Alocución en ocasión del rezo del Angelus del domingo 22 de octubre de 2023
OCTUBRE 22, 2023 03:42REDACCIÓN ZENITANGELUS, PAPA FRANCISCO
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 22.10.2023).- Al medio día del domingo 22 de octubre, unas 20 mil personas (según datos de la Gendarmería Vaticana) acompañaron al Papa en la Plaza de San Pedro para el rezo de la oración mariana del Ángelus. Antes de la oración, el Papa dirigió la habitual alocución dominical sobre el Evangelio de la XXIX semana del tiempo ordinario. Ofrecemos a continuación la traducción al español de ese discurso:
***
El Evangelio de la Liturgia de
hoy nos relata que algunos fariseos se unen a los herodianos para tender una
trampa a Jesús. Siempre buscaban tenderle trampas. Van donde Él y le preguntan:
«¿Es lícito pagar impuesto al César o no?»
(Mt 22,17). Es un engaño: si Jesús
legitima el impuesto, se pone de parte de un poder político mal respaldado por
el pueblo, mientras que si dice de no pagarlo puede ser acusado de rebelión
contra el imperio. Una auténtica trampa. Pero Él escapa de esta insidia.
Pide que le muestren una moneda, que lleva impresa la imagen del César, y les
dice: «Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (v. 21).
¿Qué significa esto?
Estas palabras de Jesús se han convertido en algo
de uso común, pero a veces se han utilizado de manera equivocada – o al menos
reductiva – para hablar de las relaciones entre Iglesia y Estado, entre
cristianos y política; a menudo se entienden como si Jesús quisiera separar a “César” y a “Dios”, es
decir, la realidad terrenal de la espiritual. A veces, también nosotros pensamos así:
una cosa es la fe con sus prácticas y otra cosa, la vida de todos los días. Y
esto no funciona. Esto es una “esquizofrenia”, como si la fe no tuviera nada
que ver con la vida concreta, con los desafíos de la sociedad, con la justicia
social, con la política y etcétera.
En realidad, Jesús quiere ayudarnos a colocar al “César” y a “Dios” cada uno en su importancia. Al César – es decir, a la política, a las instituciones civiles, a los procesos sociales y económicos – pertenece el cuidado del orden terrenal, y nosotros, que en esta realidad estamos inmersos, debemos restituir a la sociedad lo que nos ofrece a través de nuestra contribución de ciudadanos responsables, prestando atención a lo que se nos confía, promoviendo el derecho y la justicia en el mundo del trabajo, pagando honestamente los impuestos, comprometiéndonos por el bien común y etcétera.
Pero, al
mismo tiempo, Jesús afirma la realidad fundamental: que a Dios pertenece el
hombre, todo hombre y todo ser humano. Y esto significa que nosotros no
pertenecemos a ninguna realidad terrenal, a ningún “César” de turno. Somos del
Señor y no debemos ser esclavos de ningún poder mundano. En la moneda, por lo
tanto, está la imagen del emperador, pero Jesús nos recuerda que en nuestra
vida está impresa la imagen de Dios, que nada ni nadie puede ensombrecer. Al
César pertenecen las cosas de este mundo, pero el hombre y el mundo mismo
pertenecen a Dios: ¡no lo olvidemos!
Comprendamos entonces que Jesús nos está devolviendo a cada uno de nosotros a la propia identidad: en la moneda de este mundo está la imagen de César, pero, ¿tú – yo, cualquiera de nosotros – qué imagen llevas dentro de ti? Hagámonos esta pregunta: ¿yo, qué imagen llevo dentro de mí? ¿Tú, de quién eres imagen en tu vida? ¿Nos acordamos de pertenecer al Señor, o nos dejamos modelar por las lógicas del mundo y hacemos del trabajo, de la política, del dinero, nuestros ídolos a adorar?
Que la Virgen Santa nos ayude a
reconocer y a honrar nuestra dignidad y la de todo ser humano.
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