Conoce por qué en la alabanza del "Santo" que se canta en Misa se menciona "los cielos".
Por: Carlos Zapata | Fuente: Desde la Fe
Tanto “el cielo” como “los cielos” se utilizan para designar el
firmamento (cf Sal 19, 2), aunque también para referirse al “lugar” propio de Dios, y es lo que mencionamos al
saludar a “Nuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,
16; cf Sal 115, 16), según la enseñanza del Catecismo de la
Iglesia Católica (CIC, 326).
Así, implica de igual manera el “cielo”, que es la gloria escatológica. Además, el
término hace alusión al “lugar” de las
criaturas espirituales —los ángeles— que rodean a Dios.
De igual modo, mencionarlo en
plural hace referencia a la totalidad y a la plenitud. Por ello, los
evangelistas usan indistintamente la mención al Reino de Dios como una frase
equivalente al «Reino de los Cielos», pues
Dios es “el Creador del cielo y de la tierra”.
Y tal como señala el Símbolo
Niceno-Constantinopolitano: Dios es creador “…de
todo lo visible y lo invisible”. Pero, hay más. La comunión de vida y
amor con la Santísima Trinidad, la Virgen María, los ángeles y los
bienaventurados también coincide con la designación de “cielo”.
Por ello, es considerado el fin último “y la
realización de las aspiraciones más profundas del hombre”, así como su
estado supremo y definitivo de dicha.
“CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA”
Sobre este tema, enseña san Ambrosio (Expositio evangelii secundum Lucam 10,121) que “donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino”, el lugar donde viven los elegidos y hallan “su verdadera identidad y su propio nombre” (cf. Ap 2, 17; CIC, 1025).
La biblia también es clara sobre
esa promesa y emplea las mismas acepciones. Llama “cielos
nuevos y tierra nueva” a la renovación misteriosa que trasformará la
humanidad y el mundo (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1); esto como parte
del designio de Dios de “hacer que todo tenga a
Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra” (Ef 1,
10; CIC, 1043).
Se trata, pues, de un “universo nuevo”. Dios tendrá su morada entre los
hombres. “Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no
habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas” (Ap 21, 4;
cf. 21, 27).
Además, la Iglesia “sólo llegará a su perfección en la gloria del cielo […]
cuando llegue el tiempo de la restauración universal y cuando, con la
humanidad, también el universo entero, que está íntimamente unido al hombre y
que alcanza su meta a través del hombre, quede perfectamente renovado en
Cristo” (Lumen gentium 48).
“DIOS, EL TRES VECES SANTO”
En cuanto al “Santo”, este himno se entiende con mayor
precisión en el marco del misterio pascual. “Dios,
tres veces Santo, desea la santidad, y guía al hombre hacia ella por caminos
que sólo Él conoce” (Juan Pablo II, domingo 20 de junio de 1982).
La venida de Cristo “es una revelación radical e integral de la santidad de
Dios: ‘Sanctus, sanctus, sanctus Dominus Deus Sabaoth’. ‘Santo, santo, santo es
el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria”.
“En la Semana Santa
—que, humanamente hablando, está completamente
llena del sufrimiento, de la humillación y del anonadamiento— se encierra la
revelación de la santidad de Dios, culmen de la historia del mundo. “Santo, santo, santo (…). Hosanna en el cielo”. La
razón, explica el papa, es que del fondo de la humillación redentora de Cristo,
el hombre recibe, como don, la fuerza para alcanzar la cumbre de su propio ser
y de su propio destino. En la semana que con razón se llama santa, el Hosanna
en el cielo encuentra la plenitud de su significado. (Juan Pablo II, 31 de
marzo de 1996).
LOS SANTOS LE CANTAN A DIOS
Por su parte, el papa Francisco
nos recuerda la procedencia de este himno y su poderosa trascendencia. Previo
al Ángelus del primero de noviembre de 2018, se preguntó qué hacen los santos
en el cielo: “Cantan juntos y dan gloria a Dios con
alegría”.
Al respecto, sugirió que sería
estupendo poder escucharlos. Y estimó que podemos imaginarlo durante la misa,
justo cuando cantamos: “Santo, santo, santo es el
Señor Dios del universo” y recordó que esta alabanza trinitaria
corresponde a un himno, uno que según la biblia, “procede
del cielo; se canta allí”.
Por lo tanto, “cantando el ‘Santo’, no pensamos solo en los
santos, sino que hacemos lo que hacen ellos. En ese momento, en la misa,
¡estamos unidos a ellos más que nunca!”. Cuando cantamos repitiendo “Santo, Santo, Santo” hacemos una oración de
alabanza: “Alabamos a Dios por su grandeza, porque
es grande. Y le decimos cosas hermosas, porque a nosotros nos gusta que sea
así”. (Papa Francisco, 28 de enero de 2014)
¿AL CANTAR SÉ ALABAR AL SEÑOR?
Al brindar su explicación, el
papa invitó a reflexionar: “¿Cómo es mi oración de
alabanza? ¿Sé alabar al Señor? ¿O cuando rezo el Gloria o el ‘Sanctus’ (Santo)
lo hago sólo con la boca y no con todo el corazón?”
En este aspecto, el pontífice
recordó que cuando elevamos esta oración al Señor debemos “decir a nuestro corazón: ‘¡Levántate corazón, porque
estás ante el rey de la gloria!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario