La misericordia no reduce en lo más mínimo la objetividad de la ley moral. La compasión no reduce en lo más mínimo la compresión de que los actos conllevan consecuencias.
Y, sin
embargo, algunos creyentes duramente celosos casi exigen a Dios que actúe con
dureza. Un corazón duro exige dureza, tiene su lógica.
Cuando
veo la foto de ayer y pienso que ese drama se multiplicó por cientos de veces,
por miles, uno se estremece. ¡Cuánto dolor, cuánto
sufrimiento! Si lo multiplicamos a nivel de toda la familia humana, han
sido millones de seres sufrientes que han pasado por situaciones similares.
Por qué
Dios permite una cantidad tan abrumadora de sufrimiento en el mundo es un
misterio. Ahora bien, no hay alternativa: o no existe Dios y ese sufrimiento
carece de consuelo, o existe Dios y hay una buena razón para permitirlo. No hay
término medio: o sin sentido (y sin consuelo), o con sentido (y con consuelo).
Pero yo
que llevo toda una vida dando conferencias acerca del sufrimiento universal,
del mal, del infierno, del III Reich, de Stalin, del demonio, entiendo las
razones con la mente, pero con el corazón me sigue pareciendo una cantidad
abrumadora la de sufrimiento en el mundo. Eso sí, la lógica no deja lugar a la
alternativa expuesta.
P. FORTEA
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