¿Por qué si hay fe, no somos escuchados?
Por: Lic. Manuel Mondragón Lechuga | Fuente:
ApologeticaSiloe.net
Aunque Dios es un Padre Amoroso y su misericordia sobrepasa aún nuestros
pecados. (Sal 86, 15) y Jesús nos dice “Pidan y se
les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque todo el que
pide recibe, el que busca encuentra y Al que llama se le abre” (Mt 7,
7-8). De la misma manera el Pbro. Juan del Rizzo atinadamente (Famoso por su
Devoción al Divino Niño) dice que hay que “Pedir
milagros, aunque no seamos santos, porque lo que obtiene milagros no es la
santidad sino la fe”. Y esto es cierto, ya que el primer elemento de la
oración es la FE, y muchas veces se da, por ello
entre el Pueblo de Dios se oye decir “Yo tengo
mucha fe… pero Dios no me escucha” ¿Por qué si hay fe, no somos escuchados?
Sencillo porque la Fe se traduce en la Obediencia (Mat 7, 21; Stg 2,
24).
La
Biblia menciona que hay mínimo 21 casos donde el Señor no responde la Oración:
1)
Si en nuestra oración pedimos mal o tiene motivos
personales y egoístas: “Si piden algo, no lo
consiguen porque piden mal; y no lo consiguen porque lo derrocharían para
divertirse”. (Santiago 4,3) Muchos pedimos cosas malas: la amante o el
amante “la muerte del esposo(a), el violador encontrar una víctima, el delincuente que no
sea descubierto” Dios NUNCA responderá
eso, porque Él da lo mejor. “Si ustedes, que son
malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del Cielo dará
espíritu santo a los que se lo pidan” (Lucas 11, 13).
2)
Porque no es el tiempo oportuno. Abraham tuvo que
esperar 40 años, para recibir la promesa que Dios le había dado. Génesis 18;
14; “Pues hay para cada cosa un tiempo y un
criterio” (Ecle 8,6)
3)
Cuando oramos sin fe. “Pero
hay que pedir con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas
del mar que están a merced del viento. Esa gente no puede esperar nada del
Señor, son personas divididas y toda su existencia será inestable.” (Santiago
1, 6-8).
4) Si al pedir oramos guardando maldad en nuestros corazones: “Si hubiere visto maldad en mi corazón, el Señor no me
habría escuchado”. (Salmo 66, 18).
5) Porque oramos, pero permaneciendo en el pecado: “Sino que los pecados de ustedes han cavado un abismo entre ustedes y
su Dios. Sus pecados han hecho que Él vuelva su cara para no atenderlos” (Isaías
59,2); Jn 9, 31 dice: “Es sabido que Dios no escucha
a los pecadores, pero al que honra a Dios y cumple su voluntad, Dios lo
escucha”.
6)
La oración de los que NO
obedecen o niegan la Ley de Dios: “El que se niega
a escuchar la Ley, hasta su oración indispone a Dios” (Pro 28,9) “Pero ellos no quisieron que les hablara, me volvieron la
espalda y se tapaban los oídos para no escucharme;” endurecieron el corazón
como el diamante. Rechazaron la Ley y los mensajes que Yahvé de los Ejércitos
les mandaba por medio de los antiguos profetas, a los cuales inspiraba. Yahvé
se enojó mucho con esto, y se les dijo: Si ustedes no le hacen caso cuando él
los llama, también ustedes gritarán sin que Él los atienda” (Zacarías 7,
11-13).
7)
Si cuando oramos, servimos indignamente a Dios: “Miren, ustedes presentan sobre mi altar alimentos
impuros. Ustedes seguramente replicarán: “¿En qué te hemos profanado?”
