Siempre ha sido gente excepcional, virtuosa, probada en el dolor y convencida de la fe quienes los han recibido realmente
Por: Ignacio Ibañez / Tito Paolo Zecca | Fuente:
Zenit.org
El estigma es un fenómeno místico extraordinario por medio del cual se
presentan en el cuerpo las llagas de la pasión de Cristo. Y como afirma De
Grandmaison, reconocida autoridad en el campo de la investigación sobrenatural,
esta experiencia se concede únicamente a quienes merecen ser presencia amorosa
de Dios en el mundo. El estigma es un hecho del todo extraordinario, como
comprueba el doctor Imbert Gourbeyre, quien dedicó años a investigar sobre
estos casos. El primer caso famoso fue el de San Francisco de Asís. Son
numerosos los testimonios de quienes lo vieron y presenciaron.
La Iglesia nunca ha querido servirse de estos acontecimientos sobrenaturales
para promover la fe católica o la misma imagen de la Iglesia. Al contrario,
siempre ha adoptado una actitud de reserva, dando más importancia a las
virtudes y al testimonio de vida que al carácter sobrenatural de los que han
recibido la estigmatización en su cuerpo.
El último caso que ha dado la vuelta al mundo es el Padre Pío. Aunque el Padre
Pío llevó durante 53 años la herida de los estigmas en sus manos, en sus pies y
en su costado, la Iglesia nunca quiso hacer alarde de ello. Las llagas
permanecían cerradas todos los días y sólo se abrían y sangraban los viernes.
Las fotos que existen fueron tomadas de manera espontánea por gente que se
saltó la prohibición de fotografiar las manos del capuchino. A pesar de la
evidencia del caso, la Iglesia nunca declaró oficialmente que los estigmas del
P. Pío fueran de origen divino.
Los estigmas no se han producido en gente neurótica, trastornada o
hipocondríaca. La psiquiatría experimental afirma que no pueden ser simples
fluxiones o supuraciones de sangre producidas por el poder de la imaginación,
ya que las heridas aparecen y sangran sin ninguna intención ni esfuerzo por
parte del estigmatizado.
Los estigmas se han dado siempre de manera instantánea, causando gran sorpresa
e impresión en quienes los han recibido. Las llagas nunca han supurado y su
sangre se ha mantenido siempre fresca y limpia. Además, han sido heridas que no
se curan nunca y que permanecen un gran número de años sin que pueda darse una
explicación médica o científica. Es cierto también que algunos ilusos se han
dejado llevar por un fanatismo exagerado y han fingido llevar las huellas de
las llagas de Cristo (Caso: Giorgio Bongiovanni). No hay que dejarse llevar por
quienes tratan de apantallar. Ni en la vida, ni mucho menos, en la fe.
Han sido muy pocos quienes a lo largo de la historia han recibido realmente en
su cuerpo la impresión de los estigmas. Siempre ha sido gente excepcional,
virtuosa, probada en el dolor y convencida de la fe. Gente que ha recibido un
don del que nunca se han sentido merecedores ni dignos. Gente que nos recuerda
que es maravilloso imitar a Jesús. En las sonrisas y en las heridas. En todo. Y
ofreciendo el dolor de sus heridas para que haya más sonrisas en todos. Como
Jesús.
Los estigmas, desconcertante signo de la pasión de Cristo. Entrevista con
el catedrático de espiritualidad Tito Paolo Zecca
Los estigmas, signo distintivo de la pasión de Cristo, se han convertido en el
centro de un debate teológico muy interesante.
Desde Francisco de Asís (primer santo de la historia en que se ha podido
comprobar este fenómeno) hasta el beato Pío de Pietrelcina (uno de los últimos
casos) se han dado unos 250 casos de personas con estigmas, en la mayoría de
los casos con comprobación científica. Pero, ¿qué
significan esas llagas dolorosas en las manos y en los pies de personajes que
en algunos casos, con su espiritualidad, han cambiado la historia del mundo y
del cristianismo?
Para comprender mejor el debate, Zenit ha entrevistado al padre pasionista Tito
Paolo Zecca, profesor de Teología pastoral y espiritualidad en la Universidad
Pontificia de San Juan de Letrán y en el Ateneo Pontificio Antonianum de Roma.
Este catedrático, que ha dedicado investigaciones y libros al argumento, es uno
de los máximos expertos mundiales en la materia.
Acaba de presentar sus últimos descubrimientos en una conferencia dictada sobre
«El Crucifijo de la Sábana Santa y las personas con
estigmas» en el centro de Sindonología del Caravita, en Roma
(http://www.sindonologia.it).
¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE
LOS ESTIGMAS?
