En la vida diaria estamos llamados a dar a los demás el don más grande que hemos recibido, Jesucristo.
Por: Andrés Orellana, L.C. | Fuente: Virtudes y
Valores
¿Dar o recibir? Frecuentemente en nuestra vida
nos encontremos ante este dilema. ¿Dejar que mi
hermano se sirva primero o servirme yo antes? ¿Ceder el paso al coche que
quiere cambiar de carril o meterme yo primero para ganar tiempo? ¿Ofrecer mi
ayuda en la parroquia o ver cuál es la que me “da más a mí”? Cada uno
tiene sus propios dilemas, muy personales, en los que tiene que decidir,
consciente o inconscientemente, si quiere dar o recibir. Pasamos horas
calculando cómo puedo ganar más. El peligro está en sólo pensar en cómo ganar y
vivir en una constante angustia, una profunda insatisfacción. Al final no
conseguimos eso que tanto buscamos: la paz del alma.
El Amor de Cristo es gratis. ¿Quién te dio la
oportunidad de escuchar sobre Cristo? ¿Quién decidió dónde nacer? ¿Por cuál
mérito has visto su testimonio? “No se comienza a ser cristiano por una
decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento,
con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva.” (Benedicto XVI, Deus Cáritas Est). La verdad es
que creemos en Cristo porque la Fe se nos ha dado, gratis. No hicimos nada para
merecerla. Fue Dios quien nos hizo nacer en una familia cristiana, o quien de
algún modo se ha revelado a nosotros.
“Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin
mandato nuestro, os han perturbado con sus palabras, trastornando vuestros
ánimos, hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y enviarlos
donde vosotros, juntamente con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que son
hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo” (Hch
15, 24-26). Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de Pablo y Bernabé, “que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor
Jesucristo”. Gracias a su generosidad los cristianos de Antioquia, Siria
y Cilicia conocieron el amor de Dios. Nosotros también hemos recibido la fe por
medio de muchos apóstoles, sacerdotes, religiosos, religiosas, y personas que
han dedicado su vida al nombre de Jesucristo. Hemos recibido su Amor, no por
mérito nuestro, sino totalmente gratis.
El Amor de Cristo es gratis, pero es muy valioso. ¿Qué
nos quedará al final de la vida? No será tu dinero, ni tu fama. Mucho
menos los placeres de ésta vida. Todo eso se desvanece como humo. Como las
nubes, pasa. Tus momentos de alegría, tus risas, tus tristezas, tus lágrimas;
todo eso pasará, pero el que haga la Voluntad de Dios, quedará para siempre.
Fuimos creados para amar. Al final de la vida, lo único que queda es lo que has
hecho por Amor a Cristo y a tus hermanos. Pero nuestro corazón humano, para
amar, necesita primero ser amado. Necesitamos el Amor de Cristo. No podemos
vivir sin Él. Sin Cristo, todo es tristeza, todo parece difícil. Con Él todo es
alegría, la carga se hace ligera y el yugo suave. El Amor de Cristo es muy
valioso.
Pero ¿cómo obtenerlo? ¿Cómo recibir su amor? Ése
es el misterio de Cristo: es amando como se recibe. Amor no es sentimiento,
amor no es emoción. Amor es donación, es entrega. Amor es dar, dar, dar,
olvidarse de sí mismo, vivir para Cristo, quien vive en los demás. Para
recibir, hay que dar. Dale a Cristo tu confianza. Dale tu Fe. Dale tu tiempo.
Dale tus manos, tu esfuerzo, tu trabajo. Dale tu amor, y ya verás, que Dios
nunca se deja ganar en generosidad.
Es dando como más se recibe. Dale a Cristo lo que te pida, y recibirás aquello
que tanto buscas: recibirás el único amor que puede llenar tu corazón. Haz la
voluntad de Dios, y recibirás la Paz del Alma. No hay amor más grande que éste:
dar la vida por sus amigos. Si quieres dar
la vida por Cristo, haz su voluntad. ¿Cuál es la
voluntad de Dios? “Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros”. La
Voluntad de Dios es que vivamos la Caridad. Sólo piensa: Tu vida tiene sentido: amar a Cristo, llegar al cielo.
Esto tiene que llenar tu alma de felicidad, de una profunda paz, y de un gran
celo por transmitirlo a los demás.
Hay muchas personas cuyas vidas no tienen sentido. Viven en la oscuridad, en el
miedo. No saben para qué viven, y a ti se te ha dado gratis. El mayor acto de
Caridad es dar a Cristo. En esto reconocerán que son mis discípulos, en que se
aman los unos a los otros. “Lo que has recibido
gratis, dadlo gratis”. En un mundo tan agresivo, ¡Qué difícil puede ser perdonar, hacer un acto de caridad, ayudar a
alguien que lo necesita, o incluso, hablarle a alguien sobre Jesucristo! Pero
no hay que tener miedo, Cristo está con nosotros hasta el final del mundo, y
miren: ¡Él ha vencido al mundo!
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