Lo han hecho cuando han pensado que la mesa de Yahvé no merece respeto. Cuando
ustedes traen para sacrificarla una bestia ciega, o cuando presentan una coja o
enferma, ¿creen que actúan bien? Llévasela
al gobernador a ver si queda contento o si te recibe bien, dice Yahvé de los
ejércitos. Así es como ustedes piden a Dios sus favores. Pero, ¿creen ustedes que los atenderá?” (Malaquías 1,
7-9)
8)
La Oración de los que se han apartado de Dios: “Esto dice Yahvé respecto de este pueblo: ¡Cómo les gusta
correr de acá para allá, si no paran un momento! Yahvé no los quiere, pues se
acuerda ahora de sus crímenes y del castigo que merecen. Y añadió Yahvé: No
ruegues por la felicidad de este pueblo. Aunque ayunen, no escucharé su
súplica; aunque me presenten holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Al
contrario, me preparo para acabar con ellos por la espada, el hambre y la
peste” (Jeremías 14, 10-12) También el Señor en el Libro de los Proverbios
nos dice: “¿Se van a rehusar cuando los llamo, no
van a poner atención cuando les tiendo la mano?, ¿No quieren hacer caso de mis
consejos y rechazan mis advertencias? Yo también me reiré de su miseria, me
burlaré cuando el miedo los domine, cuando les llegue el huracán del terror y
se los lleve el torbellino de las desdichas, cuando queden bajo el peso de la
miseria y de la angustia. Entonces me llamarán pero no responderé, me buscarán
pero no me hallarán” (Proverbios 1,24-25.28).
9) La oración de los que hacen sus oídos sordos al clamor del pobre o del
que sufre: “El que pone oídos sordos al grito del
afligido, cuando llame no le responderán” (Proverbios 21, 13).
10) La oración de los que son violentos, asesinos, mentirosos y calumniadores:
“Cuando rezan con las manos extendidas, aparto mis
ojos para no verlos; aunque multipliquen sus plegarias, no las escucharé,
porque veo la sangre en sus manos”. (Isaías 1,15) o porque “Los pecados de ustedes han cavado un abismo entre
ustedes y su Dios. Sus pecados han hecho que él vuelva su cara para no
atenderlos. Pues las manos de ustedes están manchadas de sangre, y sus dedos,
de crímenes, sus labios pronuncian la mentira y su lengua murmura la falsedad”.
(Isaías 59, 2-3)
11) Porque la persona que ora, está bajo juicio. Las personas que están
bajo juicio, van de problema en problema, de dificultad en dificultad hasta que
Dios les levanta el juicio, cuando tienen un arrepentimiento sincero delante de
Dios; todo esto no fue castigo de Dios, sino consecuencias de su pecado. “No se engañen, nadie se burla de Dios: al final cada uno
cosechará lo que ha sembrado” (Gálatas 6,7a). Las consecuencias del
pecado de David, la sufrieron sus hijos, lo que les trajo muerte y violencia,
por más que digamos: “Señor, escucha mi oración,
atiende a mis plegarias, respóndeme, tú que eres fiel y justo. No llames a
juicio a tu siervo pues no hay quien sea justo en tu presencia” (Salmo
143, 1-3) pero el Señor no la responderá.
12) Porque la persona que ora, está bajo prueba.
“Busqué al Señor en el momento de la prueba, de noche sin descanso hacia él
tendí mi mano y mi alma se negó a ser consolada” (Salmo 77, 2) ¿Por qué
Dios nos prueba? “Se prueba la plata en el fuego, se
coloca el oro en el crisol: cada uno debe
probar a los que lo aman” (Proverbios 27, 21)
13) La oración de los que le rinden culto a los ídolos o a Satanás
(Brujerías): “Por eso, así habla Yahvé: Les voy a
mandar una catástrofe de la cual nadie podrá escapar. Y aunque me pidan
auxilio, no los ayudaré. ¡Que vayan, entonces, las ciudades de Judá y los
habitantes de Jerusalén a clamar a los dioses a los que quemaban incienso!