En el misterio de la resurrección de Jesús, el Evangelio muestra cómo no han
quedado canceladas su llagas. Los estigmas representan un signo de lo que
sufrió Cristo durante la pasión, y por tanto constituyen un dato teológico en
el que hay que profundizar mucho más de lo que hemos hecho hasta ahora. En el
Evangelio de Juan, cuando Jesús entra en el Cenáculo con las puertas cerradas y
saluda a los discípulos, muestra los estigmas para identificarse. A santo Tomás
le dice: «Mete tu dedo en mi costado». La consternación de los apóstoles es
también un hecho revelador de este misterio. Este fenómeno muestra la eficacia
de la salvación de Cristo en la Cruz y permanece de manera particular en el
signo de los estigmas, convirtiéndose en un dato distintivo de la eficacia
redentora y salvadora de la fe.
HA HABIDO 250 CASOS DE SANTOS
Y BEATOS QUE HAN TENIDO LOS ESTIGMAS. ¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO HISTÓRICO DE ESTE
SIGNO?
Es un dato particular de la espiritualidad y de la mística occidental. A partir
de san Francisco, hemos tenido un número significativo de santos y beatos que
han vivido la experiencia desconcertante de la reproducción en su cuerpo de los
estigmas de Cristo. Hasta ahora, la investigación ha subrayado el carácter de
configuración e imitación de Jesús, que surge de la intensa relación personal
que han mantenido con él estas personas. Sin embargo, se ha analizado muy poco
el papel que estos santos y beatos han desempeñado en la Iglesia. No se ha
reflexionado suficientemente en la misión particular que está ligada a los
estigmas.
¿PUEDE PONER ALGÚN CASO
CONCRETO?
Por ejemplo, san Francisco de Asís recibió los estigmas cuando todos sus
proyectos de santidad --fundación de la Orden, aprobación de la regla
primitiva, viaje a Palestina-- habían fracasado. Se encuentra solo y
abandonado. La configuración con el Crucificado le consuela, pero al mismo
tiempo el sufrimiento de los estigmas se convierte en un bien para su Orden y
en un mensaje para toda la Iglesia.
El sucesor de san
Francisco, Fray Elías, entendió el significado de los estigmas y así lo subrayó
en la carta que dirigió a todos los fieles.
Este mismo mensaje y misión de los estigmas puede constatarse en
Santa María Magdalena de Pazzi y en santa Catalina de Siena. En el siglo que
acaba de concluir esta misión se constata con claridad en personajes como santa
Gemma Galgani (fallecida en 1913), el beato padre Pío de Pietrelcina
(1887-1968), y Marthe Robin (mística francesa fallecida en 1981 de quien se
están estudiando sus escritos antes de emprender el proceso de beatificación).
Marthe Robin se ha hecho conocida después de que el famoso escritor Jean
Guitton escribiera el libro «El viaje inmóvil» Durante cuarenta años esta mujer
estuvo sin moverse en su lecho. Al igual que Gemma Galgani y Pio de Pietrelcina,
ha dado vida a muchísimos grupos de espiritualidad y oración en todo el mundo.
¿QUÉ ES LO QUE EXPERIMENTA
QUIEN RECIBE LOS ESTIGMAS DE LA PASIÓN DE CRISTO?
Se trata de una experiencia de alegría y dolor. El Señor es siempre el que toma
la iniciativa. Los destinatarios de los estigmas consideran esto como una
inmensa gracia, de la que no se sienten dignos. De hecho piden al Señor que se
la quite, pues se avergüenzan. Esta actitud es evidente en el padre Pío. El
beato de Pietrelcina muestra claramente cuál es la misión de quien lleva los
estimas. El padre Pío funda grupos de oración y la Casa de Alivio del
Sufrimiento (un gran hospital), realizando una obra concreta para aliviar los
sufrimientos físicos. Además, a través de la oración, profundiza en la
capacidad de intercesión de las personas unidas a quien padece los estigmas que
renueva el mundo, lo salva y lo protege.
PERO, ENTONCES, ¿POR QUÉ DA
EL SEÑOR ESTA «GRACIA» A CIERTAS PERSONAS?
La respuesta está precisamente en su misión. Es un servicio que la Iglesia
necesita en un momento particular de su historia. Es como un signo profético,
un llamamiento, una dato sorprendente capaz de recordar a los hombres las cosas
esenciales, es decir, la conformación con Cristo y la salvación de Cristo que
con sus llagas nos ha rescatado.
En cierto sentido, todos nosotros llevamos los estigmas, pues con el bautismo
estamos sumergidos en la vida de Cristo, que nos permite participar en el
misterio pascual de su muerte y resurrección. En su pequeñez, cada uno de
nosotros lleva los estigmas. Si los lleva con espíritu de fe, esperanza,
valentía y fortaleza, estas llagas, que pueden ser purulentas y que no
cicatrizan nunca, pueden servir para curar a los demás.
En definitiva, los estigmas representan la aceptación consciente de la Cruz
vivida espiritualmente.
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