LA «HECATOMBE» ESPIRITUAL DE CRUZ INIESTA, UN ENCUENTRO CON EL DEMONIO QUE LE HIZO VOLVER A DIOS
Cruz Iniesta reconoce que nunca ha sido tan libre
como desde que acogió la visión cristiana.
Nacida y criada en la España del
tardofranquismo, Cruz Iniesta se define como "una
mujer de su tiempo". Como muchos otros, nació en el seno de
una familia católica y practicante, pero que, "con
la entrada del relativismo",
se alejaron de la Iglesia.
"Dejó de ser
importante. No la fe, pero sí la Iglesia, como estructura, que se había
descompuesto para ellos. Dejó de ser importante ir a misa o no, se alejaron de
la práctica, yo hice la comunión, pero dejamos de ir",
recuerda en el canal La fe de la Iglesia.
El suyo "no
era un caso excepcional" sino que, como relata, fue un proceso más
o menos generalizado que fue afectando a la mayoría de jóvenes.
"Y en la
universidad, si te quedaba algo [de fe], ya era la destrucción total. Por lo
menos en la España de los años 80. Te vas de casa, llega la libertad absoluta
y, con ella, muchos peligros del libertinaje", recuerda Cruz, que por entonces estudiaba Derecho y
Biología.
KÁBALA,
ESOTERISMO Y "ATEÍSMO CRISTIANO"
Hoy describe aquellos años como "vivir de espaldas a Dios y completamente el pecado",
con una noción del mal que se borró rápidamente.
Con todo, se mantenía en cierta manera aferrada.
La ciencia, dice, "me mostraba que el mundo no podía aparecer como con
un chasquido, pero Dios empezó a desdibujarse y ser algo
abstracto, como una fuerza dadora de vida y poco más, sin que
entrase lo moral o los mandamientos".
Sin llegar a casarse, Cruz
tuvo una hija, a la que bautizó y llevó a un colegio católico "con la convicción de que los católicos
son los valores reales y buenos de una sociedad".
Si tuviese que definir de alguna
manera aquel caos, recordaría su postura como "cercana al
ateísmo cristiano".
Pero para ella no era suficiente.
Con una personalidad marcadamente inquieta por lo espiritual, y en ese momento
carente de Dios, Cruz trató de saciar su sed "en
todas partes y lugares", incluso "donde
no se tiene que buscar".
Entre ellos, nombra temas
como la ufología, el estudio de la kábala, el espiritismo,
otras religiones, lo esotérico… incluso sintió cierto interés en estudiar la
masonería.
LA
MANO DE DIOS EN PLENA "BATALLA ESPIRITUAL"
Hoy puede dar "gracias a Dios" de que le "ahorrase" ciertas complicaciones de
aquel mundo de gnosis. Pero entonces no podía ni quería abandonarlo.
Pero a partir de cierto momento,
empezó a interesarse por las apariciones marianas o la
lectura de la Biblia. YouTube, entonces casi prehistórico, le
ayudó a reconectar con la fe. Hoy ve en todo ello "la
mano de Dios".
De las apariciones marianas pasó
a la fascinación por la Sábana Santa. Eso le llevó,
irremediablemente, a tener que "aceptar
que había un Jesús de Nazaret, que los Evangelios eran
verdad".
Pero lo que por entonces no sabía
ella es que se estaba librando "una batalla
espiritual" en torno a su alma. De vez en cuando, ella
percibía que se acercaba a aceptar las verdades de la fe y entonces, se alejaba
de ese proceso hasta que meses después, algo volvía a llamarle la atención.
Como si de pequeños muros o
barreras intelectuales se tratase, se iban derribando una tras otra. Una de las
últimas y más asentadas en ella era una percepción de la
Iglesia como una mera "estructura de poder humano".
Pero "la
mano de Dios" seguía apareciendo. En este caso, con una persona
profundamente creyente que apareció en su vida y gracias al cual comprendió que
la Iglesia "tenía que ser algo más". Pronto
comprendería episodios tan destacados en torno a ella como la Leyenda Negra o la persecución de la fe en la España de
los años 30.