Estos dioses no les darán ningún socorro cuando les pase la desgracia. ¡Porque
tan numerosos como tus ciudades son tus dioses, Judá! E igual al número de las
calles de Jerusalén es la cantidad de altares que ustedes han levantado para
ofrecer incienso a Baal. En cuanto a ti, no ruegues por este pueblo, ni eleves
por él súplicas ni oraciones; porque no los voy a oír cuando me llamen en el momento
de la desgracia” (Jeremías 11, 11-14) “Me
dijo: «¿Has visto, hijo de hombre? Todavía verás abominaciones mayores que
éstas.» Me condujo luego al atrio interior de la Casa de Yahveh. Y he
aquí que a la entrada del santuario de Yahveh, entre el vestíbulo y el altar,
había unos veinticinco hombres que, vuelta la espalda al santuario de Yahveh y
la cara a oriente, se postraban en dirección a oriente hacia el sol. Y me dijo:
«¿Has visto, hijo de hombre? ¿Aún no le bastan a la
casa de Judá las abominaciones que cometen aquí, para que llenen también la
tierra de violencia y vuelvan a irritarme? Mira cómo se llevan el ramo a la
nariz. Pues yo también he de obrar con furor; no tendré una mirada de piedad,
no perdonaré. Con voz fuerte gritarán a mis oídos, pero yo no les escucharé” (Ezequiel
8,15-18)
14) Las oraciones con hipocresía o sólo por cumplimiento: “Entre tanto se habían reunido miles y miles de personas,
hasta el punto de que se aplastaban unos a otros. Entonces Jesús se puso a
decir, especialmente para sus discípulos: “Cuídense de la levadura de los
fariseos, que es la hipocresía”. Lucas 12,1.
15) Las oraciones de los Soberbios u Orgullosos: “Pero
Dios tiene mejores cosas que dar. Y la Escritura añade: Dios resiste a los
orgullosos, pero hace favores a los humildes”.(Santiago 4,6).
16)
Las oraciones donde falta perdonar. “Y cuando se pongan de pie para orar, si tienen algo
contra alguien, perdónenlo, para que su Padre del Cielo les perdone también a
ustedes sus faltas” (Marcos 11, 25-26)
17) Las oraciones de los que no se sujetan a los presbíteros (sacerdotes):
“También ustedes, los más jóvenes, sean sumisos a
la autoridad de los Presbíteros. Traten de rivalizar en sencillez y humildad
unos con otros, porque Dios resiste a los orgullosos, pero da su gracia a los
humildes”. (1 Pedro 5, 5)
18) Las oraciones de los que maldicen a sus padres: “¿Ha maldecido a su padre y a su madre? Su lámpara se apagará en el
lugar más oscuro” (Proverbios 20,20) y “El
que deja sin nada a su padre y echa a su madre es un hijo infame y
desnaturalizado” (Proverbios 19, 26). ¡Y vea
Marcos 7,10!
19) Cuando el marido no da honor a la mujer: “Y
ustedes, maridos, sean a su vez comprensivos en la vida en común. Sabiendo que
sus compañeras son seres más delicados, y que ambos comparten la gracia que
lleva a la vida, eviten las amenazas. Este será un buen medio para que Dios
escuche lo que ustedes le pidan” (1 Pedro 3,7).
20)
Los que oran auto justificándose: “El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta
manera: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son
ladrones, injustos, adúlteros, o como ese publicano, Ayuno dos veces por semana
y doy la décima parte de todas mis entradas. Mientras tanto el publicano se
quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el pecho diciendo: “Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador”. Yo les
digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el
fariseo no. Porque el que se hace grande será humillado y el que se humilla
será enaltecido.” (Lucas 18, 11-14).
21) La oración de los que maltratan el Pueblo de Dios: “Haces que mis enemigos den la espalda, y a cuantos me
odiaban aniquilo. Aunque griten, nadie los salvará, claman al Señor, pero no
les responde” (Salmo 18, 40-41) “Ustedes
descueran vivos a los de mi pueblo y les arrancan la carne de sus huesos.
Ustedes pueden comerse la carne de mi pueblo, partir sus huesos y echarlos a la
olla, pero cuando me llamen no les haré caso, sino que les ocultaré mi cara por
sus malas acciones” (Miqueas 3, 2-4).
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