Aunque la mafia italiana ya no responda a los patrones que en su día hizo mundialmente conocidos la película de Mario Puzo, El Padrino, esta sigue obrando de forma plena y vigorosa. Y como refleja la trilogía, no solo se trata de gánsteres armados e involucrados en los bajos fondos del crimen. También relaciona a sus mujeres, que de forma activa o sin desearlo terminan por verse envueltas en prácticas delictivas. Incluso los más pequeños de los hogares, sus hijos, acaban heredando el papel de su padre o siguiendo su modo de vida.
Actualmente, no son pocas las
organizaciones que se dedican por entero a brindar apoyo tanto a las víctimas
de la mafia como a sus integrantes que deciden abandonar las filas del crimen
organizado, en Italia representado por la Cosa
Nostra, la Camorra, la 'Ndrangheta y la Sacra
Corona Unita.
Una de ellas es Libera, fundada
en 1994 y presidida por el sacerdote Luigi Ciotti. Se
gestó con el apoyo de cientos de grupos y organizaciones, y hoy tiene
delegaciones por todo Italia.
Ciotti no es el único sacerdote.
Junto a él, el padre Giorgio De Checchi coordina la asociación contra la mafia
en todo el país, y es un buen conocedor de cómo esta destruye no solo la vida
de las víctimas, sino también de sus propios integrantes.
Su dedicación ofrece pruebas cada
día que dan la razón al periodista siciliano especializado en mafia, Franco Nicastro, cuando afirma que "existe
el mito de que la mafia no involucra a mujeres ni a niños, pero no es así. Los
niños están preparados para una vida criminal; es parte de su educación".
FAMILIAS
QUE REHACEN SUS VIDAS TRAS LA MAFIA
Ombretta Ingrascì, investigadora de la Universidad de Milán especializada en la
sociología de las familias del crimen organizado, ha tratado especialmente el
papel de las mujeres en la mafia y considera de especial importancia "contextualizar" a las que abandonan el
crimen.
"Las familias
pueden ser psicológica y físicamente abusivas, necesitan poder confiar en el
Estado y acceso a servicios", pero en
zonas con amplia presencia de la mafia, como en el sur de Italia "hay pocos centros" que les ofrezcan
ayuda.
Sabe por su experiencia y
profesión que quienes abandonan a sus clanes lo hacen bajo la desaprobación de
los mismos, enfrentando con frecuencia amenazas de violencia e incluso de
muerte, si existe la posibilidad de delación a otros miembros.
También está la cuestión de los
hijos, que de no abandonar la mafia, suelen tener dos alternativas, "la prisión o la muerte".
El mencionado Giorgio De Checchi, contó en una ocasión el caso de una
familia de mafiosos. El padre fue condenado, su hijo también y su hija fue
enviada a un lugar de acogida. Lo normal habría sido que la historia acabase en
tragedia, pero el hijo estudió en prisión, cumplió condena y se labró un futuro
y vida honestas, mientras que la hija alcanzó la mayoría de edad dejando atrás
el crimen.
"Incluso su
madre decidió cambiar de vida y acompañar a sus hijos en este
angustioso pero necesario proceso de reconstrucción", contó De Checchi.
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A EMPEZAR
Como sacerdote y conocedor de que
"todo santo tiene
un pasado y todo pecador tiene un futuro", De
Checchi ha conocido "muchas familias", madres
e hijos que han abrazado la posibilidad de volver
a empezar una vida lejos del crimen.
Y este fue precisamente el
escenario del que fue testigo el Vaticano la mañana de este 30 de octubre,
cuando el Papa Francisco recibió en audiencia privada a un
grupo de mujeres que abandonaron la mafia acompañadas por el
sacerdote y presidente de Libera, el padre Ciotti.
Agradeciendo en primer lugar la
labor de Ciotti, Francisco comenzó comparando a las mujeres a las que recibía
con el caso de las primeras cristianas o incluso el de María Magdalena, "en ocasiones contagiadas por el mal"
pero a las que Jesús "acogió y sanó con
compasión".
Estas mujeres, dijo Francisco,
encontraron la libertad "caminando con Él y
los discípulos"; y es que "no nos volvemos libres por arte de magia,
sino caminando con el Señor, compartiendo Su camino que pasa por la cruz y
conduce a la resurrección".
Francisco expresó una enérgica
bendición de la decisión tomada por esas mujeres. La de la mafia es una
cuestión que Francisco ha enfrentado con firmeza desde su pontificado
Rosario Livatino, el joven juez asesinado por la mafia; su llamado a los carabinieri a "la lucha contra la mentalidad mafiosa", su cercanía con las víctimas de la mafia y en
última instancia reiterando que esta rama del crimen organizado "están excomulgados",
afirmando que "no se puede creer en Dios y ser
mafioso", como hizo en 2018.
En esta ocasión, se dirigió a
unas mujeres que "nacieron y crecieron en
contextos contaminados por el crimen mafioso", bendijo su decisión
de abandonarlo y las animó "a
seguir adelante", especialmente en los "normales"
momentos "de miedo y confusión".
En estos momentos, les dijo, "pensad en el Señor Jesús caminando a vuestro
lado. No estás sola, sigue luchando. Llevad siempre un
pequeño Evangelio. Os hará bien", les dijo antes de prometer el
envío a cada una de un Evangelio.
"Es
exactamente así: Él camina con nosotros cada día por
el camino de la vida. Su cruz da sentido a nuestras cruces y su resurrección es
fuente de esperanza", concluyó antes de rezar junto al
grupo e impartir la bendición.
"REBELIÓN
DE CORAZONES Y DE CONCIENCIAS"
Tras el encuentro, el presidente
de Libera expresó su
"gran emoción y gratitud" al Papa
Francisco al recibir a estas mujeres "que piden
una mano, ser acompañadas para escapar, que habiéndose convertido en madres, no aceptan que esas
vidas serán peones de un juego de poder, violencia y prisión".
"Las mafias
les han confiscado la vida. Mujeres que se rebelan contra la
"ley" del clan y buscan una salida. La suya es una
rebelión de corazones y de conciencias. Mujeres que, a pesar de los
códigos culturales consolidados, dicen ¡BASTA!", expresó el sacerdote.
La decisión de las mujeres que le
acompañaron esta mañana y de muchas otras que se han acercado a "Libera" implica en muchas
ocasiones empezar de cero con
su misma identidad. Asumir nuevos nombres que también suponen "la responsabilidad de una renovación real"
de la existencia, "reconstruir vínculos
amistosos, afectivos y profesionales sin miedo a ser reconocidos y
perseguidos".
"Piden ser
libres. Y la libertad es hija de la justicia que cada vez más podremos
conquistar y de la solidaridad que podremos desarrollar", subrayó.
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