CARA
A CARA CON EL DEMONIO: "SENTÍ PURO TERROR"
Pero si tuvo un revulsivo que
aceleró su viaje de la fe, este sucedió en 2017. Por entonces residía en
Granada, donde tenía un bar en el que, tras cerrar, dedicaba junto a amigos y
conocidos largas horas de conversación en torno a Dios y la fe acompañadas de cervezas y tabaco.
Cruz, ya bregada en adivinar las
diferentes sustancias que podían haber consumido quienes se acercaban al local,
en un barrio plagado de "droga, alcohol y
cocaína", observó que entraron una madre y su hija, de unos 30
años, que había abortado en más de diez ocasiones. Entonces, las dos alcohólicas empezaron a ser "especialmente problemáticas", pero de
una forma "diferente".
"Una noche le
dije: `Vete de aquí, que estás endemoniada´", relata. Aún hoy se le ponen los pelos de punta y le tiembla la voz
al recordar lo sucedido: "Se le puso en la
cara como un rictus burlesco, los ojos total y absolutamente negros y
me miraba profundamente, con puro terror, sintiendo como que me
decía: `Te conozco y no te vas a escapar´".
Sin saber cómo, pronunció una
rápida jaculatoria y la mujer se fue.
"Fue una hecatombe interior. Ahí estaba el
demonio. Una cosa es decir `Dios
existe´ y otra rendirle tu voluntad. Pero si el demonio existe y lo acababa de
tener en frente, Dios también. Y ya no valía un dios lejano. Fue un impacto [y
una batalla espiritual] muy fuertes, de intentar entender, de empezar a rezar,
de renunciar a mi vida y cambiarla por completo",
relata.
DE
REGRESO A LA FE GRACIAS A YOUTUBE
No fue sencillo. Interiormente,
Cruz renunció a su vida pasada, pero rendir su voluntad a Dios no estaba en sus
planes. Tampoco se sintió ayudada en Zaragoza cuando, ya en plena pandemia,
aquello que hasta no hace mucho contemplaba como una "estructura
humana cerró las iglesias aún sin haber obligación legal" de
hacerlo.
Ahí conoció canales como La
Sacristía de la Vendée, La fe de la Iglesia, de José Plasencia, o El depósito de la fe, de Leonardo Abdala. Cruz exprimió todo su renovado deseo de
conocer la fe y la Iglesia, la liturgia, las oraciones, la verdad de la
historia, la Patrística, o argumentos frente a la Leyenda Negra.
Tras los meses de confinamiento,
la mujer se acercó a la Iglesia queriendo comulgar, pero sabiendo que
necesitaba una confesión de vida. "Empecé a tener una conciencia de pecado que no
había tenido hasta entonces, cuando una noche sentí que el alma se me partía.
Me tiré al suelo y solamente pude llorar y pedir perdón, comprendiendo
el mal que había hecho y el bien que había dejado de hacer. En esa
confesión me rompí. Cuando me dio la absolución, sentí que Dios me abrazaba y
ahora lloraba de alivio, agradecimiento, el perdón y la paz de Dios".
"NUNCA
HE ENTENDIDO MEJOR EL MUNDO QUE CON LA MIRADA CRISTIANA"
Recuerda que ese día, la "batalla espiritual" no solo no había
terminado: acababa de comenzar, pues "el gran
acusador sabía que ahora tenía la gracia de Dios y quería arrebatársela", en
palabras de su confesor.
Las dificultades no han
desaparecido, pero hoy, Cruz afirma sin dudar que nunca ha sido tan
libre en su pensamiento como ahora.
"Nunca
he entendido mejor el mundo que con la mirada cristiana que Dios me ha dado. Si creemos que Dios es
nuestro Padre, entenderemos las doctrinas que promulga la Iglesia, que son
lógicas y necesarias si somos una gran familia", concluye Cruz.
Esta conversa se acaba de iniciar
a sus 57 años en el mundo digital donde recuperó la fe, YouTube, desde el
canal La plenitud de la fe, elaborando
actualmente una serie sobre el estudio del libro del Apocalipsis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario