Artículo de análisis de la problemática de la violencia en las aulas.
Por: Luz Derqui | Fuente: ABC
¿Son los alumnos de hoy en día más violentos que los de
generaciones anteriores? ¿Qué diferencia las peleas que siempre se han
registrado en los patios de los colegios del acoso escolar? La respuesta
de los expertos es contundente: nunca antes se había vivido una situación
similar y la mala o nula socialización de los niños antes de llegar a la
escuela está en la base del problema.
En Torrente grupos de menores atemorizan a escolares y obligan a la policía a
controlar la salida del colegio, algo que ocurre en numerosos institutos de
toda la Comunidad. El fiscal de Menores alertaba esta semana del incremento de
delitos cometidos por niños y su especial grado de violencia. Los estudios
elaborados por la Conselleria de Educación, en colaboración con el Centro Reina
Sofía para el Estudio de la Violencia, cifran en uno de cada diez los escolares
que sufre acoso y amenazas por parte de compañeros de aula y en un 2,4 por
ciento los que reconocen que les divierte intimidar a otros alumnos.
Datos y hechos que han llevado a preguntarse ¿qué es lo
que está pasando en las escuelas e institutos valencianos? Una situación
ante la que padres, profesores, Administración, alumnos y la sociedad en
general se encuentran desorientados.
EL ORIGEN DEL PROBLEMA
Para Petra María Alonso Pérez, catedrática de Antropología de la Educación de
la Universitat de Valencia, los casos de agresiones y acoso escolar son un
fenómeno nuevo que revela un cambio en la socialización del niño, ya que el
origen del problema no hay que buscarlo en las aulas, sino en los primeros años
de vida, en la educación que se les da en su casa y que condiciona su futuro
comportamiento en la escuela y en la sociedad.
Los niños de hoy en día, según la catedrática, no saben superar sus
frustraciones, no han aprendido a dilatar la gratificación, ni a compartir
porque muchos no tienen hermanos con quien repartir sus juguetes y ropa. A los
problemas sociales y estructurales -los padres de hoy en día trabajan mucho y
tienen poco tiempo para dedicárselo a su hijos, que son cuidados entre abuelos,
la televisión e Internet, con una clara falta de valores, pérdida de la
autoridad y desaparición de la cultura del esfuerzo- se añade una nueva
realidad a la que pocos al principio parecían dar importancia: ha desaparecido
el juego libre.
Ya no se juega en la calle, no se juega con los hermanos en casa y en el
colegio ya no hay patios, sino instalaciones deportivas, algo especialmente
grave si se tiene en cuenta que el juego es el principal factor socializador
del niño. Es también un elemento de aprendizaje fundamental en el desarrollo
del menor, con el que aprende a crear normas y a respetarlas, a ceder, a
superar su frustración, a saber ganar y perder, a compartir, a tener empatía, a
establecer nuevas estrategias cuando existe frustración, a saber cuáles son sus
límites y a esperar su turno... porque si no se quedan fuera del juego.
La catedrática, destaca que las circunstancias sociales por la inseguridad de
las ciudades, ha provocado que ya no salgan los niños solos a jugar. Cuando van
al parque lo hacen acompañados de sus padres o abuelos y si se pelean con otro
niño enseguida media el adulto, no les dejan aprender por sí mismos. Además, en
el colegio ya no se juega en el patio, que ha sido sustituido por campos para
jugar al fútbol o al baloncesto, deportes en los que las reglas ya están
establecidas, no las tienen que establecer el grupo de niños, algo que les
enseña a ceder.
ES IMPORTANTE DILATAR LA
GRATIFICACIÓN
Pero además, Petra Pérez, destaca otro hecho fundamental para comprender lo que
está pasando en la escuela, el niño de hoy en día no aprende la importancia de
dilatar la gratificación. Los menores no sólo tienen de todo, sino que lo
tienen cuando quieren, lo quieren todo y lo quieren ya, y los padres por callarlos,
por tenerles contentos el poco tiempo que están con ellos, les consienten
demasiado y les llenan de regalos. «Los niños de ahora son inmediatos, siempre
lo han sido, pero antes por las circunstancias aprendían a esperar, si querían
una bicicleta tenían que esperar a Reyes. Ahora no, lo tienen todo al momento»,
Además, cada vez los padres tienen a sus hijos más mayores, «es como un bien
escaso que hay que proteger y se les protege demasiado, no se les pone
límites».
Cuando llegan al colegio eso cambia y no saben como asumirlo. El niño llega a
la escuela con una mala socialización, sin una buena competencia emocional que
hace que no sepa cómo afrontar los problemas, lo que le lleva a superar su
frustración con agresividad. Por otra parte, los profesores, que se han formado
para enseñar Literatura o Matemáticas, se encuentran que tienen que educar a
niños que antes venían educados de casa.
GRUPOS EN LA CLASE
Por otra parte, en la escuela, explica la catedrática, se ha generado otro
fenómeno nuevo, que son los grupos, donde se crea la imagen del otro como
enemigo. «Antes los niños se peleaban aunque al día siguiente volvían a jugar
juntos, pero ahora no». Crear grupos, explica, es algo antropológico, para
defenderse, pero «si esos sentimiento no se reconducen a tiempo se genera la
imagen del otro como la de un enemigo. Además, se hace dentro de la propia
comunidad, que es lo que está ocurriendo con la pandilla que rechaza al que
está fuera».
Todo ello, junto con la desaparición de la cultura del esfuerzo ha sido el
caldo de cultivo sobre el que han proliferado los casos de violencia y el acoso
escolar. La solución pasa, según los expertos, por realizar talleres con
padres, profesores y alumnos, dejar que los niños jueguen sin la intervención
de los adultos y enseñarles a retrasar la gratificación. Asimismo, es necesario
dotar al profesorado de autoridad y recuperar los valores que se han perdido,
«que se les enseñe a ser y a convivir, en la familia y a través del juego»
Por último, la catedrática destaca como factor importante en la reducción de la
infancia que «los niños en la actualidad adoptan comportamientos de adultos,
practican botellón cada vez más jóvenes, van a las discotecas, se visten como
mayores y ven programas de adultos».
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