toda mi
vida, en su esencia, no ha sido otra cosa que una serie de innumerables casos
de gracias extraordinarias junto a miserias agonizantes", dijo una vez el Siervo de Dios Don Dolindo Ruotolo,
en una autobiografía que escribió en 1923 por obediencia a sus
confesores: "Este es el resumen de la
vida de muchas almas".
De su padre, Raffaele Ruotolo, había recibido al nacer el insólito nombre
de "Dolindo", que significa "dolor" y "sufrimiento".
Raffaele ideó el nombre él mismo, y resultó profético, ya que la vida de
Dolindo estuvo llena de sufrimiento de principio a fin.
EL
PAPEL DEL DOLOR
Sin embargo, paradójicamente, Don
Dolindo consideraba su sufrimiento como un hermoso regalo de Dios.
"Le pedí
a Jesús el don del sufrimiento", escribe en su autobiografía: "Cada
mañana le pedía amor, sufrimiento, humildad, fe, mansedumbre, generosidad y
paciencia. El sufrimiento no tardó en llegar y nunca me ha abandonado desde
aquel momento, sino que ha seguido creciendo, y este es el
don más hermoso que el Señor me ha dado".
Su amor por el sufrimiento hundía
sus raíces en su insaciable deseo de abandonarse por entero al amor de
Dios, sin rastro de ataduras mundanas.
"Mi alma es
como una flor de la pasión:" explica
en su autobiografía, "florece en el
sufrimiento y la penuria, pero se marchita rápidamente en la prosperidad.
Esto Dios lo sabe muy bien".
Su primer contacto con el
sufrimiento llegó cuando no tenía ni un año y tuvo que soportar dolorosas
operaciones en ambas manos, para extraer huesos necrosados,
y en la mejilla, para extirparle un tumor.
Pero aún peor fue el sufrimiento
que padeció por parte de su padre, que era tan tacaño que
se negaba a gastar dinero en comida y ropa adecuadas para sus hijos, y tan
partidario de los castigos que el joven Dolindo corría a esconderse en
el cajón de un escritorio cuando oía a su padre llegar a casa.
A pesar de las pruebas -o tal vez
a causa de ellas-, Dolindo era un niño contemplativo que sentía una especial devoción por los
sufrimientos de Jesús en la Pasión y, tras recibir la Primera Comunión, empezó
a practicar penitencias secretas
y a levantarse antes del amanecer para caminar hasta la iglesia local y asistir
a la misa matutina.
Mientras tanto, Raffaele se
negaba a enviar a sus hijos a la escuela. En cambio, obligaba a Dolindo y a su
hermano mayor, Elio, a memorizar la información que les enseñaban sus hermanas
mayores en casa. A los niños no se les permitía comer hasta que recitaran todo
lo que habían aprendido, y cada noche, después de que su padre revisara sus
tareas escolares, recibían una paliza. Aunque el joven Dolindo estudiaba mucho para
recitar las lecciones obligatorias, no entendía nada de lo que aprendía. Entre
el hambre y las palizas, su pobre mente se había apagado.
EL
PRODIGIO
"Debo decir
que aquellos interminables días de sufrimiento y severos castigos, sin tregua
ni respiro, tan extremos para un niño de tierna edad, acabaron por reducirme a
un completo y absoluto imbécil", escribe:
"Ya no era capaz de entender nada".
Cuando Raffaele finalmente cedió
y permitió que los chicos asistieran a la escuela secundaria, Dolindo suspendió dos veces los exámenes
de ingreso, más tarde suspendió los exámenes finales y finalmente tuvo que
repetir el curso escolar.
Finalmente, sus padres se
separaron -algo muy poco frecuente en aquella época- y Dolindo fue enviado a
un internado.
"Todavía
estaba embobado y no me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor", recuerda Dolindo en su autobiografía: "Rápidamente me
hice famoso por mi estupidez. Como siempre, me iba bien con el
trabajo de memoria, pero donde se requería inteligencia y reflexión, era un
inútil".
Sin embargo, el 15 de junio de
1896, todo cambió.
Ese día, Dolindo se había puesto
una vestimenta clerical (ya que la escuela era una casa de formación para
futuros sacerdotes), y estaba recitando el rosario con sus compañeros de clase. Ante él, tenía
una copia de una imagen de la Virgen.
Lo que sucedió a continuación fue
tan importante para él que, además de escribirlo en su autobiografía en 1923,
también escribió la historia en 1956 en el reverso de una estampita
que llevaba la misma imagen de Nuestra Señora.
La historia de lo sucedido,
escrita por el propio Dolindo en la parte de atrás de la imagen de la Virgen y
el Niño.
Ese día de junio, cuando Dolindo
tenía 13 años, la imagen de Nuestra Señora estaba apoyada en un libro delante
de él. Contempló la imagen y rezó: "¡Oh, Madre
mía! Si quieres que me haga sacerdote, dame inteligencia, porque,
como puedes ver, soy completamente estúpido".
Mientras estaba arrodillado, le
invadió el sueño y se quedó dormido. De repente, la imagen se movió -"por el viento o por alguna gracia especial, no
sabría decirlo"- y le tocó la frente. En ese
momento, despertó de su estupor con la mente aguda, viva y lúcida.
"Podía hablar
de cualquier cosa y hablar poéticamente", escribe
en la estampita: "Era otra persona. Pero
entonces, como ahora, solo para todo lo que glorifica a Dios.
Para todo lo demás, era y sigo siendo un verdadero estúpido".
LOS
FRUTOS DE UN ENTENDIMIENTO SUPERIOR
Tras esta milagrosa e instantánea
infusión de inteligencia, Dolindo pronto se ganó un nuevo apodo en la escuela: "La Enciclopedia". Compuso poemas, obras
de teatro, trabajos y ensayos que recibieron elogios y admiración, y
rápidamente ascendió a la cima académica de toda la escuela.
"Poco
sabían", escribe en su autobiografía, "¡que todo era totalmente un regalo directo
de Dios!".
Esta gracia de la inteligencia le
acompañaría el resto de su vida, y queda patente en sus prolíficos y brillantes escritos, que siguen tocando muchos
corazones hoy en día.
Cuando en 1923, años después de
la muerte de su padre, se vio obligado a escribir sobre sus dolorosos recuerdos
de infancia, Don Dolindo dijo que su "pobre
padre tenía buenas intenciones". Bendijo la memoria de su
padre y rezó para que estuviera en la gloria de Dios.
Traducción de Verbum
Caro.
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